Recorriendo los pasos de Víctor Carranza

El Espectador visitó las tierras del fallecido zar de las esmeraldas en su reino en los Llanos Orientales.

Sebastián Jiménez Herrera
12 de abril de 2013 - 11:02 p. m.
Panorámica de una de las cientos de propiedades que deja el zar de las esmeraldas, Víctor Carranza, en Puerto Gaitán (Meta). / Gabriel Aponte - El Espectador
Panorámica de una de las cientos de propiedades que deja el zar de las esmeraldas, Víctor Carranza, en Puerto Gaitán (Meta). / Gabriel Aponte - El Espectador

Cuando Víctor Carranza llegaba a Puerto Gaitán (Meta) una congregación se acercaba a pedirle favores. A nadie le negaba su cabeza de ganado. Los políticos se peleaban por su apoyo y era dueño de un mar de predios. En uno de ellos se construyó la capilla del pueblo. A su manera, era el dueño de Puerto Gaitán, al que había convertido en parte de su imperio a mediados de los 80. El Espectador viajó a Puerto Gaitán a recoger las impresiones que han quedado en su población tras la muerte del zar, ocurrida la semana pasada.

Mientras en algunas regiones del país se ha señalado, incluso, que Carranza fue el zar del paramilitarismo, como lo dijo el exjefe ‘para’, Iván Roberto Duque Gaviria, alias Ernesto Baez, en ese municipio es difícil encontrar a alguien que hable mal del zar de las esmeraldas. De las declaraciones de algunos campesinos se desprende que Carranza era un rey y que acostumbraba a comprar propiedades que la mayoría de las veces dejaba olvidadas. Muchas veces Alberto, un lugareño de casi 50 años de edad, fue vecino de Carranza. Señala a su alrededor y es enfático en que lo que se ve era, en su mayoría, de propiedad del zar. Aunque algunas de ellas se las ha quitado el Incoder por irregularidades en su obtención, otras están a nombre de familiares y presuntos testaferros. El labriego dice que, a pesar de lo que se rumora, Carranza no le quitó su finca a nadie, que en cambio los campesinos, supuestamente, se sentían honrados de venderle sus tierras. “Son otros los que se han dedicado a despojar”.

Cerca de allí hay unas cabañas que construyó Carranza hace unos años para arrendarle a los turistas que visitaran Puerto Gaitán. A lo lejos se divisa El Porvenir, una finca de 28.000 hectáreas que recientemente le quitó el Incoder. El Brasil —en la que supuestamente fueron entrenados algunos de los ‘paras’ que perpetraron la masacre de Mapiripán (Meta), en julio de 1997— apenas se ve. Aseguran que de Carranza no tienen nada malo que decir. Agregan que los señalamientos en su contra eran porque a algunas personas les molestaba el poder que había adquirido Carranza. Poco o nada se habla de lo que han dicho algunos paramilitares sobre Carranza ni del tiempo que el zar pasó en la cárcel por una investigación en su contra.

Óscar Ospino, exalcalde de Puerto Gaitán, acepta que tenía una mala imagen de Carranza, hasta que lo conoció. Dice que era un hombre que cuando llegaba a un lugar no dudaba en invitar a una cerveza o a almorzar. Asegura que en un momento fueron los impuestos que él pagaba los que sostuvieron el municipio. Se refiere a modo de burla a las disputas que se generaban entre los políticos de la región por el apoyo de Carranza. Expresa que a nadie apoyaba, que a quien le pidiera le daba su res, quizás, como una forma de jugar a varias bandas.

“Él regalaba muchas vacas, pero casi nunca daba tierra”, dice un miembro de la parroquia de Puerto Gaitán. Un funcionario de la Alcaldía de municipio le dijo a este diario que a la familia Carranza se le propuso la compra de uno de sus predios para realizar un proyecto de vivienda de interés social para los menos favorecidos, pero que hasta este momento no se ha llegado a un acuerdo.

Para las autoridades, Los Carranceros era como se conocía a las Autodefensas de Meta y Vichada (Acmv), comandadas por José Baldomero Linares, alias Guillermo Torres. Se dijo muchas veces que Carranza estaba detrás de ellos. Sin embargo, Carranza murió sin condena y con apenas una investigación vigente en su contra. En opinión de un campesino, cuya identidad no es revelada por seguridad, Los Carranceros fueron “uno de los pocos grupos de verdadera autodefensa del país”. Dice que fueron eficaces a la hora de repeler a las guerrillas. Aunque, como lo ha documentado la Fiscalía, en su ‘cruzada’ asesinaron a varias personas.

Comenta que siempre se oyó el rumor de Carranza con estos ‘paras’, pero, como todos los rumores, no se puede confirmar que eso haya sido cierto, que había ocasiones en que empleados de Carranza hacían algo diciendo que era orden del esmeraldero. Sin embargo, cuando se le preguntaba al zar por el hecho, negaba haber dado la orden. Apuntan a que, de haber habido excesos, fueron cometidos por estos hombres, pero no por mandato del fallecido empresario.

Monseñor Oswaldo Jaramillo, obispo de Puerto Gaitán, acepta haber sido cercano a Carranza, de quien dice era un hombre sencillo y que su esposa, Blanca, era una mujer muy inteligente. Expresa que Los Carranceros no eran ‘paras’ sino que así se les decía a los trabajadores del fallecido esmeraldero. Una versión similar dio Carranza en una declaración a la Fiscalía durante la investigación en su contra.

Tras los atentados que sufrió en 2009 y 2010, Carranza se hizo más cuidadoso con su seguridad. Antes de viajar a Puerto Gaitán mandaba una avanzada que evaluaba la situación. Luego, una comitiva para que la gente creyera que iba en ella, y finalmente llegaba él. Con su muerte, su reino quedó sin cabeza. Ahora la gente pasa la página. Se rumora que se avecina un nuevo paro en el campo de Pacific Rubiales y que hay grupos paramilitares que quieren ingresar al reino del zar Carranza, aprovechando que El Patrón se fue.

jjimenez@elespectador.com

@juansjimenezh

Por Sebastián Jiménez Herrera

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