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Las reflexiones de los LGBTI en La Habana

El Espectador conoció el documento que llevó Mauricio Albarracín a La Habana y en el que hace un recuento sobre las luchas sociales de la comunidad LGBTI para avanzar en la consecución de sus derechos.

Redacción Judicial
08 de marzo de 2015 - 04:53 p. m.
EFE / Mauricio Albarracín director ejecutivo de Colombia Diversa.
EFE / Mauricio Albarracín director ejecutivo de Colombia Diversa.
Foto: EFE - Ernesto Mastrascusa

Albarracín sostuvo que hace 35 años el Código penal colombiano establecía que los homosexuales eran criminales, personas sin reconocimiento social ni jurídico. Seguidamente señaló que hace tan solo 17 años no podían ser profesores de escuelas públicas ni privadas, y hace 8 años no tenían derechos como pareja ni podían compartir  sus bienes o patrimonio; hace cuatro años –añadió el director de Colombia Diversa- ni siquiera eran reconocidos como familias. Hoy todas esas barreras fueron destruidas por distintos fallos de la Corte Constitucional.

En el documento se advierte que estas conquistas sociales hicieron que la comunidad levantara su voz y se organizara para decir basta ya: “no más humillaciones, decidimos profundizar la democracias con todos los medios pacíficos y civiles para enfrentar la negación de nuestra humanidad (…) pero lo más importantes es que hemos ganado en las mentes y corazones de millones de colombianos que hoy rechazan la discriminación y están hombro a hombro con nosotras y nosotros”.

Albarracín le manifestó  a esta subcomisión, en representación de la comunidad LGBTI, que el conflicto armado ha sido tremendamente nocivo para la democracia colombiana, porque la violencia exacerba los temores, los rencores, las venganzas y carcome las rutinas de la política. “Por el dolor que hemos sufrido creemos en este proceso de paz. Creemos que esta mesa es capaz de sacar adelante un mejor futuro para Colombia. Nuestra creencia no es ingenua, sabemos que será difícil. Por eso los invito a no desfallecer hasta la finalización de este conflicto armado”.

En ese encuentro puso Albarracín como ejemplo la historia de Papuchina, una transgénero sobreviviente de los grupos paramilitares de Boyacá. Al mando del jefe paramilitar, alias Botalón, esta facción de las autodefensas desapareció forzadamente a dos jóvenes transgénero a finales de los años noventa. Una de ellas tenía 14 años y según los relatos del pueblo ambas fueron probablemente descuartizadas y arrojadas al río. En su testimonio ante la justicia Papuchina manifestó que vivir en Puerto Boyacá no era fácil para ningún niño y menos si era gay.

Ese ejemplo fue usado por Albarracín para señalar en Cuba que muchos miembros de su comunidad han sido perseguidos no solo por la violencia común sino por grupos organizados que, como en el caso de Puerto Boyacá, asesinaban la diferencia. Según el documento, los prejuicios se vieron profundizados por el uso de la violencia y por eso muchas personas del campo terminaron en la ciudad. Uno de los puntos de discusión en Cuba es la transformación del campo, pero esta debe ir acompañada de un gran acuerdo de tierras en el que se reconozca la diversidad social y cultural con el fin de promover la igualdad y asegurar los derechos de comunidades históricamente excluidas.

Además, sugirió a la mesa “incluir como un elemento específico la implementación de un programa de reconocimiento de la diversidad sexual y de género, así como la eliminación de la educación sexista, homofóbica y toda aquella que perpetúa los estereotipos y prejuicios. Esto se puede lograr a través de los mecanismos de educación formal, pero también de educación popular y de pedagogías para la paz para la reconstrucción de confianzas y solidaridad social”. En ese contexto se propuso que es indispensable el reconocimiento de los derechos sexuales de los colombianos en las comunidades rurales.

En cuanto al segundo punto sobre la participación política, Colombia Diversa propuso que el gobierno y las Farc realicen una declaración conjunta contra la discriminación de la población LGBTI, “como la que acertadamente hicieron rechazando la discriminación contra la mujer”.  Asimismo, el documento deja constancia que la población LGBTI tiene que tener protección constitucional y que una garantía de no repetición de las violencias en contra de esta población es prevenir y erradicar la estigmatización que la circunda.

Albarracín manifestó que todavía hay una deuda con la verdad en relación con los crímenes perpetrados contra los LGBTI. Señaló por ejemplo que el informe de la Comisión Histórica del Conflicto Armado y sus Víctimas en ningún capítulo los académicos hicieron mención  a la violencia de la que ha sido víctima esta comunidad, en contraste Colombia Diversa ha documentado cómo los grupos de autodefensa perpetraron asesinatos y amenazas durante el tiempo que operaron en regiones particulares del país en los que resultaron víctimas homosexuales, transexuales o transgeneristas. También se ha registrado que entre 2006 y 2014 ocurrieron 332 hechos de violencia policial contra los LGBTI.

En el caso de las guerrillas hay menos información, pero según Albarracín, “nos gustaría tener claridad sobre una grave denuncia sobre las pruebas de VIH obligatorias que según Amnistía Internacional ocurrieron en la zona de despeje durante el proceso de paz con el gobierno Pastrana”. Lo que pudo establecerse es que la guerrilla obligó a la población civil en el Meta y el Caquetá a que se hicieran pruebas de VIH. El Frente 27 inició una campaña masiva de toma de muestras para detectar seropositivos. “Peluqueros y homosexuales fueron forzados a salir de sus viviendas y establecimientos. Dichas acciones se extendieron a  todos los municipios de la zona de despeje”.

Un recuento realizado con el fin de mostrarle a los negociadores en Cuba que la paz requiere mucho más que silenciar los fusiles en un país que sigue siendo tremendamente excluyente con algunas comunidades. Por eso,  para las organizaciones LGBTI es importante conocer qué tipo de violencia han padecido por cuenta de los grupos ilegales porque, tal como reza el documento presentado en Cuba, “no nos llamemos a engaños: todos los actores armados incluyendo los estatales promovieron conductas culturales, patriarcales y machistas que afectaron tanto a las mujeres, la población LGBTI y los hombres”.  A la mesa Colombia Diversa le pidió que se pida perdón a las víctimas y que se reparen simbólicamente de manera individual y colectiva.

En un quinto punto, Colombia Diversa resaltó que hay que tener cuidado con el proceso del posconflicto pues como lo ha demostrado al experiencia comparada, las desmovilizaciones incompletas de grupos ilegales en zonas de conflicto generalmente han terminado en un incremento de la violencia incluso a niveles muy superiores de los ocurridos durante el conflicto, “afectando principalmente a grupos discriminados y vulnerables”. Esta Ong ha registrado que entre 2010 y 2014 han circulado 61 panfletos amenazantes entre los que se menciona a personas LGBTI. Las regiones más complicadas son Atlántico, Sucre y Magdalena. Tal parece que la mayoría de estas intimidaciones provienen de grupos neoparamilitares como Los Urabeños o las Águilas Negras.

“Por esta razón durante el posconflicto deben establecerse estrictas medidas de prevención, investigación y sanción de la violencia de las poblaciones y comunidades que viven en las zonas de implementación de los acuerdos y en el resto del país, en particular, las comunidades vulnerables e históricamente discriminadas como la población LGBTI”, señaló el documento. Al final, el delegado de Colombia Diversa terminó su intervención rindiéndole un homenaje al activista Álvaro Miguel Rivera, asesinado el 6 de marzo de 2009 en Cali. Su cuerpo fue hallado con signos de asfixias, múltiples heridas con arma blanca y amordazado. “En memoria de él y los millones de víctimas de este país saquemos adelante este proceso con honestidad y responsabilidad”, concluyó Albarracín.

Sin duda la invitación de la mesa de diálogos en Cuba para que voceros de esta comunidad expresen sus temores sobre el posconflicto es un avance más en el reconocimiento y luchas de esta población. El mensaje que también caló fue que mucha agua ha corrido bajo el puente desde que hace poco más de tres décadas los LGBTI eran considerados como criminales. En el escenario de la paz, sus luchas sociales también son tenidas en cuenta.

Por Redacción Judicial

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