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Sabas Pretelt se defiende de acusación de Giorgio Sale

El exministro del Interior sostiene que aunque sí visitó a Giorgio Sale en la cárcel, lo que dice ahora es mentira.

El Espectador
04 de junio de 2012 - 12:26 p. m.

No hay infamia más grande que aquella que, apoyada en hechos ciertos, pretende distorsionar la realidad para alcanzar fines insospechados ante la justicia, en beneficio del perverso mentiroso”. Así comienza el comunicado que acaba de expedir el exministro Sabas Pretelt de la Vega en respuesta a las acusaciones que le lanzó en la revista Semana el detenido empresario Giorgio Sale.

Según el italiano, Pretelt lo visitó en la cárcel para proponerle “algo descabellado: me dijo que admitiera que Salvatore Mancuso me había prestado la plata para montar mis negocios diciéndome que reconocer eso no era delito en Colombia (…) Creo que Sabas intentaba usarme para atacar a los magistrados. En ese momento, 2008 y 2009, la pelea contra las cortes estaba en su peor momento. Me necesitaban para ensuciar a los magistrados”.

Pretelt de la Vega señaló que si bien visitó en la cárcel de Rebbibia en Roma a Sale en dos ocasiones cuando oficiaba como embajador de Colombia en Italia, no es cierto lo que ahora dice el empresario italiano, vinculado a la mafia de la Ndrangheta.

Este es el comunicado de Sabas Pretelt de la Vega

No hay infamia más grande que aquella que, apoyada en hechos ciertos, pretende distorsionar la realidad para alcanzar fines insospechados ante la justicia, en beneficio del perverso mentiroso. Es cierto que como embajador en Italia visité la cárcel de Rebbibia en Roma. En dos ocasiones me encontré con el señor Giorgio Sale.

La primera vez asistí con nuestro cónsul en Roma como invitado a la celebración del día del interno, por las autoridades penitenciarias del Ministero della Giustizia de Italia, ya que había dentro del programa de re socialización una obra con la participación de internos colombianos del pabellón de máxima seguridad. Allí conversé con los detenidos de nuestro país, quienes me solicitaron intermediar para lograr su repatriación, solicitud que se tramitó por los conductos regulares, y luego en algún momento de mi visita fui abordado por el señor Sale con quien estuve algunos minutos hablando temas intrascendentes. 

Me contó de su supuesta cercanía con amigos míos, los doctores Escobar y Carlos Isaac Nader, ya que habían asistido, como tantos, a sus restaurantes.

También me refirió, sin que se le diera ninguna importancia, la anécdota del reloj del magistrado Yesid Ramírez, con quien siempre trabajé y tuve buena relación cuando fui ministro. Me perdí la representación pues los actos protocolarios se prolongaron mucho más de lo previsto y teníamos otras obligaciones que atender.

La segunda vez, casi dos años después, asistí a Rebbibia con nuestra vicecónsul en Roma porque con autorización de las autoridades penitenciarias el señor Sale solicitó con insistencia que le escucháramos. La entrevista era para pedirle al gobierno ayuda sobre temas relativos a su señora e información judicial y de salud de su hijo detenido en la cárcel de Ternera. Como es usual el consulado adelantó el trámite correspondiente en la Cancillería. Repitió parte de los supuestos atropellos de la justicia contra él y contra sus hijos y entre lágrimas se dolió que en el país se utilizara su nombre para hacer daño a terceros inocentes.

Quiero destacar lo absurdo que yo le mencionase que aceptase cargos, porque lo vinculaban con Mancuso. ¿En qué y para qué servía o hacía daño y a quién esa propuesta estúpida? Por último rechazo la mentirosa suposición de que tal vez buscaba desprestigiar precisamente a quienes siendo mis amigos estaban en la Corte, y menos cuando al poco tiempo yo tenía que responder ante esa noble Institución sobre otras afirmaciones infames que han hecho contra mí, simplemente por haber sido ministro del Interior y de Justicia del buen gobierno que fue el de Álvaro Uribe Vélez. ¿Hasta cuando se le dará importancia indebida a las mentiras y falacias de los delincuentes que calumniando a gente decente buscan beneficios judiciales o mediáticos?

Por El Espectador

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