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Se repite el fraude del Fondo Premium

Con la misma trampa del contrato de corresponsalía que utilizaba Interbolsa, a un cliente le pulverizaron casi $1.000 millones.

Alberto Donadio
15 de mayo de 2014 - 02:52 a. m.
Marlén Arias Alzate, asesora comercial de Global Securities, fue quien le insistió a Álvaro Rocha que trasladara sus fondos.  / Archivo particular
Marlén Arias Alzate, asesora comercial de Global Securities, fue quien le insistió a Álvaro Rocha que trasladara sus fondos. / Archivo particular

Un cliente de la comisionista de bolsa Global Securities perdió $933 millones en una inversión de muy alto riesgo que no le consultaron y que la Superintendencia Financiera les prohíbe expresamente a todas las comisionistas del país. La inversión se llama CFD o contratos por diferencia. En 2010, la Superfinanciera ordenó: “En desarrollo de un contrato de corresponsalía, las sociedades comisionistas de bolsa no pueden celebrar Contratos por Diferencia CFD’s con entidades del exterior”. Lo que Global no puede hacer como comisionista se lo ofrece a sus clientes.

La firma anuncia los CFD en su portal de Internet, amparada en un contrato de corresponsalía autorizado por la Superfinanciera. El corresponsal es el banco danés Saxo Bank. Interbolsa ofrecía los CFD desde su filial en Panamá, que fue el cliente más grande de Saxo en Centroamérica y el área andina. En Interbolsa el contrato de corresponsalía con el Fondo Premium de Curazao fue utilizado para estafar a 1.260 inversionistas que perdieron US$174 millones.

Álvaro Rocha Serrano, de 52 años, es un empresario de Medellín. Tenía una cuenta en la comisionista Bolsa y Renta. Una vecina de la parcelación Cauca Viejo en Jericó, Antioquia, era asesora comercial en Global Securities. Le insistió que trasladara la cuenta. Rocha le entregó a Global un total de US$483.000 y en menos de un año le quedaron US$828. “Me pulverizaron mi plata”, dice. En noviembre de 2011, Rocha abrió en Global una cuenta personal y otra para su empresa. Comprar acciones en los Estados Unidos fue lo que le ofreció la asesora Marlén Arias Alzate. En varios depósitos Rocha consignó un total de US$483.000, girados al exterior por medio del Banco de la República y que incluyó en la declaración de renta.

El cliente no sospechó nada, pero desde el principio pasaron cosas extrañas. El 13 de enero de 2012 recibió un correo electrónico en español que decía: “¡Bienvenido a Saxo Bank! Gracias por elegir nuestras galardonadas plataformas para realizar sus inversiones en los mercados internacionales”. El remitente era Roberto López Culebro, director de una filial de Saxo que opera ilegalmente en Panamá. En abril de 2013, el superintendente de Valores de Panamá, Alejandro Abood Alfaro, expidió un comunicado para advertir que Saxo Capital Markets Panamá S.A., donde es director López Culebro, “no cuenta con autorización para llevar a cabo negocios de intermediación, administración o asesoría en valores, instrumentos financieros o forex, en o desde el territorio de la República de Panamá”.

Al cliente le hicieron operaciones cuando todavía no había plata en las cuentas y también le generaron una deuda por US$18.000 antes de la primera consignación. Andrés Felipe Cardona, empleado de Global, desde su email corporativo le pidió a Rocha los correos recibidos de Saxo sobre activación de la cuenta. El cliente se los reenvió a Marlén Arias, incluyendo la contraseña inicial. Con el nombre de su perro, Arias la cambió por “emiliano10”.

El cliente creyó que su plata estaba en acciones de Estados Unidos, como le prometieron. En julio de 2012 Marlén Arias le pidió aprobar unas recomendaciones de inversión enviadas por la oficina de Global en Miami. En agosto Rocha compró un carro y le pidió a Arias vender parte de las acciones y girar el dinero al concesionario. Juan Pablo Villamizar, esposo de Arias y también asesor comercial de Global, le informó a Rocha que sus acciones habían caído un 35% y Marlén Arias le aconsejó comprar el vehículo con otros recursos.

En noviembre, Rocha pidió a Global un retiro de US$200.000 para pagar proveedores. No le hicieron el giro. Solicitó una reunión en Global. “Imposible”, le contestó Arias: estaban en auditoría. Lo citó al restaurante del Hotel San Fernando Plaza. El cliente le pidió que le mostrara los extractos en el computador. La pantalla se quedó en blanco. Según Arias, con los computadores de Apple siempre pasaba eso. El cliente le pidió a ella la clave y entró a las cuentas desde su computador. De los US$483.825 entregados a Global comprobó que en su cuenta personal había un saldo de US$562 dólares. En la cuenta de la empresa quedaban apenas US$266 dólares.

Según el cliente, Arias se puso a llorar y dijo que se había perdido toda la plata. Rocha pidió la entrega de las acciones, pensando que algún día subirían de precio. En medio del llanto, Arias le repitió que no había nada. Rocha se demoró en entender cómo lo habían estafado. No le compraron acciones, sino que en su cuenta hicieron operaciones CFD. En Estados Unidos están prohibidas por la Comisión de Valores. Los CFD son inversiones para intercambiar la diferencia entre el precio actual de un activo y el precio al cerrar el contrato.

La Superfinanciera señaló en 2010: “Es preciso advertir que el contrato de corresponsalía no es un vehículo a través del cual las sociedades comisionistas puedan realizar inversiones por cuenta propia o por cuenta de terceros en instrumentos financieros del exterior como puede ser el caso de los CFD’s”. En su portal, Saxo señala que los bancos daneses están obligados a clasificar los productos de inversión que ofrecen a clientes minoristas en función de la complejidad del producto y el riesgo como verde, amarillo o rojo. Saxo reconoce que un CFD es un producto de color rojo, pues se considera de alto riesgo.

Rocha sostiene que nunca le hablaron de riesgos. En el formulario de apertura de cuenta indicó como objetivo preservar el capital y contestó “ninguna” a la pregunta de la pérdida máxima que estaría dispuesto a aceptar en un año. Cuando le preguntaron si utilizaría apalancamiento en la cuenta de Saxo, escribió a mano: “no la conozco”. Los CFD son en esencia apalancamiento. “Los CFD no están regulados por una bolsa sino por las condiciones que le quiera poner la contraparte, en este caso Saxo Bank”, dijo un exejecutivo de una comisionista.

“Los asesores comerciales ni saben como funcionan y los ofrecen a los inversionistas pequeños sin explicarles los riesgos. Este es un producto totalmente especulativo que sólo le sirve a inversionistas calificados y profesionales”. A Álvaro Rocha no le quedaron sino hojas y hojas de extractos con una multitud de operaciones CFD que aún no logra entender. Nunca se las consultaron. Sostiene que en esos extractos aparecen comisiones por US$66.000 que Saxo le pagó a Global.

Cuando reclamó, la comisionista lo culpó de las pérdidas. “El suministro de la clave que el cliente hace a terceras personas es bajo su exclusiva responsabilidad”, le contestó Álvaro José Gallo, representante legal de Global. Juan Carlos Gómez, presidente de Global, dijo a El Espectador: “Lo que el cliente haga con su cuenta y/o sus claves es responsabilidad del cliente, al igual que si un cliente de un banco le entrega la tarjeta débito a un tercero con la clave. Este cliente en particular tenía su cuenta en Saxo y permitió que terceros manejaran su cuenta”.

Rocha dice que no le entregó la clave a terceros sino a funcionarios de Global por solicitud escrita desde una dirección electrónica de la comisionista, a los mismos que captaron su dinero, lo asesoraron en la apertura de cuenta y tramitaron las divisas. Gallo Mejía también le dijo al cliente: “No le asiste ningún derecho para reclamar ante Global por las pérdidas generadas”. Cualquier inconformidad debía manifestarla ante Saxo. “Global se limita a la remisión de clientes”.

En el portal de Global dice eso pero agrega que es característica del contrato de corresponsalía: “Asesorar a los clientes sobre los distintos tipos de riesgos que asumirían con las operaciones realizadas a través del corresponsal”. Global enumera las ventajas de la corresponsalía: “Diversificación del riesgo. Asesoría presencial y acompañamiento de Global Securities Colombia. Posibilidad de mayor rentabilidad”. Marlén Arias no volvió a responderle a Rocha. La asesora no tenía certificación del Autorregulador del Mercado de Valores (AMV), ni la inscripción que por ley es obligatoria en el Registro Nacional de Profesionales del Mercado de Valores para todo corredor que trabaje con clientes. Se le venció en 2010. ¿Por qué Global la tuvo en nómina en 2011 y 2012? El presidente de Global, Juan Carlos Gómez, respondió: “Para referir a corresponsalía no se requiere certificación”. En noviembre de 2011 el AMV impuso multa de $12.500.000 y suspensión de tres meses contra Arias por engañar a dos clientes cuando trabajó en Stanford, entidad financiera que luego quebró.

A dos personas que tenían $1.100 y $1.500 millones en sus cuentas les garantizó una rentabilidad mensual del 1%, pese a que es ilegal garantizar rendimientos. Marlén Arias les pagó el 12% anual, pero tomando el dinero del capital. Según el AMV, “ocultó información y suministró información inexacta a dos de sus clientes, decidió ocultarles el monto real de las pérdidas en que estaban incurriendo”. Pese a su prontuario, Global permitió que siguiera trabajando en la comisionista. La firma indicó que ella fue “referida por comerciales”.

Marlén Arias Alzate salió de Global y a comienzos de 2013 trabajó en Solución Maestra, firma que ofrece libranzas donde hoy muchos clientes tienen perdido su dinero. Le vendió libranzas a por lo menos un cliente de Medellín que hoy no puede recuperar el capital ni recibe los flujos mensuales que le prometió. Marlén Arias no accedió a una entrevista y no contestó un cuestionario que se le envió. Por su parte, Álvaro Rocha se quejó al AMV. Le contestaron que no eran competentes porque las operaciones no se hicieron en el mercado de valores en Colombia. La queja que presentó ante la Superfinanciera también la archivaron con el mismo argumento de la comisionista: “Los productos que se ofrecen a través de los contratos de corresponsalía, son prestados directamente por Saxo Bank y no por Global Securities”.

En 2011 quebró en Australia la comisionista de bolsa que ofrecía los CFD como corresponsal de Saxo Bank y el mes pasado el dueño de la compañía fue condenado a seis años y medio de cárcel. Saxo Bank y los revisores fiscales tuvieron que pagar una indemnización equivalente a $69 mil millones. Según el jefe de la Comisión Australiana de Valores y Mercados: “Los inversionistas que participan en los mercados financieros tienen derecho a esperar que su dinero será manejado responsablemente y con honestidad”.

 

Por Alberto Donadio

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