Seis meses persiguiendo a “Otoniel”

En 191 días de operativos la Policía ha arrestado a 441 personas del clan Úsuga y perdido a 17 de sus hombres. Sólo uno murió en combate.

Santiago Martínez Hernández
21 de agosto de 2015 - 11:39 a. m.

Más de 191 días completa la operación Agamenón, en la que 1.250 policías, bajo el mando de cuatro generales, buscan por cielo y tierra en el Urabá antioqueño, chocoano y cordobés a quien fuera descrito por el capo Daniel el Loco Barrera como un animal. Se trata de Dairo Antonio Úsuga, más conocido como Otoniel, el comandante de los Urabeños, hoy denominados clan Úsuga, el hombre más buscado del país. Un operativo sin precedentes en el que se han logrado 441 capturas, pero que a la vez ha enfrentado a las autoridades a una realidad difícil de manejar: hay pobladores que actúan como vigilantes e informantes porque ven en Otoniel a un Robin Hood.

“El mayor problema para llegar a ellos es la hegemonía criminal y el control que han ejercido durante tantos años en la región. Son de allá y tienen una ascendencia de muchos años atrás. La gente les ayuda y les colabora, algunos por empatía (...) No hemos tenido éxito. Allá cualquier persona les informa los movimientos de la Fuerza Pública. Tienen puntos de vigilancia en todas partes. Ojos y oídos. Esa es la mayor dificultad. Lo agreste del terreno también ha sido un problema porque ellos lo conocen como nadie. Llevan 30 años dominando en ese sector”, es la conclusión del general Luis Eduardo Martínez, director de Carabineros de la Policía y uno de los cuatro oficiales al frente de la operación.

Han sido varios los intentos fallidos tras 76 operativos en estos cinco meses, ya que Otoniel ha logrado escapar por minutos, incluso segundos. “Le puedo garantizar que desde que comenzó la operación, esos bandidos no pueden dormir dos noches seguidas en un mismo sitio. No están en estado de confort sino que están en el monte”, dijo el general Martínez. Pero aún es un secreto dónde están escondidos Otoniel y sus hombres.

Es más, ha sido tal la suerte de este hombre que el 1º de enero de 2012, día en que la Fuerza Pública neutralizó a su hermano Juan de Dios Úsuga David, alias Giovanny, en ese entonces máximo comandante de los Urabeños, salió casi una hora antes de que se diera luz verde para que la Policía acabara con la emergente banda criminal, que hoy controla el 84% del crimen organizado. El clan Úsuga es el producto de varios desmovilizados que conformaron las Autodefensas Campesinas Gaitanistas, una excusa que Otoniel, Daniel Rendón Herrera, alias Don Mario, y otros comandantes de las autodefensas utilizaron para seguir controlando el negocio del narcotráfico.

Su crecimiento llegó a tal punto que ningún otro capo logró hacerles frente. Ni siquiera el Loco Barrera, quien tras ser capturado admitió que les tenía miedo. Meses antes de la operación Agamenón se anunció en la Fiscalía que se habían dado acercamientos con el clan Úsuga, al punto de que se empezó a trabajar en un proyecto de sometimiento a la justicia.

Pero los papeles han cambiado y la estrategia del Gobierno es poner tras las rejas a los hombres que durante décadas han sido amos y señores del Urabá, que manejan las rutas del narcotráfico y han puesto contra las cuerdas a varios pobladores. De los ocho miembros del denominado “estado mayor” del clan Úsuga, en el marco de Agamenón sólo ha sido capturado Nelson Hoyos, alias Z5 , un desmovilizado del bloque Sur de las autodefensas en Putumayo y quien comandaba en el departamento de Córdoba y en el nordeste y bajo Cauca antioqueño. Su caída se dio el pasado 7 de agosto, cuando convocó a varios narcos a la finca que le servía de refugio, ubicada en el corregimiento Batatas, municipio de Tierralta (Córdoba).

En los últimos días la Policía ha intensificado los operativos contra el resto de jefes de la estructura: Roberto Vargas Gutiérrez, alias Gavilán; Carlos Antonio Moreno Tuberquia, alias Nicolás; Aristides Mesa Páez, alias el Indio; Jairo de Jesús Durango, alias Guagua, y Eduard Luis Vargas Gutiérrez, alias Pipón, hermano de Gavilán. Fue en una de las recientes operaciones contra Luis Orlando Padierna, alias Inglaterra, que ocurrió el accidente aéreo en el que resultaron muertos 16 policías. Aún se investigan las causas del siniestro, pero la principal hipótesis es que se debió a fallas en el helicóptero y dificultades meteorológicas.

Más allá del accidente, uno de los mayores logros de la Policía es que durante los más de seis meses de operativos tan sólo un uniformado ha muerto en combate, dos han quedado heridos y uno cayó en un campo minado, por lo que le tuvieron que amputar ambas piernas. “Esto es una guerra entre la Fuerza Pública y una organización criminal. Hay que entender que en una guerra hay muertos. Sabemos que allá no tenemos la vida comprada y en cualquier momento podemos caer en un campo minado, en una emboscada o en combate. Pero no teníamos presupuestado el incidente del helicóptero, en el que murieron 16 hombres”, puntualizó el general Martínez.

Entre los resultados obtenidos en Agamenón está la captura de 25 jefes de la primera y la segunda líneas de mando y 23 testaferros. Entre ellos se encuentran la esposa y la cuñada de Otoniel, Senobia Madrid Benjumea, alias la Flaca, y Martha Cecilia Madrid, alias la Jefa, quien lavaba activos a través de una iglesia protestante en República Dominicana; Harlinson Úsuga Úsuga, alias Orejas, primo y abogado del máximo jefe del clan, y Ángela María Vargas Gutiérrez, alias la Chola, hermana de Gavilán.

Asimismo fueron detenidos Miguel Mariano Arcia, alias el Extranjero, una de las fichas principales de la organización en Córdoba, y Octavio Cartagena Benítez, alias Don Gabriel o Gabriel Paraco, quien fungía como enlace entre la banda criminal y la Oficina de Envigado. La lista la cierran Sabino Antonio Orozco González, alias Kleiser, y Abimael Coneo, alias Torta, los supuestos ideólogos de una organización dedicada al narcotráfico y quienes crearon el manual doctrinario de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia.

Entre los objetivos de la operación Agamenón está atacar las finanzas de la organización. A la fecha, en los operativos se les han incautado 13,7 toneladas de droga en el Urabá, arrebatado propiedades avaluadas en $187.000 millones y decomisado $23.000 millones en efectivo. “Estratégicamente los tenemos desabastecidos, descontrolados, y no pueden pagarles a sus hombres porque se les ha afectado la parte financiera”, señaló el general Martínez.

La orden desde Presidencia es clara: acabarlos de raíz. La situación con la comunidad se ha tornado más difícil, no sólo por el rechazo que generan los operativos, pues la ponen en peligro, sino porque la Fuerza Pública ha identificado que algunos pobladores montaron “puntos de vigilancia” y una red que informa de los movimientos de las autoridades. Es más, se cree que hay más afinidad de la población con el clan Úsuga que con la Policía. “Por ejemplo, en zona rural de Chigorodó, donde le hicimos el operativo a Inglaterra, para la gente lo que la Policía le hizo fue un atentado”, relató uno de los oficiales al mando.

La operaciones no pararán hasta encontrar a Otoniel y desarticular toda su red para evitar lo que sucedía en el pasado, cuando, tras la caída de un jefe, subía otro al poder. En pocas palabras, el objetivo es recuperar el territorio y la institucionalidad en el Urabá y eliminar las zonas de confort del clan Úsuga.

 

Por Santiago Martínez Hernández

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