Un vicepresidente y un “Loco”

El presidente Nicolás Maduro le exigió a Estados Unidos que le ofreciera disculpas a Tareck El Aissami, a quien incluyó en la Lista Clinton relacionándolo con el “Loco” Barrera.

DIANA DURÁN NÚÑEZ
15 de febrero de 2017 - 03:19 a. m.
Un vicepresidente y un “Loco”
Foto: AFP - JUAN BARRETO

Daniel Barrera Barrera, alias el Loco Barrera, a quien el presidente Santos llamó “el último gran capo de las drogas”, fue capturado en Venezuela el 18 de septiembre de 2012. Su arresto se produjo en la ciudad fronteriza de San Cristóbal y, según notificó la Policía colombiana en su momento, se hizo con ayuda de las autoridades venezolanas. Barrera llegó a quemarse las manos para borrar sus huellas digitales. Quien habló en nombre de Venezuela fue el entonces ministro de Justicia, Tareck El Aissami: “Este señor se hizo múltiples cirugías faciales para tratar de burlar los servicios de inteligencia”.

Cinco años después, sin embargo, la versión del Departamento del Tesoro de Estados Unidos es otra: el Loco Barrera estaba en Venezuela refugiándose con apoyo de ese mismo exministro de Justicia, quien hoy ostenta uno de los cargos más altos en el gobierno venezolano: la Vicepresidencia. “El Aissami también está relacionado con la coordinación de cargamentos de droga para los Zetas, un violento cartel mexicano, así como con proveer protección al narcotraficante colombiano Daniel Barrera y al venezolano Hermágoras González Pacheco”.

El tema es escandaloso y no es para menos. Venezuela amaneció con su vicepresidente incluido en la Lista Clinton, un punto más que agregar a la tensión que sobrellevan ambos países desde hace un buen tiempo. La razón, según Estados Unidos, es “tener un rol significativo en el narcotráfico internacional”. Junto a El Aissami fue incluido su “testaferro”: el empresario Samark López Bello, y 13 empresas en las que tiene acciones. Cinco de ellas están registradas en Venezuela, una en Panamá, una en Londres, una en las Islas Vírgenes Británicas y cinco más en Miami. Esas últimas fueron bloqueadas.

“La inclusión (en la Lista Clinton) es injustificada al enfocarse en un hombre de negocios legítimo, como Samark López, quien ha cumplido un papel clave en ayudar a sostener el futuro de Venezuela (…) parece tener una motivación política”, dijo en su página web el empresario López Bello, reconociendo a la vez que él y el vicepresidente El Aissami son “buenos conocidos”. Las compañías del emporio de López Bello, señala el portal venezolano independiente Efecto Cocuyo, tienen en común que entre sus clientes figuran empresas estatales de ese país como Pdvsa (petróleo), Pdvsa Gas y el Ministerio de Energía.

El Loco Barrera, supuesto protegido de El Aissami, fue detenido en Venezuela después de permanecer allí prófugo unos cuatro años. Se ocultaba bajo la identidad falsa de José Tomás Lucumí y, según la justicia de EE. UU., se hizo socio tanto de las Farc como de los paramilitares para mover unas 400 toneladas de cocaína cada año. El 9 de octubre de 2014, tras su extradición en 2013, Barrera aceptó cargos ante la Corte del Distrito Este de Nueva York. El 20 de noviembre de ese mismo año hizo lo propio ante la Corte del Distrito Sur de Nueva York. La líder de la investigación fue Loretta Lynch, que en 2015 fue nombrada fiscal general.

En diciembre de 2010, el Loco Barrera fue incluido en la misma Lista Clinton donde ahora figura el vicepresidente venezolano, Tareck El Aissami. Y no sólo él: ahí figura también Walid Makled García, más conocido como el Turco. De acuerdo con el Departamento del Tesoro de EE. UU., El Aissami fue en múltiples ocasiones “socio” de cargamentos de droga enviados a México y Estados Unidos, y asimismo recibió pagos para facilitar la salida de cargamentos de Walid Makled García, el capo venezolano que fue detenido en agosto de 2010 en Colombia y fue extraditado a Venezuela en mayo de 2011 con oposición de la Procuraduría colombiana.

No se trata de un capo cualquiera. El Turco García, condenado a 14 años de prisión en el país vecino, llegó a ser uno de los fugitivos más buscados del mundo. Colombia lo envió a Venezuela, pero Estados Unidos también tenía todo el interés en él. Era considerado una ficha clave para desenmarañar el llamado Cartel de los Soles: mientras estaba detenido en Colombia, Walid Makled García aseguró que tenía pruebas —que a la larga no entregó— de cómo al menos 15 generales venezolanos y otros 25 militares de alto rango estaban involucrados en el tráfico de drogas. El entonces presidente, Hugo Chávez, acusó a EE. UU. de querer desestabilizar su gobierno a través del Turco.

Hubo un momento en la historia reciente en que Venezuela se convirtió en una especie de resguardo para narcotraficantes colombianos. Allá terminó escondido Wílber Varela, el capo del cartel del norte del Valle conocido como “Jabón”, protegido por militares corruptos, hasta que en enero de 2008 los sicarios de quienes le disputaban el poder –los Comba– lo encontraron y lo asesinaron. En 2011 fue detenido en Venezuela Maximiliano Bonilla, alias “Valenciano”, de la Oficina de Envigado. En junio de 2012 el turno fue para Diego Rastrojo, también del cartel del norte del Valle. De nuevo, quien divulgó esas capturas fue Tareck El Aissami.

El gobierno venezolano ha leído esta inclusión del vicepresidente Tareck El Aissami en la Lista Clinton como una provocación de los estadounidenses, mientras la oposición, tímidamente, sugiere investigaciones penales y sanciones políticas. “Es la acusación más grave que se ha hecho en la historia”, sostienen los opositores del gobierno de Nicolás Maduro. La Asamblea Nacional, a la que el Tribunal Supremo de Justicia le quitó todo el poder, creó una comisión para investigar este caso. Por su parte, el presidente Nicolás Maduro le exige a Estados Unidos que se retracte y que le “pida excusas públicas a nuestro vicepresidente” por señalarlo de narcotraficante.

Por DIANA DURÁN NÚÑEZ

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