Una entrega incompleta a víctimas del Palacio de Justicia

Este martes, los hijos de Luz Mary Portela recibieron los restos de la joven que desapareció tras el holocausto. En el acto oficial, recordaron a su abuela que la buscó siempre y exigieron al Estado cumplir con las obligaciones que le impuso la Corte Interamericana.

María Paula Rubiano Atehortúa
09 de noviembre de 2016 - 02:42 a. m.
Rosa Milena Cárdenas llevando los restos de su madre, Luz Mary Portela, quien desapareció tras la retoma del Palacio de Justicia en 1985. A su izquerda, su hermano Édison.  / Santiago Acosta García
Rosa Milena Cárdenas llevando los restos de su madre, Luz Mary Portela, quien desapareció tras la retoma del Palacio de Justicia en 1985. A su izquerda, su hermano Édison. / Santiago Acosta García
Foto: santiago;acosta

“La noche del 6 de noviembre fue dramática, mi mamá Rosalbina lloraba mucho, estaba desesperada. Mi papá trataba de calmarla, le decía que esperara a ver qué podían hacer al otro día, que no se preocupara, que Luz Mary iba a salir bien porque ella no debía nada. Fue así que al otro día salió muy temprano a buscar a mi hermana, y desde entonces fueron muchos días así: ellos saliendo muy temprano y llegando muy tarde. Nadie les daba respuesta, Ni la Policía, ni el Ejército, ni los hospitales, ni los manicomios”.

Ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, así recordó Rosa Milena Cárdenas los días posteriores al holocausto que tuvo lugar el 6 y 7 de noviembre de 1985 en el Palacio de Justicia, luego de la toma del M-19 y la recuperación a sangre y fuego del Ejército, en el que desapareció su madre, Luz Mary Portela, cuyos restos fueron entregados a sus familiares el pasado 8 de noviembre.

Cuando ocurrió el holocausto, Rosa Milena (de 6 años) y su hermano menor, Edinson Cárdenas (de 5 años), estaban convencidos de que Luz Mary Portela era su hermana mayor. La hermana que justo esa semana se había puesto el uniforme de su madre, Rosalbina León, para lavar platos en la cafetería del Palacio. La hermana que regresó como madre 31 años después —su abuela, Rosalbina León, ‘alteró’ la verdad para no hacerlos sufrir más—, como un cuerpo tan calcinado que Medicina Legal no pudo establecer con claridad la causa de su muerte.

Según Rosa Milena y Edinson Cárdenas, Luz Mary Portela aparece en un video saliendo del Palacio de Justicia en dirección a la casa del Florero; según las actas de la época, había sido hallado en el cuarto piso de lo que quedó del Palacio de Justicia. Sus restos fueron hallados el año pasado, en la tumba de otra víctima del holocausto, pero las circunstancias de su fallecimiento siguen sin explicación. “Lo que nos entregó Medicina Legal solo acrecenta las dudas sobre el motivo de su muerte. Solo hay condenado un Estado, pero no nos han dado un responsable directo de la muerte de mi mamá”, dijo Edinson Cárdenas minutos antes de que comenzara el acto oficial.

Y es precisamente eso, la verdad, lo que los familiares de las víctimas de desaparición forzada del Palacio de Justicia siguen reclamando con vehemencia. "Hoy más que nunca agradezco a la vida tener estos restos para tener un lugar donde llorarla y donde llevarle unas flores. Pero después de 31 años tengo que pedirle al Estado que no entierre a Luz, que siga investigando qué pasó con ella, quiénes son los responsables de su muerte”, dijo en el acto la hija mayor de Portela, Rosa Milena Cárdenas.

Ella, como los representantes del Colectivo José Alvear Restrepo, la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz y la Corporación Fasol, quienes han acompañado a las víctimas durante estos 31 años, recordaron además, a Rosalbina León, y a “todos los padres que dieron toda su vida por vivir este momento y que no pudieron”. Y es que Rosa Milena y Edinson Cárdenas son la segunda generación que busca a los desaparecidos del Palacio de Justicia. Ya ha fallecido la mayoría de los padres de las 11 víctimas de desaparición forzada que reconoció la Corte IDH en el fallo con el que en 2014 condenó a Colombia por estos crímenes.

En dicho fallo, el tribunal internacional ordenó que todas las entregas de los restos de los desaparecidos fueran “dignas” y además, ordenó al estado sancionar a los responsables directos por los hechos, a pedir perdón públicamente y a indemnizar a las familias de las víctimas por el viacrucis que han sufrido por tres décadas. No obstante, los familiares cuestionaron duramente el cumplimiento de este fallo por parte del Estado: “El Estado solo ha cumplido lo que le sirve para mostrar: pedida de perdón, colgar la sentencia en una página web, ponerla en la radio, pero no ha cumplido el resto de compromisos”.

Tal como lo relató El Espectador el pasado 29 de octubre, a menos de un mes de que se cumpla el plazo para que el Estado pague a las víctimas el dinero que ordenó la Corte Interamericana como parte de la reparación, los trámites aun están lejos de terminar. La semana pasada, el Ministerio de Defensa les respondió una carta que ellos enviaron el pasado 4 de octubre y les dijeron que solo podían entregar el dinero una vez presentaran los certificados de sucesión, trámite que según abogados consultados, puede tardar entre ocho meses y un año, como mínimo.

El Ministerio de Defensa le comunicó además a Rosa Milena y Edinson Cárdenas que a menos de que presentaran registro civil que los acredite como hijos de Luz Mary Portela, recibirán la indemnización que les corresponde como hermanos, aunque Medicina Legal estableció que ellos son genéticamente, hijos de la desaparecida de Palacio. “No entiendo por qué hoy nos ponen en trámites que pueden durar hasta dos o tres años que además cuestan mucho dinero”, reclamó Edinson Cárdenas en su intervención.

Tras el acto oficial, los familiares y las organizaciones defensoras de derechos acompañantes organizaron viacrucis que atravesó toda la Plaza de Bolívar y que conmemoró a la primera generación de familiares que reclamó y exigió la verdad sobre sus familiares perdidos. Mesas con manteles y rosas blancas, y la foto de los padres ya fallecidos, constituyeron las estaciones del camino. A las 11 de la mañana, en la última mesa, frente al retrato de Rosalbina León reposó, por fin, lo que quedó del cuerpo de su hija.

 

Por María Paula Rubiano Atehortúa

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