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La valentía del capitán Patiño

El ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, condecoró póstumamente al oficial Yonni Patiño con la medalla de valor, pues seis días antes de su muerte, el uniformado caído le salvó la vida a uno de sus compañeros.

María Camila Rincón Ortega
15 de marzo de 2014 - 07:48 p. m.
/Andrés Torres
/Andrés Torres

En la Plaza de los Héroes Caídos en Bogotá, la memoria del capitán Yonny Manuel Patiño fue honrada durante la mañana de este viernes. En medio de una mezcla de luto y respeto por el servicio que durante 12 años le prestó al Ejército, el ministro de defensa Juan Carlos Pinzón lo condecoró póstumamente con la medalla al honor. Fueron su esposa, su hija y sus dos padres, quienes recibieron el reconocimiento a una vida dedicada a Colombia que se apagó, precisamente, en una operación militar.

Según informaciones de las Fuerzas Militares, el rotor del helicóptero en el que viajaba el capitán, junto con otros tres uniformados, habría hecho contacto con un árbol cuando se encontraba tratando de aterrizar en la vereda Hondas Cofre, del municipio de Mesetas (Meta). En el accidente murieron todos los ocupantes. “A sus familias nuestra gratitud, respeto y admiración, y nuestros más sinceros sentimientos de condolencia y afecto, pues hechos como estos no sólo enlutan el corazón de los soldados de la patria, sino que también, llenan de dolor el tricolor nacional”, expresó en su momento el Comando del Ejército en un comunicado.

Una emoción que hoy se revivió cuando el capitán Patiño recibió los honores por su extensa labor en el Ejército. El ministro Pinzón mencionó el vacío que queda y la tristeza que genera la muerte de cualquiera de sus soldados y fue enfático en señalar que el capitán Patiño es “un héroe de la patria, un valiente que sirvió a su nación y a su institución”. Tanto que ocho días antes de morir, le salvó la vida a uno de sus compañeros.

La tragedia ocurrió el sábado 15 de febrero, cuando el Batallón de Movilidad y Maniobra No. 6, al cual estaba vinculado el capitán Patiño, fue solicitado para brindar apoyo aéreo en la vereda Corazones del municipio de Montañita (Caquetá). El objetivo era sacar de la zona a un soldado profesional que había sido herido de gravedad en un combate con el frente 15 de las Farc. Sin embargo, la situación de combate hacía que el rescate fuera muy complicado.

De hecho, el helicóptero que piloteaba el capitán Patiño intentó aterrizar dos veces para poder salvar al soldado José Aldemar Jaramillo Castro. En la ceremonia se explicó que en el primer aterrizaje la aeronave recibió “fuego enemigo de todos los flancos y el personal en tierra pidió a la tripulación que abandonara el área”. Una vez el helicóptero estaba otra vez en el aire, la tripulación tomó la decisión de hacer otro ingreso a la zona, con el único fin de salvarle la vida al soldado herido porque su estado era bastante delicado.

Según el soldado Aldemar Jaramillo, que todavía se recupera de su herida en el abdomen –el disparo le comprometió el estómago, hígado y vesícula– y apenas hace 14 días fue dado de alta, recuerda que lo hirieron “como a las 12:30 del día y me sacaron al atardecer cuando mi capitán Patiño se arriesgó a aterrizar en la zona porque estaba muy grave y la situación era muy intensa. Me sacaron pero la aeronave fue impactada siete veces”. Una decisión que para Jaramillo es inolvidable, porque le permitió conocer a Gabriela, su pequeña de dos meses a la que sólo hasta hace quince días pudo abrazar.
Además, le confesó a El Espectador que hasta el sábado supo que quien le había salvado la vida fue el capitán Patiño: “Yo estaba en la clínica cuando mi mamá me mostró el periódico con una noticia que se había caído un helicóptero en esa zona y habían fallecido unos del Ejército, entre los que estaba mi capitán. Yo no alcancé a hablar con él antes de que muriera y fue hasta que mi mayor me llamó el sábado y me dijo que él piloteaba el helicóptero que me salvó”.

La vida había unido al capitán Patiño y al soldado Jaramillo años antes cuando este último realizó su servicio militar. El uniformado estuvo bajo las órdenes del oficial la primera vez que empuñó un fusil. De esa época recuerda Jaramillo que “fue un excelente comandante y fui su mano derecha cuando era soldado regular. En diciembre lo volví a ver Larandia (Caquetá), inclusive nos saludamos y me dijo que bacano que me hubiera quedado en la institución. De ahí me sacaron al área y no lo volví a ver”.

Según su esposa, Milena Pérez, el capitán Patiño era muy apreciado entre sus tropas y “fue admirado por sus hombres, por su entrega humanitaria, porque no era del tipo humillante, era un hombre muy humano”. Agregó que “él fue militar desde siempre porque su bachillerato lo hizo en un colegio militar, luego entró a la Escuela Militar, se graduó y llevaba ocho años en el Ejército”.

La carrera de Patiño es de admirar. Se desempeñó como especialista en explosivos, paracaidista y comandante del grupo Marte, un escuadrón antiexplosivos. Milena indicó que “siempre se destacó entre los mejores, estuvo condecorado varias veces, reconocieron su trabajo y estuvo en el cuadro de honor en el último batallón que fue en Larandia”. Un hombre que va a ser extrañado por la institución, pero sobre todo, por su familia. Deja una esposa embarazada, una pequeña niña “a la que era muy entregado” , según Milena, y dos padres que lo seguirán recordando por ser “muy valiente, un héroe total, muy inteligente, muy alegre, era un hombre lleno de sueños por cumplir y lleno de ganas por Colombia, por encontrar un país diferente”, como lo describe su pareja, a la que conoció cuando tenía 17 años.

 



mrincon@elespectador.com

@macamilarincon 
 

Por María Camila Rincón Ortega

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