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Las vueltas de un cuestionado abogado

Delio Alfonso Galvis, investigado por extorsionar narcos en prisión, se cambió de nombre y sigue entrando a cárceles con su nueva identidad.

Diana Carolina Durán Núñez, Sebastián Jiménez Herrera
17 de marzo de 2013 - 09:00 p. m.
El narcotraficante detenido Camilo Torres, alias ‘Fritanga’. / Archivo
El narcotraficante detenido Camilo Torres, alias ‘Fritanga’. / Archivo

Delio Alfonso Galvis tiene una investigación preliminar en la Fiscalía por cuenta de una denuncia que interpuso el Inpec en septiembre de 2012 ante ese organismo y ante la Procuraduría. En ella se advirtió que el litigante, supuestamente, había entrado a varias cárceles a contactar a narcotraficantes de alto perfil como Camilo Torres, alias Fritanga, y Andrés Fernando Arroyave, alias La Máquina, para ofrecerles traslados a los centros penitenciarios que quisieran a cambio de “gruesas sumas de dinero” que, como les decía el abogado, se repartiría con el director del instituto, general Gustavo Ricaurte, y otros altos funcionarios.

Pero Delio Alfonso Galvis ya no existe. Después de la denuncia en su contra se cambió el nombre y ahora su cédula y su tarjeta profesional corresponden a las de un hombre llamado Alfonso de Jesús Bonett, según verificó este diario con la página web de la Registraduría Nacional del Estado Civil. Más grave aún, a pesar de que el asunto de sus presuntos chantajes no se ha esclarecido todavía, con ese nombre ha ingresado en los últimos meses a cárceles como La Picota, Cómbita, la Modelo y la de máxima de seguridad de Valledupar, y ha visitado a varios excapos y exjefes paramilitares.

De acuerdo con reportes de visitas del Inpec conocidos por El Espectador, el abogado de 44 años de edad y oriundo de Villanueva (La Guajira) ha ingresado a las cárceles ya referidas desde septiembre del año pasado hasta la fecha, con la misma tarjeta profesional que usaba cuando se identificaba como Delio Alfonso Galvis, a visitar, entre otros, al exjefe del cartel de Cali Phanor Arizabaleta Arzayús y a los exjefes de la Oficina de Envigado José Leonardo Muñoz Martínez, alias Douglas, y Hernán Darío Giraldo Gaviria, alias Cesarín.

También ha protagonizado encuentros con Gerardo Rivero Prada, supuesto testaferro del capo Daniel El Loco Barrera; con José Arbeis Bonilla Puentes, conocido como El Señor de la B y señalado de ser durante años el amo y señor de la criminalidad en Ibagué, y con el exparamilitar Giovannis Waldir Ustariz Martínez, exjefe de Los Urabeños en Cesar, La Guajira, Magdalena y Atlántico. Una de sus últimas visitas tuvo lugar el pasado 8 de febrero en la cárcel de Cómbita, en Boyacá, y duró dos horas.

En manos de la Fiscalía está una grabación del 14 de junio del año pasado que comprometería al abogado, en la que supuestamente quedó registrado cuando chantajeaba al Phanor Arizabaleta y al exparamilitar José Germán Senna, alias Nico. En un momento uno de ellos le pregunta cuánto costaría el traslado, y Galvis (o Bonett) le responde que eso depende de la persona, pero que, de todos modos, él no estaba para cobrar plata sino que era “apenas un emisario, un intermediario, que viene y los escucha a ustedes”.

Luego agrega: “El que quiera que se le preste la ayuda, se le presta; el que no, no ha pasado nada. Al fin y al cabo ni Ballesteros —un supuesto socio suyo del que nunca menciona el nombre de pila— ni yo vamos a Cómbita ni vamos a Valledupar. No, es el interno. Es el que va a padecer por el clima, por el calor, por la temperatura, por lo que sea (...). Mire, mi señor, los directivos del Inpec son indolentes. Pero eso se maneja así, desafortunadamente. Es decir, si usted quiere comodidad, a sus hijos cerca, desafortunadamente esa es la manera. Ni siquiera con acción de tutela uno puede mover a una persona”.

En un momento se refiere a unos miembros del Inpec que, supuestamente, serían sus socios. Sin embargo, no da sus nombres y apenas dice que “son funcionarios que tienen poder de decisión, de hacer una resolución para enviarlo a uno u otro sitio”. La Fiscalía también indaga si esa supuesta participación de altos funcionarios de la entidad es cierta o no. Al final de la grabación se escucha que uno de los reclusos le dice al abogado, a quien se refieren siempre en la grabación como Delio: “Si usted me dice a mí que, sin soltarle un hp peso, en 15 o 20 días me pone en Cali, dígame cuánto vale”. Galvis le promete darle una cifra el martes siguiente.

En la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura —corporación que examina las actuaciones de todos los abogados del país— ya se tiene conocimiento del cambio de nombre y apellido de Delio Alfonso Galvis por Alfonso de Jesús Bonett, aunque todavía no se ha determinado si ello amerita alguna investigación disciplinaria. Este diario intentó comunicarse con el abogado a los teléfonos que él mismo ha dejado en documentos oficiales, pero uno sonó como si estuviera dañado y en el otro nadie contestó.

La Fiscalía, por su parte, avanza en sus propias pesquisas para establecer con certeza la veracidad de las denuncias en contra del abogado. Ahora, enterada de este particular cambio de nombres y apellidos, debe saber qué relación hay entre las denuncias y sus últimas visitas a reconocidos narcotraficantes y exparamilitares en distintas cárceles del país.

En Twitter: @dicaduran @juansjimenezh

Por Diana Carolina Durán Núñez, Sebastián Jiménez Herrera

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