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Yidis Medina, la mujer que tumbó a tres alfiles uribistas

La excongresista en tan solo tres meses se convirtió en la piedra angular para aprobar el proyecto reeleccionista en 2004. Una mujer que repartió tintos en el Concejo de Barrancabermeja y, según ella, puso de rodillas al expresidente Álvaro Uribe.

Santiago Martínez Hernández
15 de abril de 2015 - 08:41 p. m.
Archivo El Espectador / Archivo El Espectador
Archivo El Espectador / Archivo El Espectador

La mujer que para muchos no era más que una campesina de Barrancabermeja (Santander), que había terminado a duras penas el bachillerato y no había logrado continuar con sus estudios en sicología, se convirtió en el talón de Aquiles de tres de los alfiles más poderosos del primer gobierno de Álvaro Uribe. Yidis Medina, quien llegó al Congreso en 2002 como suplente del representante a la Cámara, Iván Díaz Mateus, fue la protagonista de uno de los episodios más oscuros de la esfera política país: la yidispolítica. Un escándalo que dejó al descubierto cómo a puntas de dádivas, promesas burocráticas y cuotas políticas, se aprobó el acto legislativo de la reelección presidencial en Colombia.

Yidis Medina sólo estuvo tres meses ocupando su investidura como representante a la cámara. Se posesionó en marzo de 2004, cuando el congresista Díaz Mateus estuvo de licencia y vacaciones. En apenas 90 días Medina pasó de ser una desconocida a convertirse en la parlamentaria ‘consentida’ del gobierno para lograr la aprobación de la reelección. Tanto así, que, según lo dijo la Corte, los ministros estrellas de ese entonces, Sabas Pretelt de la Vega y Diego Palacio, y el secretario general de Presidencia, Alberto Velásquez, le ofrecieron el cielo y la tierra para que diera su voto a favor del acto legislativo. Su decisión inclinó la balanza a favor del expresidente Uribe.

Ese 4 de junio, a las 4:30 de la mañana, finalmente fue aprobada la reelección en la Comisión Primera de la Cámara de representantes con 18 votos a favor y 16 en contra. En medio de la discusión no cesaron los señalamientos contra Medina y el exrepresentante por el Valle del Cauca, Teodolindo Avendaño. A la primera, por cambiar su voto en apenas 48 horas, y al segundo por ausentarse de la votación alegando que su hijo se había accidentado –situación que había ocurrido varios días atrás–. Las acusaciones de los opositores en ese momento quedaron en palabras. Sin embargo, cuatro años después, Medina prendió su ventilador en entrevistas con El Espectador y Noticias Uno porque las promesas burocráticas no se cumplieron.

Dio rienda suelta a sus declaraciones y señaló que hasta el expresidente Uribe se le arrodilló en el baño privado de su despacho para pedirle su voto. Relató que la hizo seguir por una puerta grande de madera y la sentó en el inodoro: “Entonces se inclina y coloca su rodilla derecha contra el piso y la izquierda flexionada. Y me mira detenidamente: ‘Yo necesito que usted haga patria, que salve la patria. Yo quiero ser reelegido nuevamente. Mija querida, ayúdeme, si usted me ayuda, yo le ayudo en todos y cada uno de los puestos que tenemos allá en Barranca’”. Desde el principio Uribe y sus colaboradores negaron los señalamientos. Dijeron que Medina estaba loca, que era una criminal, que los estaba extorsionando y justificaron que las reuniones con congresistas y el manejo de cuotas eran un ejercicio válido de gobernabilidad.

Yidis Medina se acogió a sentencia anticipada. La Corte Suprema de Justicia la condenó el 26 de junio de 2008 a 47 meses y seis días de prisión por aceptar estas dádivas. Asimismo, ella se comprometió a declarar contra los funcionarios que participaron en el festín de entrega de comisiones, que, básicamente, consistieron en promesas de inversión en las regiones de los parlamentarios que vendieron sus votos y en ofrecimientos de notarías y cargos del alto gobierno. La condena contra los tres alfiles del Uribe –Pretelt, Palacio y Velásquez– es consecuente con la tesis que dice: "si un funcionario recibió dádivas, es porque alguien se las ofreció y ambos deben ser castigados".

Yidis y la política

Un golpe mediático provocó Yidis Medina cuando en julio de 2008 apareció como portada de la revista Soho. “Le demostré al país que soy una persona normal y que, con el respeto que se merecen las personas delgadas, mi figura es la de muchas mujeres en este país. Creo que las fotos que me publicaron motivaron a la ‘Gorda’ Fabiola para hacer otras parecidas”, expresó Medina en medio de risas. Agregó que no cobró, porque de haberlo hecho dirían que fue un ilícito. En la publicación, la excongresista habló sobre la situación familiar que atravesaba en ese momento y cómo, desde los 14 años, empezó a formar su familia.

Su padre era mecánico y su madre enfermera. Yidis Medina venía de una familia de escasos recursos económicos que vivía en el barrio Miraflores en Barrancabermeja. Estudió en el colegio público Diego Hernández de Gallego y, a pesar de que estaba en un entorno rodeado de violencia por los enfrentamientos entre la guerrilla y los paramilitares, decidió fundar una organización liderada por mujeres: limpiaban andenes, barrían las calles, atendían a los niños y ayudaban a las madres cabeza de familia. Esos fueron sus primeros pasos en la política.

Empezó a relacionarse con políticos regionales y a participar en campañas para la alcaldía de Barrancabermeja y la gobernación de Santander. Asimismo, aspirantes al Congreso le pedían apoyo ya que contaba con una maquinaria social importante. Su reconocimiento en la ciudad creció a tal punto que no existía evento social en el que Medina no apareciera con una de sus minifaldas y diera un discurso político. Fue entonces que conoció a su primer esposo, con quien tuvo dos hijos.

A la par que trabajaba en su fundación y crecía su familia, intentó estudiar sicología social en la Universidad Cooperativa, pero no pudo terminar porque la plata no le alcanzó. Después probó como aseadora, archivadora, vendedora de helados y de gaseosa y repartiendo tintos en el Concejo de Barranca. Fue ahí que empezó su pasión por la política. Gracias a su trabajo social se unió al partido Liberal y después logró ser cabildante. Por esa época, en el año 1995, conoció a su segundo esposo, con quien tuvo a su última hija.

De su gestión en el Concejo se recuerda que golpeó con el micrófono a un colega suyo que presidía el cabildo porque no la dejó hablar. Pero su principal logro fue consolidar su programa social con la alcaldía. A través de la Cooperativa Integrar impulsó el proyecto Las Escobitas, que consistía en generar empleo para las madres cabezas de familia. Medina tenía cierta obsesión por este tema, ya que sus dos esposos la habían abandonado. Finalmente, su gran paso al Congreso se dio por petición de Díaz Mateus y, a pesar de que ella pertenecía al partido Liberal, fue la bancada conservadora la que le permitió dar el salto.

“Votar la reelección me mató”, dijo en una entrevista con El Espectador en 2008 pocos meses antes de ser condenada. Durante su reclusión, Medina contó que tenía que ayudar a sus hijos a hacer tareas por teléfono y que sólo hicieron efectiva la orden de arresto domiciliario cuando ellos se encadenaron frente al penal. Agregó que ella no conocía cómo se hacía la política a nivel nacional.

Las últimas 48 horas

Desde que se posesionó como representante a la Cámara en marzo de 2004, Yidis Medina empezó a asistir a las reuniones de los congresistas del partido Conservador y de las bancadas que en su momento estaban apoyando la reelección. Según ella, por esa época, los ministros Sabas Pretelt y Diego Palacio no dejaban de organizar almuerzos y comidas para asegurar la reelección. Sin embargo, cuatro días antes de la crucial votación que le daría vía libre al proyecto reeleccionista, Medina estuvo presente en una reunión en la casa de su colega Clara Pinillos, una de las personas que lideraba la bancada opositora a las pretensiones de Uribe.

Esa noche, al son de un par de botellas de whisky, se firmó una proposición en la que sepultarían con 18 votos el proyecto de reelección. Según ella, lo hizo por sugerencia del congresista Telésforo Pedraza, quien le dijo que los conservadores tenían que dar el no por órdenes del expresidente Andrés Pastrana. Al final de la velada se tomaron una foto que terminó siendo la portada del periódico El Tiempo, que anunciaba la derrota de la reforma constitucional. Fue entonces que se le vino el mundo encima a Medina.

Al día siguiente su celular no dejó de sonar desde las 6:00 de la mañana. Llamadas de asesores presidenciales, mensajes de ministros, de Iván Díaz Mateus y de una decena de funcionarios de Presidencia. Finalmente, le contestó a su asistente César Guzmán. Él le dijo que había un alboroto por la foto de El Tiempo y que Uribe la estaba buscando para hablar personalmente con ella. Según Guzmán, Díaz Mateus había comprometido su voto por el sí, por lo que en los planes del gobierno no estaba perder la votación en la Comisión primera de la Cámara.

Yidis se había negado a contestar durante todo el día y a asistir a una cita con delegados del gobierno. Le llegaron todo tipo de mensajes, entre ellos, uno de Iván Díaz que decía: “Yidis, no puede tirar las llaves de Palacio al mar. Es muy delicado lo que usted está haciendo”. Por otro frente, también recibía una oleada de comunicaciones de parte de la bancada opositora, especialmente, de Telésforo Pedraza, quien le decía: “Mija, por favor no vaya a echar para atrás, mire que eso se llamaría dictadura”. Ya en la tarde, en su despacho, Díaz Mateus le ordenó que a la mañana siguiente debían asistir a un desayuno con el entonces secretario de la Presidencia, Alberto Velásquez.

En sus testimonios ante las autoridades, Medina precisó que durante esa reunión con Velásquez se habló de temas relacionados con prebendas políticas y se concluyó que a la mañana siguiente, horas antes de la votación del proyecto reeleccionista, iría a una cita en la Casa de Nariño con Uribe. Al llegar a la Presidencia, Medina entró a un salón en el que estaban el resto de sus colegas de la Comisión Primera de la Cámara de Representantes que votarían por el sí, los ministros Sabas Pretelt y Diego Palacio, Alberto Velásquez y el presidente Uribe. Según ella, la recibieron en medio de aplausos.

“Yo ya estaba allí, sentía que no estaba haciendo lo que quería, pero al mismo tiempo experimentaba el halago de mis compañeros y del propio presidente, y empezó a embargarme la seguridad que da el poder”, escribió el periodista Alejandro Villegas en el libro de Yidis Medina. Fue entonces que ocurrió el episodio del baño en el despacho de Uribe. Antes de finalizar la reunión, Medina indicó que Uribe le dijo a Velásquez que revisara qué puestos tenía Horacio Serpa en Barrancabermeja para que se los quitaran y se los dieran a las cuotas de Yidis. Asimismo, que le ordenó a Sabas Pretelt que le ayudara con el tema de las notarías y con un familiar médico de la excongresista que se había quedado sin trabajo tras finalizar un contrato con una EPS.

A su llegada al Congreso comenzó el debate y las recriminaciones de la bancada opositora no cesaron. Medina expresó que el propio Teodolindo Avendaño llegó a su despacho y le dijo que no podían “echarse para atrás con el gobierno”. Fue entonces cuando el exrepresentante desapareció del recinto y se cumplió al pie de la letra la estrategia planeada. Avendaño argumentó su ausencia por enfermedad de su hijo. Por su parte, Yidis, ante las denuncias que hizo el entonces congresista Germán Navas Talero por cambiar su voto, pidió un receso. Se lo otorgaron y a través de algunas maniobras política el gobierno se movió para que no quedara impedida en el debate. Y lo logró. El gobierno cantó victoria en la madrugada del 4 de junio de 2004.

Tras la confesión de Yidis Medina en 2008 la Corte Suprema emitió un fallo en el que pedía procesar a todos los implicados en los hechos, ya que se comprobó que se ofrecieron notarías y cargos en instituciones como Etesa, el Sena, la Red de Solidaridad Social, Caprecom y la Clínica Primero de Mayo de Barranca. Es más, según el alto tribunal, fueron ocho los beneficiarios de Medina: los notarios Sandra Domínguez Mujica, María Lucelly Valencia y Luis Camilo O’Meara; su asesor César Guzmán (nombrado en Etesa); Carlos Correa Mosquera (nombrado como director de la Clínica Primero de Mayo de Barrancabermeja); Juan Bautista (nombrado subdirector del Sena en Barrancabermeja); Jairo Alfonso Plata Quintero (nombrado como coordinador de Acción Social en el Magdalena Medio) y Eduardo Esquivel, un familiar lejano de Yidis Medina que fue contratado en el centro de Salud Luis Carlos Galán.

Asimismo, la Corte Suprema le ordenó a la Corte Constitucional revisar el trámite del proyecto reeleccionista ya que se evidenciaron una serie de irregularidades, entre ellas, cómo se debatieron los impedimentos de los congresistas. El análisis le tocó al exmagistrado Jaime Córdoba Triviño, quien recordó: “Se declararon impedidos 71 congresistas, de los cuales 40 pertenecen al Senado y 31 a la Cámara. En algunos casos, los impedimentos incluían información completa sobre las razones del eventual conflicto de intereses (...) 43 congresistas se declararon impedidos por tener familiares cercanos en cargos de libre nombramiento y remoción del Ejecutivo. Cuatro congresistas se declararon impedidos por tener familiares cercanos como accionistas de empresas concesionarias del Estado. Tres congresistas se declararon impedidos por tener familiares cercanos en gobernaciones o alcaldías. 20 congresistas lo hicieron por tener allegados en cargos de libre nombramiento. Una congresista, por haber logrado que el Gobierno invirtiera algunos recursos en su región”. Esta última era Yidis Medina.

La persecución contra Yidis Medina

En julio de 2012 Yidis Medina recuperó su libertad tras cumplir la pena que le impuso la Corte Suprema. Sin embargo, revivió un fantasma: el proceso que le abrieron por el supuesto secuestro de dos funcionarios de la alcaldía de Barancabermeja el 21 de diciembre del 2000. En esa época, Yidis Medina lideraba el proyecto Las Escobistas y estaba junto a Juan Carlos Carvajal Torres y Ricardo Sequeda, entonces tesorero y secretario de Hacienda de Barrancabermeja. Ese día, los tres fueron retenidos por supuestos guerrilleros del Eln que les exigieron el pago de un dinero que se les debía a las madres cabezas de familia que integraban la Cooperativa Integrar. Al lugar de los hechos también llegó un diputado.

A Yidis, a Carvajal y al diputado los dejaron en libertad. Sequeda se quedó retenido mientras se efectuaba el pago. Luego de las denuncias se investigó la situación pero las autoridades no mostraron resultados. Sin embargo, misteriosamente siete años después, el 4 de septiembre de 2007, Sequeda acusó a Yidis de ser quien estaba detrás del secuestro. La Fiscalía le dio credibilidad a sus palabras y procesó a Medina meses después de que prendiera su ventilador contra el gobierno Uribe. Lo curioso del caso es que, como lo comprobó la Corte Suprema, por esa época Yidis Medina era víctima de una campaña de desprestigio en el DAS porque había amenazado con revelar los pormenores de cómo vendió su voto.

Según el alto tribunal, a Medina se le investigó por supuestos vínculos con el Eln tras los señalamientos que hizo en su contra el fotógrafo Jesús Villamizar. Fue a partir de este testimonio que se estructuró el caso de secuestro de Sequeda. El expediente rotó por varios juzgados hasta que un juez especializado de Bucaramanga la condenó en octubre de 2012 a 32 años de prisión. Yidis Medina se convenció de que era una persecución por sus revelaciones. Sin embargo, tras la apelación, el 29 de junio de 2013 el Tribunal de Bucaramanga le devolvió su inocencia.

La excongresista recuperó la libertad al día siguiente. Desde ese momento fue llamada por la Corte Suprema para que testificara en los procesos contra Sabas Pretelt, Diego Palacio y Alberto Velásquez. Al final se cumplió lo que ella le dijo a este diario en 2008: “Yo estoy afrontando esta situación y estoy cargando con el desprestigio. Pero los del Gobierno se creen los non plus ultra, se creen dioses, y yo les digo que eso del poder no es para toda la vida”.
 

Por Santiago Martínez Hernández

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