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El tesorero federal de Australia, Chris Bowen, indicó que el gobierno australiano ha decidió apresurar la implementación de un mercado de emisiones de carbono que sustituya el impuesto que hasta ahora se venía cobrando a las empresas que producen CO2.
Hace apenas un año, julio de 2012, el Gobierno australiano implementó un impuesto de 23 dólares locales (20,84 dólares o 15,95 euros) por tonelada de CO2 emitida. De acuerdo con esta estrategia enfocada en atacar el calentamiento global, el impuesto debía aumentar un 2,5 % en términos reales hasta 2015 cuando sería reemplazado por un mercado de bonos de emisiones como el que actualmente ya existe en Europa.
Pero el gobierno tomó la decisión de adelantar el plan previsto y crear un mercado de bonos de carbono como el que ya existe en Europa. Bowen explicó que la medida responde a la necesidad de "estimular las inversiones no mineras" tras el fin del auge en el sector y para responder a "las preocupaciones de las familias por el aumento del coste de vida". El precio actual del impuesto a la emisiones de CO2 es de 24,15 dólares locales (21,88 dólares o 16,75 euros). Según los expertos, con la aplicación del futuro mercado la emisión de una tonelada de gas contaminante variará entre 6 y 10 dólares locales (de 5,44 a 9,06 dólares o de 4,16 a 6,94 euros).
"Como nación, necesitamos ponerle un precio al carbono y crear un futuro con energía limpia" dijo en 2012 la entonces primera ministra, Julia Gillard, al anunciar el plan del Ejecutivo. Australia pretende con este tipo de medidas un recorte de 159 millones de toneladas de dióxido de carbono para 2020,lo que significa reducir las emisiones un 5 por ciento en relación con los niveles de 2000. Australia, que depende en casi un 80 por ciento del carbón para generar electricidad, tiene previsto cerrar para 2020 la mayoría de las centrales eléctricas de carbón, promover las inversiones en el desarrollo de energías limpias y el desarrollo de tecnologías menos lesivas al medio ambiente.