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Avión de Chile cargado con cóndores

Seis aves llegaron al parque Jaime Duque en Bogotá para repoblar las montañas colombianas.

María Paulina Baena Jaramillo
21 de noviembre de 2015 - 03:50 a. m.

Hace casi un mes, el 23 de octubre, aterrizó en Bogotá un vuelo poco usual proveniente de Santiago de Chile. En cajas de madera venían tres parejas de cóndores andinos: tres machos y tres hembras. Se nacionalizaron en el país y fueron llevados al parque Jaime Duque con el objetivo de repoblar nuestra cordillera de los Andes. Hoy sólo vuelan 200 en Colombia, mientras que en Chile han censado unos 20.000.

Como contó Eduardo Pavez, presidente de la Unión de Ornitólogos de Chile, el proceso fue fortuito y largo. Comenzó hace tres años, con una visita que hizo a Colombia para compartir experiencias sobre el cóndor de los Andes. “La cordillera andina chilena está despoblada de humanos y eso hace que tengamos poblaciones importantes de animales. A diferencia de la colombiana, que ha sido habitada desde hace siglos, lo cual pone en peligro de extinción a los cóndores”.

Para Pavez, el cóndor no conoce barreras administrativas. Es uno solo que habita desde Venezuela hasta Tierra del Fuego, en la Antártica chilena. Y bajo ese precepto arrancaron los trámites para traerlos. En Chile habían recibido a los cóndores de dos y tres años en el Centro de Rehabilitación de Aves Rapaces. Cuando los gobiernos y entidades encargadas le dieron luz verde al viaje, las aves entraron a hacer parte del Programa Nacional de Cría del Cóndor, liderado por la Asociación Colombiana de Parques Zoológicos, Acuarios y Afines (Acopazoa), con el respaldo del Minambiente.

De acuerdo con Antonio Gómez, miembro del Programa de Conservación del Cóndor Andino del Minambiente, se han liberado cerca de 80 cóndores, alcanzando una población cercana a los 180 en Santander, los nevados y Boyacá.

El jueves los animales completaron la cuarentena que exige el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA). Después de exámenes sanitarios de sangre y materia fecal, el veterinario del parque Jaime Duque, Leonardo Arias, concluyó que los animales estaban libres de cualquier enfermedad que pudiera ser transferida de un país a otro. Las parejas, entonces, estaban listas para reproducirse en cautiverio y sus polluelos serán liberados en las diferentes regiones del país.

Según Carolina Falla, directora ejecutiva de Acopazoa, una pareja permanecerá en el parque Jaime Duque, en la sabana de Bogotá, otra viajará al zoológico Santa Fe, en Medellín, y la otra se reproducirá en el Aviario Nacional de Colombia, en Barú. “Firmamos un acta en donde esos zoológicos se comprometen con investigación y conservación. Los criterios para seleccionarlos fueron las medidas, las áreas de manejo, nidos característicos y personal capacitado. Todavía hay espacio para seis cóndores más”.

Los cóndores necesitan recintos luminosos, espacios íntimos donde estén tranquilos, generalmente altos, con cuevas donde puedan reproducirse. Son amantes del agua y les gusta bañarse. Y rocas, en vez de árboles, que utilizan como perchas o lugares donde reposar. Falla comentó que, una vez ponen el huevo, se da un proceso de incubación artificial, aislamiento, rehabilitación y aprendizaje mediante cóndores nodrizas (aquellas que les enseñan a las crías a volar).

Mientras la gente habla en susurros porque advierten que los cóndores pueden vomitar debido al estrés (una respuesta natural para liberar peso y alzar el vuelo), las tres parejas permanecen vigilantes en una jaula del Jaime Duque. Estos individuos pesan en promedio 10 kilos, viven hasta los 70 años, tienen 30 años de vida reproductiva, son monógamos y ponen un huevo cada dos años.

Pavez cuenta que el cóndor se suele pensar como depredador o como una gran águila cazadora. Sin embargo, los cóndores son buitres, “eso quiere decir que son carroñeros y se alimentan de los desechos de grandes animales que quedan en el campo. El rol que ejercen es de limpiadores. Si no es por ellos, los animales muertos se descompondrían y contaminarían los suelos y fuentes de agua, proliferarían las moscas y con ellas los vectores y patógenos”.

Además, el cóndor no tiene enemigos, no tiene depredador natural, salvo los humanos que los cazan por considerarlos peligrosos. La idea es mantener estas parejas en cautiverio para que su decendencia se libere a la vida silvestre.

Pero no sólo Chile es un socio aliado en la conservación. Perú, Argentina y Estados Unidos también lo son. Mike Maze, del zoológico de San Diego en Estados Unidos, aseguró que han enviado más de 60 cóndores de su país para que sean liberados en Colombia.

Por María Paulina Baena Jaramillo

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