Bahía de Cartagena revive por El Niño

Cartagena está presenciando una belleza sin igual por estos días.

JOSÉ YUNIS
31 de enero de 2016 - 09:00 p. m.

El río Magdalena no tiene agua y por tanto el Canal del Dique no transporta ni deposita los sedimentos y nutrientes que traen las aguas del río a la bahía. Todo vuelve a ser como era antes, un medio totalmente oceánico de origen coralino.

Hay que aprovechar este momento y dejarse seducir por estos colores que durarán lo que dure el verano que nos azota en la cuenca Magdalena-Cauca, quizás hasta marzo de este año.

Después volverán la fuerza del río, los tonos oscuros, la contaminación. El río Magdalena fue conectado a la bahía de Cartagena de manera artificial en 1952, y fue ampliado y rectificado entre 1981 y 1984, agravando el problema al quintuplicar el caudal del Dique, dando comienzo así a la fenomenal transformación de medio marino a estuarino.

Es importante fijarse en lo que está pasando hoy porque nos da certeza sobre lo bella y limpia que puede volver a ser la bahía una vez se controle el Canal del Dique. La belleza que estamos presenciando hoy de manera temporal será permanente.

Ciertamente, resolver el tema del canal no es una cuestión de belleza contemplativa de los colores de bahía, sino de desarrollo estratégico y sostenible del país a largo plazo. Controlando el canal, no habrá inundación en los años venideros en los pueblos ribereños de los departamentos Atlántico, Bolívar y Sucre, protegiendo sus infraestructuras básicas.

Los corales e islas del Rosario, así como las bahías de Barbacoas y Cartagena, no seguirán sedimentándose con finos de río y recuperarán su condición coralina, haciendo aún más atractiva la ciudad y su entorno, mejorando la pesca, incrementando el turismo, alegrando el espíritu. Y mejorarán las condiciones para la navegación.

Hay sectores en la bahía con unos 60 centímetros de sedimento en su suelo, y aumentando, ya que aproximadamente 1.800 volquetas de 6 toneladas entran cada día a las bahías de Cartagena y Barbacoas. No debería seguirse sedimentándose el suelo de la bahía y debemos trabajar para reducir la vulnerabilidad de la ciudad al ascenso del nivel del mar.

Finalmente, las obras de control de caudal con esclusas en Calamar y Puerto Badel impedirán que sigan creciendo dentro de las bahías de Cartagena y Barbacoas los deltas de Pasacaballos, Lequerica y Matunilla. El primero de ellos se acerca peligrosamente al canal de navegación del puerto de Cartagena, mientras los otros mandan sedimentos en épocas de lluvias a los corales del PNN Corales del Rosario. En veranos intensos, como el actual, las esclusas evitarán que la cuña salina amenace la bocatoma de la ciudad de Cartagena.

Una vez tomada la decisión sobre los diseños finales de obra, tendrán que manejarse dos retos. El primero e inmediato es la coordinación de las diversas entidades públicas para que no haya tropiezos en la ejecución de la obra. El segundo, un posible aumento, debido al incremento del dólar, en algunos rubros y materiales que deben ser adquiridos necesariamente en el exterior. Este último no debe ser un problema dados los beneficios que trae la obra, la ejecución a dos o tres años y el compromiso pleno que ha mostrado el Gobierno Nacional.

Los que vivimos en la región esperamos la iniciación de las obras y tener un canal controlado en 2018-2019. Hay momentos y proyectos en la vida que mejoran radicalmente una ciudad, una región o un país. Este es uno de ellos. Nuestros hijos y los que vengan sabrán que esto se hizo bien, se hizo para mejorar.

Por JOSÉ YUNIS

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