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La campesina que venció a la gran minería en Perú

Luego de años de disputa y distintas presiones, la peruana Máxima Acuña logró evitar que una laguna se convirtiera en el vertedero de basura de una mina de oro.

Jesús Mesa
18 de abril de 2016 - 06:13 p. m.
La campesina peruana se hizo merecedora del premio por su defensa del medio ambiente en el conflicto con la empresa minera Yanacocha / Goldman Prize
La campesina peruana se hizo merecedora del premio por su defensa del medio ambiente en el conflicto con la empresa minera Yanacocha / Goldman Prize

"Soy pobre y analfabeta, pero sé que nuestra laguna y las montañas son nuestro verdadero tesoro, y lucharé para que el proyecto Conga no las destruya", dijo Máxima Acuña, quien fue galardonada con el Premio Goldman, considerado el premio Nobel del medioambiente. Su enfrentamiento con la compañía minera Newmont por una concesión de extracción de oro en un área que se superpone a su casa y a una laguna en donde la campesina realizaba sus actividades diarias, la hicieron acreedora de esta distinción..

"Esta agricultora de subsistencia en la sierra norte de Perú se levantó para defender su derecho a vivir en paz en su propia tierra, una propiedad buscada por Newmont y Buenaventura Mining para desarrollar una mina de oro y cobre", destacó hoy la organización Goldman, quienes entregan el prestigioso premio.

Acuña y su familia ganaron un litigio con la empresa minera Yanacocha por la propiedad de su predio frente a la Laguna Azul, situada en la región de Cajamarca, en el norte de Perú, e incluida en el proyecto de extracción aurifera Conga.Ese proyecto contemplaba una inversión de 4.800 millones de dólares pero fue rechazado por gran parte de los habitantes de la región, que temían que se contaminaran sus reservas de agua y rechazaban que se drenaran cuatro lagunas, dos para extraer metales y el resto para almacenar los desechos que dejaría la explotación..

Todo comenzó, cuenta Máxima al periodista Joseph Zárate, luego de una crisis de salud que la obligó a viajar a la casa de su abuela para poder recuperarse. Al volver, Acuña se encontró con una carretera amplia y llana que en nada se parecía a la trocha que ella utilizaba diariamente para entrar a su casa. La vivienda y cultivos de Máxima se ubicaba en la entrada a una de las lagunas que el proyecto minero Conga, de la compañía Newmont, que usaría como depósito de los desechos de la explotación de oro. De inmediato, la campesina se dirigió hacia la empresa minera, pero la respuesta de los ingenieros fue fría. "Ese terreno es de la mina. La comunidad de Sorochuco lo vendió hace años. ¿Acaso no sabía?", le dijo el ingeniero.

Sorprendida y enfadada, la campesina solo tenía preguntas. ¿Cómo podía ser eso cierto si ella había comprado esa parcela en 1994 al tío de su marido?  ¿Cómo podía ser Yanacocha dueña del predio Tragadero Grande si ella tenía un papel que decía lo contrario? Ese día el ingeniero la despidió de su oficina sin otorgarle mayor respuestas.

Pero esta no fue la única de las violaciones que sufrio Máxima Acuña en los terrenos de su hogar, pues de hecho, fue solo el principio de una serie de acciones agresivas por parte de la empresa minera para intimidar a la campesina. Medio año después, en mayo de 2011, Acuña salió temprano hacia donde una vecina para tejerle una frazada de lana de oveja. Al regresar encontró su choza reducida a cenizas. Los corrales de sus cuyes estaban tirados. La campesina denunció a Yanacocha al día siguiente, pero la denuncia fue archivada por falta de pruebas. Pero eso no importó, e Intentaron seguir con sus vidas hasta que llegó agosto de 2011.

Según le contó Acuña, al portal peruano Ojo Público, en la segunda semana de agosto ella y su familia tuvieron que sufrir una serie de abusos policiales que, diariamente, iban creciendo en intensidad. Según cuenta Acuña, el lunes 8 de agosto un policía llegó hasta la choza y pateó las ollas donde preparaban el desayuno y les advirtió que debían dejar el terreno. No lo hicieron. El martes 9 unos policías y vigilantes de la minera confiscaron todas sus cosas, desataron la choza y le prendieron fuego.

Pero fue el jueves 11 en que los abusos se hicieron más violentos y evidentes. Cuenta Máxima que ese día un centenar de policías con cascos, escudos antimotines, bolillos y escopetas fueron a desalojarlos. Una retroexcavadora venía con ellos mientras los ingenieros de la empresa minera observaban en silencio desde lejos. Y mientras la hija menor de Acuña, Jhilda, se plantaba en frente de la excavadora para que no destruyeran su párcela, los policías golpeaban a su padre, madre y hermanos. En medio del alboroto, un suboficial golpeó a Jhilda en la nuca con la culata de una escopeta, ella se desmayó y el escuadrón, asustado, se fue de la zona. Ysidora Chaupe, la hija mayor, grabó el resto de la escena con la cámara de su celular. El video dura un par de minutos y se puede ver en YouTube: su madre grita, su hermana está inconsciente en el suelo.

La empresa minera ha negado esas acusaciones una y otra vez ante jueces y periodistas del Perú. Piden pruebas, pero las únicas que hay son las cicatrices que la familia de Acuña tiene en el cuerpo. Y aunque tiene certificados médicos y fotos que registran los moretones que le dejaron en los brazos y las rodillas, estas no fueron suficientes, al menos para comprobar la responsabilidad de la minera.

Después de que los medios difundieran su caso, la lucha de Máxima Acuña ganó seguidores en el Perú y el extranjero, pero también escépticos y enemigos. Para Yanacocha, ella es una usurpadora de tierras. Para miles de campesinos en Cajamarca y activistas del medio ambiente ella es La Dama de la Laguna Azul, como la empezaron a llamar cuando su resistencia se hizo conocida.

Esta serie de abusos y violaciones hicieron que Acuña junto con su familia entablaran un proceso judicial que, finalmente ganó en segunda instancia en el 2015, convirtiéndola en símbolo de lucha y resistencia. Aunque previamente Acuña y su familia habían perdido dos juicios, en el tercero Máxima logró demostrar con documentos que compró la propiedad en 1994, mientras que la empresa argumentaba que esas tierras eran de ellos desde 1996 y 1997. Pero lo que estaba en juego, en realidad, no es particularmente el caso de esta Laguna, porque así como Acuña, hay miles de campesinos en latinoamerica enfrentados a aquello que llamamos desarrollo.

El Premio Ambiental Goldman, establecido en 1989 por los filántropos Richard y Rhoda Goldman, también les será entregado a Edward Loure, de Tanzania; Leng Ouch, de Camboya; Luis Rivera Herrera, de Puerto Rico; Destiny Watford, de Estados Unidos; y Zuzana Caputova, de Eslovaquia. Ellos y Máxima permanecerán por 10 días en San Francisco y Washington. Se han previsto ruedas de prensa, entrevistas con medios de comunicación y también reuniones con líderes políticos y ambientales. frecuentemente a riesgo de sus propias vidas. Se divide por regiones: África, Asia, Europa, Islas y Naciones Isleñas, y América.

Conozca a los otros ganadores del premio aquí.

Por Jesús Mesa

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