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Colombia urbanizada y biodiversa

El país alberga el 14% del patrimonio biológico mundial y se estima que para el año 2020 el 80% de su población vivirá en ciudades. Los ecosistemas urbanos trascienden la agenda local y adquieren interés global.

María Paulina Baena Jaramillo
16 de julio de 2015 - 03:59 a. m.
Quebrada Las Delicias, en la localidad de Chapinero. / Liz Durán
Quebrada Las Delicias, en la localidad de Chapinero. / Liz Durán

La urbanización ha cambiado la superficie de la tierra y, de paso, la biodiversidad que está sobre ella. En sólo 40 años la población urbana se duplicará. Para el 2050, el 70% de la población mundial vivirá en ciudades y se habrá construido un área adicional equivalente a Sudáfrica. Y esta urbanización se hará en las zonas más biodiversas del planeta.

En América Latina, entre 1950 y 2010 la población urbana pasó de 40 a 80%. En Colombia, 75% de la ciudadanía vive hoy en áreas urbanas y se estima que para el 2050 aumentará a 85%, según cifras del DNP y del Banco Mundial.

Como aseguró el comunicado del Instituto Humboldt durante el Foro Urbano Mundial del año pasado, “las ciudades no son autónomas. Respirar un aire puro, pasear por un humedal en bicicleta, garantizar la oferta de agua y alimentos hacia las ciudades son eventos posibles gracias a los servicios ecosistémicos que nos brinda nuestra biodiversidad”.

Esto es un gran desafío para las ciudades, en tanto que el crecimiento demográfico representa una mayor demanda y presión sobre los recursos naturales. Las ciudades hoy en día consumen 67% de toda la energía producida en el planeta y son responsables de casi 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Pero al mismo tiempo es una oportunidad, pues de acuerdo con el portal Cities and Biodiversity Outlook (CBO) y el informe de la Convención de Diversidad Biológica (CBD), las ciudades tienen el brazo político y la capacidad de innovación para facilitar la preservación de ecosistemas en vez de ser las mayores generadoras de huella ecológica.

La biodiversidad puede existir en las ciudades y mejorar la salud física y mental de las personas al reducir la escasez de agua, mitigar los efectos del cambio climático, aumentar la seguridad alimentaria y proporcionar estímulos espirituales.

Los años que van desde el 2011 al 2020 fueron declarados como la década de la biodiversidad por las Naciones Unidas. Esto implica la conservación de áreas verdes, corredores naturales, creación de parques y techos blandos como sumideros de carbono.

Pero más que eso, “esta década invita a cada ciudadano a reflexionar sobre las plantas, mariposas, aves y otros animales que antes observaba y que hoy han partido para no volver; los peces del río que antes pescaba, compraba y consumía y que ahora añora; y el agua que antes bebía directamente del río y hoy le toca comprar en envases de plástico”, comentó Saulo Usma, especialista de agua dulce de WWF.

Este cambio se debe dar a partir de lo que ya está establecido. “La innovación no radica tanto en el desarrollo de nuevas tecnologías de infraestructura, sino en trabajar con lo que ya tenemos de forma novedosa. Los resultados son a menudo mucho más baratos y sostenibles”, dijo Thomas Elmqvist, científico de la evaluación de ciudades de Naciones Unidas.

En Colombia, los esfuerzos por construir ciudades biodiversas aún son tímidos. Solo en el año 2000 las ciudades comenzaron a mirar en dirección a su naturaleza. Bogotá y Medellín son las únicas que han adoptado la Política Nacional de Biodiversidad. Actualmente los ríos de las grandes ciudades han sido canalizados y convertidos en cloacas. Los humedales fueron desecados y rellenados para construir viviendas en ellos. Las ciénagas son propiedad de terratenientes que se establecen con actividades ganaderas y agrícolas.

Hoy la tarea es revertir estas actividades, porque la naturaleza, año a año, nos está pasando su cuenta de cobro mediante fenómenos naturales extremos, como inundaciones, incendios forestales y sequías.

Bogotá mira hacia los cerros

Restauración de humedales:

Solo en el año 2000 se generaron los primeros estudios en humedales que mostraron la importancia de estos ecosistemas, pero también pusieron en evidencia los procesos de deterioro en los que se encontraban. En el 2004, mediante el decreto 190, los humedales bogotanos fueron reconocidos como áreas protegidas en la categoría de Parques Ecológicos Distritales de Humedales. El humedal en mayor proceso de recuperación es La Conejera. Otros humedales donde se han implementado acciones para su recuperación son Córdoba, Tibabuyes (Juan Amarillo), Jaboque y La Vaca. Estos ecosistemas sirven para controlar las inundaciones, conservan la riqueza de fauna y flora del altiplano y tienen un gran valor cultural y paisájistico.

Recuperación de quebradas:

En la actualidad, de las 192 quebradas inventariadas que tiene Bogotá, se han restaurado Aguas Calientes, Puente Piedra, Morací, La Vieja, Las Delicias, San Cristóbal, La Floresta, Bolonia. En los años 2007 a 2009 se estableció la estructura ecológica denominada Corredor de conservación Chingaza-Sumapaz-Guerrero-Guacheneque, dentro de la que se encuentran humedales y quebradas cuyos resultados de restauración más reconocidos son los ejecutados por Conservación Internacional en convenio con el Fondo de Desarrollo Local de Chapinero y la Secretaría Distrital de Ambiente.

Llamar a las especies:

Dentro de las especies más representativas que aún encontramos en las zonas recuperadas de Bogotá se encuentra el tigrillo (Leopardus tigrinus), el felino más pequeño de Suramérica, cuya presencia se ha registrado en los cerros orientales entre la quebrada La Floresta y la vereda Yerbabuena en Chía, de acuerdo con estudios de Conservación Internacional y PROCAT. En las quebradas La Vieja y Las Delicias ya es fácil visualizar a la pava andina (Penelope montagnii) y en el humedal La Conejera, el curí (Cavia anolaimae). Además, en los humedales de Bogotá tenemos registros, cada vez más escasos, de dos especies en vía de extinción: la tingua bogotana (Rallus semiplumbeus) y el cucarachero de pantano (Cistothorus apolinari).

Patricia Bejarano, gerente de uso y planificación de suelo, Conservación Internacional

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Medellín y su política biodiversa

Política de biodiversidad pionera:

“Medellín, una ciudad para la biodiversidad” es el nombre de la política pública municipal enmarcada en la Política Nacional para la Gestión Integral de la Biodiversidad y sus Servicios Ecosistémicos (Pngibse), que en el 2014 se convirtió en pionera en el país al ser el primer ejercicio a escala local de gestión ambiental y ecológica en centros urbanos que adopta nuevas bases. El trabajo se hizo con la Secretaría del Medio Ambiente, el Instituto von Humboldt, el Jardín Botánico de Medellín, la Corporación Parque Explora, Parques Nacionales Naturales de Colombia, las universidades de Antioquia y Nacional de Colombia y las autoridades ambientales de la región.

María Angélica Mejía, investigadora del programa de gestión territorial - Instituto Humboldt

Biodiversidad:

De acuerdo con cifras del Instituto von Humboldt, el municipio alberga 25% de aves del país, 19% de sus mamíferos, 10% de sus plantas vasculares y 4% de sus anfibios.

Proyecto Parques del Río:

Es un proyecto de intervención y de renovación urbana del entorno del río Medellín para conectar la ciudad con movilidad, el espacio público y servicios ambientales. La ingeniería y el urbanismo trabajan de la mano para hacer del río Medellín el principal punto de encuentro de la ciudadanía. Según su alcalde, Aníbal Gaviria Correa, con el proyecto se busca “devolverle la vida al río y el río a la ciudad y a sus habitantes”.

Opiniones divididas:

El proyecto Parques del Río es polémico, pues aunque se espera que tenga un impacto positivo sobre la movilidad y la recreación de los habitantes de nueve de las 16 comunas de la ciudad gracias a 34 km de vías peatonales, 32 km de ciclovías y 1,6 millones de metros cuadrados de espacios públicos, su diseño no tuvo en cuenta la importancia del área para la biodiversidad existente en la ciudad y en su fase inicial de construcción taló gran número de árboles que eran reconocidos como hábitat para la avifauna, como explicó Ana María Castaño, ornitóloga de Medellín.

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Montería alrededor del río Sinú

Acciones contra el cambio climático:

La ciudad cuenta con un Plan Maestro para el Cambio Climático, planteado en el 2011, en donde se definieron 15 retos y 26 acciones para la reducción de gases de efecto invernadero, el cual ha sido monitoreado por la Secretaría de Planeación.

Movilidad sostenible:

Las acciones más relevantes del plan relacionadas con la mitigación tienen en cuenta promover la movilidad urbana sostenible a través de la creación de un Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP) y una red de ciclovías con el objetivo de reducir las emisiones de carbono en 5%.

Energías renovables:

Busca promover el uso de energías renovables a través de la implementación de medidas de eficiencia energética (reducir 15% las emisiones de carbono); sustitución del alumbrado público (reducir un 5% las emisiones); iluminación eficiente (reducir en 15% las emisiones) y un proyecto piloto en energía solar denominado Red de Escuelas Solares.

Agua potable:

El plan también busca aumentar la cobertura de agua potable rural a 80% de la ciudad y del alcantarillado sanitario urbano a 90% para el 2019, lo cual permite que se reduzcan las emisiones de metano en 7%.

Río Sinú:

El río Sinú es el tercero en importancia del país y ahora es concebido como la “columna vertebral” del plan de desarrollo de Montería. El aumento de la extensión del parque Ronda del Sinú y un programa de reforestación con un millón de árboles capturará 700.000 toneladas en el período 2012-2019. La ronda busca convertirse en un espacio para que visitantes puedan pasear a pie o en bicicleta y realizar distintas actividades lúdicas y culturales rodeados de árboles y especies nativas como ardillas y aves. El parque, que en un futuro será ampliado a ocho kilómetros, es el proyecto bandera para la recuperación del río Sinú.

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Capitales naturales europeas

Hoy, más de dos tercios de los europeos viven en pueblos y ciudades. Las zonas urbanas no solo concentran la mayor parte de los desafíos ambientales que enfrenta nuestra sociedad, sino que también reúnen el compromiso y la innovación para resolverlos. El premio Capital Verde Europea es una iniciativa de 15 ciudades, entre ellas Helsinki, Berlín, Madrid, entre otras, y ha sido concebido para promover y recompensar estos esfuerzos.

En 2015, la ciudad de Bristol (Reino Unido) fue galardonada como la Capital Verde Europea, entre otros, por su destacado manejo de los recursos hídricos. Desde 2010, seis ciudades europeas han recibido este reconocimiento por su labor al enfrentar desafíos ambientales en zonas urbanas y resolverlos de manera innovadora.

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La ventaja de tener ciudades con biodiversidad

Urbanización como reto y oportunidad

Se espera que el área urbana total se triplique entre los años 2000 y 2030, mientras que la población urbana se duplicará. En el 2050, 70% de la población del mundo será urbana. Estudios recientes sugieren que el suministro mundial de alimentos tendrá que ser el doble del actual para satisfacer las necesidades alimentarias de la población, la demanda global de energía puede aumentar hasta en 80% y la demanda de agua 55% entre el 2000 y el 2050.

Es un capital natural

Cuantificar el valor de los ecosistemas, en términos monetarios y no monetarios y colocar valores cualitativos, son herramientas importantes para la integración de consideraciones ecológicas en la gestión de una ciudad. El capital natural contribuye a la creación de empleo, ahorro de dinero y complementa los servicios prestados por los municipios, como la provisión de agua potable, la gestión del riesgo de desastres y el incremento de la seguridad alimentaria.

Mejoran la salud y el bienestar de la gente

Los beneficios para la salud que se derivan del contacto directo con los ecosistemas van desde la mejora de la función inmunológica, el estado de ánimo y concentración para reducir el estrés y mejorar los beneficios del ejercicio físico. Los ecosistemas purifican el agua y el aire, controlan las plagas, regulan el clima.

Contribuyen a la mitigación de los efectos del cambio climático

Las ciudades aportan 70% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. La inversión en espacios verdes y humedales puede aumentar el almacenamiento de carbono y la absorción de contaminación, así como reducir el efecto de las islas de calor. Los árboles pueden contribuir a la mitigación del cambio climático proporcionando sombra y refrigeración. Espacios azules, como las cuencas hidrográficas juegan un papel crucial, pues permiten el acceso a agua potable.

Incrementan la seguridad alimentaria

El rápido crecimiento de las ciudades está desafiando la agricultura y la modificación de los sistemas alimentarios a nivel local y mundial. La capacidad de las zonas urbanas, periurbanas y rurales para el desarrollo de alimentos es fundamental en un mundo cada vez más urbanizado. Se necesitan inversiones y estimular a los ciudadanos, para documentar y proteger las especies de flora y fauna locales.

 

Por María Paulina Baena Jaramillo

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