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Cuatro décadas en busca del equilibrio ambiental

Hace 40 años se creó el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Su director analiza para El Espectador los intentos por lograr un planeta más sostenible.

Achim Steiner*
03 de febrero de 2012 - 07:01 p. m.

Hace 40 años, en medio de la creciente preocupación respecto a la contaminación atmosférica, de los suelos y de los océanos, la pérdida cada vez mayor de especies, y la desaparición de los bosques a causa de la lluvia ácida, los gobiernos decidieron establecer una entidad de la ONU encargada de coordinar la respuesta global a estos desafíos.

Entre junio de 1972 y la Sesión de la Asamblea General de la ONU del mismo año, muchos países hicieron presión para acoger la sede de la nueva entidad ambiental, incluyendo México, la India, los Estados Unidos y el Reino Unido.

Sin embargo, fue Kenia la nación que finalmente ganó el debate diplomático, convirtiéndose en el primer país en desarrollo en acoger una sede de la ONU. El PNUMA, como se conoció desde entonces, tuvo su primera sede en el Centro Internacional de Conferencias Kenyatta.

Las fotografías en blanco y negro tomadas en las celebraciones inaugurales del 2 de octubre de 1973 muestran al Presidente Kenyatta rodeado de guardabosques, blandiendo su conocido matamoscas, mientras que a su lado, en posición de firmes, aparece el canadiense Maurice Strong, de 43 años, nombrado primer director ejecutivo del PNUMA.

Dos años más tarde, el PNUMA mudó sus oficinas a Gigiri, al lugar que ocupaba una antigua hacienda cafetera, donde aún se radica la organización hoy en día. Las oficinas acogen a unos 1.130 empleados locales e internacionales, y actúa como centro neurálgico de una red estratégica de oficinas regionales en Bangkok, Ciudad de Panamá, Washington D.C., Ginebra y Bahréin.

Para muchos kenianos y kenianas, el PNUMA y su trabajo a veces pueden parecer bastante alejados de la vida cotidiana.

Originalmente, el PNUMA se estableció con el propósito de coordinar las actividades relacionadas con temas ambientales de los demás miembros del sistema de la ONU, así como para proporcionar aportaciones científicas a los estados miembros sobre tendencias emergentes en los cambios ambientales.

El énfasis en el conocimiento científico ha sido quizás el aporte más importante del PNUMA, contribuyendo a que los gobiernos negocien tratados internacionales clave para responder a las crisis ambientales emergentes.

El Protocolo de Montreal, relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono —el revestimiento protector que filtra los niveles dañinos de los rayos ultra violeta procedentes del sol— es un buen ejemplo.

En la década de los 80, se hizo patente que ciertos químicos utilizados en productos como los refrigeradores y los extinguidores de fuego estaban deteriorando la capa de ozono. Para el año 2010, este tratado del PNUMA había logrado coordinar la retirada paulatina de más de 100 de estos gases dañinos.

De no ser por el Protocolo de Montreal, los niveles atmosféricos de las sustancias que agotan la capa de ozono se habrían multiplicado por 10 en 2050, lo que habría provocado hasta 20 millones de casos adicionales de cáncer de piel y 130 millones más de casos de cataratas oculares, además de daños al sistema inmunológico humano, a la vida silvestre y a la agricultura.

Hoy en día, continúa la labor de presentar los conocimientos científicos y convocar negociaciones de tratados.

Hace apenas unos meses, gobiernos de todo el mundo se reunieron en Gigiri para impulsar avances en los planes para la formulación de un acuerdo global relativo al mercurio —un conocido metal pesado que causa daños al sistema nervioso.

Al Sombrerero Loco de Alicia en el país de las Maravillas se le conoce como tal porque los sombrereros solían utilizar el mercurio para endurecer las alas de los sombreros, inhalando los gases despedidos en el proceso.

A finales de la década de los 80, cuando el mundo intentaba comprender las implicaciones del aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera, el PNUMA y la Organización Meteorológica Mundial crearon el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.

Su trabajo científico se ha convertido en la principal evaluación de riesgo y en el punto de referencia más importante para los gobiernos sobre las tendencias y los impactos probables del cambio climático. De igual manera, las conclusiones del Grupo han tenido un papel clave en la decisión de establecer la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y su tratado para la reducción de emisiones, el Protocolo de Kioto.

Después de la célebre Cumbre de la Tierra de 1992, se otorgaron más oportunidades al PNUMA para avanzar en su trabajo como agencia implementadora de un nuevo fondo de miles de millones de dólares —el Fondo Mundial para el Medio Ambiente.

Kenia es uno de los países en desarrollo donde se han desarrollado mapas de energía solar y velocidad del viento, los cuales han servido de apoyo al gobierno y a inversores internacionales para crear instalaciones de energía renovable.

La expansión del potencial eléctrico geotérmico de Kenia en el Gran Valle del Rift ha sido posible, en parte, gracias a un proyecto liderado por el PNUMA, una iniciativa que busca introducir técnicas de perforación más fiables y rentables.

Desde el 2008, la organización ha estado abogando por la economía verde como instrumento para impulsar el desarrollo y generar fuentes de trabajo, pero de modo que mantenga la huella de la humanidad dentro de las fronteras ecológicas.

En los últimos años, la política energética de Kenia ha sido parte de esta transición, como lo es su nuevo compromiso de restauración y rehabilitación de sus ecosistemas.

Parte del trabajo de la Economía Verde ha sido el evaluar los servicios multibillonarios que presta la naturaleza y comunicar esta información a los gobiernos ya que, hasta muy recientemente, estos servicios habían sido invisibles en las cuentas nacionales de pérdidas y ganancias.

Aquí en Kenia, el PNUMA ha trabajado conjuntamente con el gobierno para evaluar el valor del complejo forestal Mau, que ha perdido alrededor de 30 por ciento de su cubierta boscosa en las últimas décadas.

Se estima que los servicios generados por este bosque —agua para alrededor de una docena de ríos que alimentan el Maasai Mara y el Lago Nakuru; la humedad que sostiene a la industria del té; y el almacenamiento de carbono —,tienen un valor total de hasta $1,5 miles de millones anuales para la economía de Kenia.

Estos cálculos aproximados han ayudado a inclinar la balanza a favor de la restauración, en vez de la degradación, de este activo natural tan importante.

A menudo, las grandes conferencias de la ONU pueden ser percibidas por el público como grandes festivales de retórica y, ciertamente, el apoyar esfuerzos para que más de 190 países lleguen a un acuerdo y cooperen puede convertirse en una tarea frustrante.

Sin embargo, los beneficios reales de los acuerdos forjados por las naciones a menudo sólo emergen años o décadas después.

En la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada en 2002 en Johannesburgo, se le solicitó al PNUMA actuar como líder de una alianza para acelerar la retirada paulatina, a nivel mundial, de la gasolina con plomo. El plomo es particularmente dañino para el cerebro de los niños pequeños y los jóvenes.

Desde entonces, alrededor de 80 países en desarrollo, incluyendo Ghana, Kenia, Tanzania, África del Sur, Vanuatu, y varios del Caribe, han eliminado el plomo de los combustibles utilizados en el transporte, y es ahora cuando se evidencian los enormes beneficios.

Los científicos calculan que las mejorías en el coeficiente intelectual, la reducción de casos de enfermedades cardiovasculares y la disminución de la criminalidad, están entre los resultados asociados con la eliminación mundial del plomo en el combustible —beneficios valorados en unos US$ 2,4 billones.

Estos beneficios económicos posiblemente sean aún más altos si se incluyen en los cálculos otras enfermedades y factores, tales como el cáncer y las crecientes tendencias de urbanización, en el contexto de los cuales el impacto de la contaminación por plomo es más significativo.

Este es un ejemplo del vínculo directo que existe entre las medidas de protección ambiental y la dimensión social, particularmente respecto a la pobreza, la equidad y los medios de vida.

Acoger la sede del PNUMA ha sido beneficioso para Kenia, pero de igual manera ha resultado fructífero para el PNUMA radicarse en África del Este.

La inspiración, determinación, humildad, humor, consejos y apoyo de alguien como la difunta Wangari Maathai, laureada del Premio Nobel de la Paz, le han dado forma a esta institución, fortaleciendo la confianza del PNUMA para ir más allá y evitar el statu quo.

¿Y qué hay del futuro? Al reunirse en febrero del 2012 los Ministros de Medio Ambiente en Nairobi, para la sesión anual del Consejo de Administración del PNUMA, la atención se enfocará en el seguimiento a la Cumbre de la Tierra de 1992.

La Conferencia de Río+20, que se celebrará en junio, posiblemente presente una oportunidad para que la iniciativa de la economía verde se traduzca en una forma innovadora y orientada hacia el futuro de hacer realidad el desarrollo sostenible para siete mil millones de personas, cifra que aumentará a nueve mil millones para 2050.

Algunos gobiernos, como los de Kenia y Alemania, también han señalado que ha llegado el momento de fortalecer el PNUMA, posiblemente transformándolo en una Organización Mundial para el Medio Ambiente.

Hace 40 años, muchos de los desafíos que afrontaban la humanidad y el planeta aún eran teóricos —hoy en día se convierten rápidamente en realidad.

Para algunos, el surgimiento del PNUMA como resultado de la Conferencia de Estocolmo en 1972 fue un paquete sorpresa —solo el tiempo dirá si junio de 2012 llevará el proceso evolutivo de la historia del PNUMA a un nivel más alto.

* Director Ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA)

Por Achim Steiner*

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