Desarrollo sostenible, del papel a la realidad

Líderes, académicos y representantes del Gobierno se reunieron para analizar cómo implementar en Colombia los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Redacción Medio Ambiente
26 de octubre de 2016 - 03:00 a. m.
De izquierda a derecha: Carmen Candelo, de WWF; Jorge Eliécer Marín, presidente de Corpoamén, Juan Camilo Cárdenas, decano de la Facultad de Economía de la U. de los Andes; Mabel Torres, directora regional del Chocó del ICBF, y Paola Bernal, directora de los ODS de Colombia para el Minambiente. / Foto: Mauricio Alvarado
De izquierda a derecha: Carmen Candelo, de WWF; Jorge Eliécer Marín, presidente de Corpoamén, Juan Camilo Cárdenas, decano de la Facultad de Economía de la U. de los Andes; Mabel Torres, directora regional del Chocó del ICBF, y Paola Bernal, directora de los ODS de Colombia para el Minambiente. / Foto: Mauricio Alvarado

¿Cómo ese andamiaje de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas se va a traducir a la práctica? Con esta pregunta, el director de El Espectador, Fidel Cano, inauguró el Encuentro Bibo Bienestar en Territorios Sostenibles Agenda 2030, que se llevó a cabo ayer en Bogotá.

Como lo explicó Arnaud Peral, director en Colombia del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, esta nueva hoja de ruta para el desarrollo global fue una idea que nació en Colombia y luego la adoptaron 192 naciones en la Cumbre de Río+20 como una respuesta a los desafíos globales. “Al final de cuentas es una agenda con una visión integral. Pero más que una agenda de bienestar, es una agenda de supervivencia”, explicó Peral, quien insistió en que su implementación dependerá de la participación de gobiernos, sectores productivos y todos los ciudadanos.

El viceministro de Ambiente, Carlos Alberto Botero, se refirió a los ODS como “el Plan Mundial de Desarrollo”. Coincidió con Peral en que cumplirlos “no es un proceso de un solo gobierno. Si no se involucra a cada persona, será difícil de cumplir”.

Deborah Hines, del Programa Mundial de Alimentos, recordó que no hay una única y definitiva forma de entender el desarrollo sostenible. Pero para ella sí está claro que el camino a seguir es trabajar integrando distintos sectores y soluciones. En La Guajira, por ejemplo, comenzaron con un programa enfocado en atacar la desnutrición, pero muy pronto se dieron cuenta de que eso significaba mejorar sistemas de riego, producir energía renovable, rescatar conocimiento tradicional. Los ODS son para ella una “oportunidad de trabajar de forma articulada”.

Un pensamiento compartido por Felipe Castro, encargado de evaluación de políticas públicas en Planeación Nacional, para quien los ODS exigen que el Gobierno se “reorganice internamente” para coordinar el trabajo. Pero al mismo tiempo insistió en la responsabilidad que tienen otros sectores. De acuerdo con sus cuentas, 34 de las 169 metas requieren una acción internacional y 88 requieren trabajar con el sector privado.

Philipp Schonrock, del Centro de Pensamiento Estratégico Internacional, dijo que es una carrera contra el tiempo. Tan sólo 14 años y un par de meses nos separan de cumplir una meta tan ambiciosa. Una herramienta indispensable para él es que logremos construir indicadores y datos que permitan hacer un seguimiento objetivo de las metas. “Los datos son el petróleo del siglo XX”, argumentó.

Mabel Torres, hasta hace poco directora de la corporación sin ánimo de lucro Bioinnova y ahora directora de la regional Chocó del ICBF, conoce muy bien las tensiones que surgen entre los líderes locales, los gobernantes regionales y las instituciones nacionales a la hora de ponerse de acuerdo en torno a un mismo objetivo. “Nos hace falta calentarnos el corazón para entender a las regiones”, dijo al iniciar la conversación sobre las implicaciones de los ODS para el bienestar de los territorios. La experiencia al frente de Bioinnova, de la que han nacido 69 iniciativas en torno a productos locales con un valor agregado, le dejó una enseñanza: el emprendimiento basado en desarrollo sostenible es más efectivo y mejor cuando se involucra a las mujeres.

¿Cómo resolver todas esas tensiones entre lo local y lo nacional, entre las regiones y un Estado de muchas cabezas? Juan Camilo Cárdenas, decano de Economía de la U. de los Andes, sugiere pensar el problema como una “cuenca institucional”. Al igual que sucede con la vida alrededor de un río, es importante que los que estén abajo o arriba de la cuenca entiendan que sus acciones afectan a los otros. Que todos se pongan en los zapatos del otro. Para él, los líderes locales hace muchos años trabajan integrando todos esos objetivos. Ahora necesitan que las instituciones centrales los entiendan mejor.

Para José Eliécer Marín, líder de Corpoamén, una organización de segundo nivel que trabaja en la región de La Macarena, un elemento fundamental de este debate es que no sólo se escuchen las propuestas que surgen desde los campesinos, sino que se integren de forma real. Recordó que muchas de las propuestas que hoy se están discutiendo sobre paz y desarrollo territorial han sido formuladas hace más de 30 años.

Por Redacción Medio Ambiente

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