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Descubren caballito de mar en las aguas contaminadas de la Bahía de Cartagena

La aparición del animal revive la esperanza por recuperar este ecosistema que ha sido degradado por la sedimentación del Canal del Dique y las altas concentraciones de metales pesados.

José Yunis Mebarak*
01 de agosto de 2016 - 03:00 a. m.
El caballito de mar hallado en la Bahía de Cartagena es un símbolo de esperanza en un ecosistema que contiene metales pesados y  cargas sedimentarias del Canal del Dique. / Cortesía
El caballito de mar hallado en la Bahía de Cartagena es un símbolo de esperanza en un ecosistema que contiene metales pesados y cargas sedimentarias del Canal del Dique. / Cortesía

Cuando el oceanógrafo Carlos Alberto Andrade me dijo hace unos cuatro meses que aún había caballitos de mar en la bahía, no habíamos terminado la conversación y ya habíamos empezado a buscarlos. Él, Richard Guzmán y Diana Quintana, del Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas (CIOH), me ayudaron a bucear la bahía aprovechando la sequía que la volvió transparente y más limpia a finales del año pasado y principios de este.

Buceamos, gracias a la lancha prestada por José Vicente Mogollón, los bajos de Castillo, fotografiamos sus jardines, sus estrellas, rayas, pepinos, cirujanos; vimos también el Mosquera, un barco hundido tapizado con falsos corales como las esponjas; fuimos a los pilotes de la Base Naval, donde vimos cangrejos arañanos sumergimos en el bajo de la Virgen y sus praderas de talasia; viajamos a los majestuosos corales del Varadero, y aunque en mi mente la joya de la corona eran los caballitos, no los pudimos encontrar.

Estaba obsesionado en encontrarlos porque, para mí, algo tan frágil, tan delicado, tan ajeno y extraño en una bahía con serios problemas de contaminación, era todo un símbolo de esperanza. Un caballito era como decirle al mundo que sí se puede y que esto se recupera, sólo hay que hacer unas cuantas cosas bien. Y no es que ignorara su existencia. Mi mujer siempre dijo que cuando ella era pequeña los había visto, ¿pero que todavía estuvieran por ahí?

Después las cosas sucedieron de improviso. En un whatsapp que me llegó a las 8:30 a.m., mi amigo Frank me envió una foto. Enseguida sonó el teléfono y, mientras yo seguía anonadado por lo que veía en la imagen, me dijo: “José, vente para el muelle, aquí está tu caballito de mar”. Nosotros, que habíamos buceado por días, no pudimos encontrarlo, en cambio él nos traía el caballito desde la comodidad del muelle de su casa.

La historia es que un pescador llamado Víctor, buscando caracoles en uno de los muelles de Castillo, lo encontró. Fue un golpe de suerte. Aunque no iba tras un caballito, ni tenía equipos, nuestro pequeño amigo delató su presencia en medio de un agua sorprendentemente clara. Mientras yo corría para llegar al sitio, Víctor me dijo que otro señor le había ofrecido más plata por el animalito, pero que él ya había entregado su palabra a mi amigo y por eso ahí estaba, esperándonos.

A las 9 a.m. estaba una de las criaturas más delicadas y maravillosas de la naturaleza en un balde frente a mí. Salido de la bahía de Cartagena, la misma que carga todo lo bueno y lo malo, la misma que está rodeada de un millón de personas, nuestro mayor puerto en el Caribe, la sede de la más grande industria petroquímica del país, la misma que no sólo va cambiando sus hábitats en nombre del progreso –pero sin alcantarillado en Mamonal– , la que según la Universidad de Cartagena y el reciente informe de la Contraloría tiene metales pesados en el agua, aquella a la cual le cae sin contemplación el río Magdalena a través del Canal del Dique.

Pero no hay que pelear con los datos, sino con las causas de la degradación para recuperarla. Lo cierto es que ahí estaba el caballito de mar, para dejar testimonio mudo de esperanza, de que pese a todo, la naturaleza espera que le demos la oportunidad o que por lo menos no la agredamos tanto. A las 9:20 a.m. ya lo habíamos liberado. Para mí, el que nos hubiera encontrado este caballito, me renueva la convicción de que la bahía sí se puede recuperar. Todos los Víctor seguirán pescando caracoles en la bahía, y nosotros comiéndolos. Ojalá que esos caracoles vengan más y mejor de un medio cada vez más saludable.

Si la bahía que tenemos hoy alberga tanta belleza como estos caballitos, no imagino lo que será la misma cuando controlemos los problemas anotados. El reciente anuncio del director del Fondo Adaptación, quien dijo que las obras de control del canal comenzarán el próximo año y terminarán en el 2019 es una buena noticia.

Decidimos ponerle Pánfilo a nuestro caballito, y volverlo símbolo de la recuperación de la bahía.

*Director Fundación Bahía y Ecosistemas de Colombiawww.fundacionbahia.org.

Por José Yunis Mebarak*

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