El japonés que busca salvar la Laguna de Fúquene

Con diez años de experiencia, este investigador, nacido en Perú, propone un plan basado en la nanotecnología para recuperar el humedal. El amor por la naturaleza que le infundió su padre es la filosofía bajo la que vive.

marcela díaz sandoval
25 de marzo de 2017 - 07:00 p. m.
Archivo El Espectador
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Hay recuerdos de la infancia tan fuertes que pueden definir el futuro de las personas. Un momento, un lugar, un objeto, una experiencia. No son todos. Son aquellos que se vivieron con tanta intensidad que al cerrar los ojos logran transportar, incluso varias décadas después, a ese mismo instante. Marino Morikawa cuenta que tras haber estudiado tres carreras de pregrado, la vida lo condujo al mundo de la ciencia.

Sin embargo, después de unos segundos de pensarlo, afirma que todo lo que está viviendo es producto de la educación que recibió de pequeño. “Tengo muy presentes los días en que mi papá me llevaba a la serranía peruana y me hacía saludar a la madre naturaleza cuando llegaba y cuando me iba y agradecerle por permitirme disfrutar del agua, del aire puro y de sus atardeceres”. Prácticas que hasta hoy mantiene y que definen su filosofía de vida.

Nació en Perú, pero tiene ascendencia japonesa por su mamá. En el país de los incas estudió Farmacia Bioquímica, Administración de Empresas y Control de Calidad. Esta última fue la que lo motivó a prepararse académicamente en ecosistemas y ambiente. “Me di cuenta de que todos los desechos o productos con algún defecto que salían de las fábricas los arrojaban al río o al mar con la excusa de que las bacterias los desaparecían”.

Indignado empezó a buscar la posibilidad de estudiar ingeniería ambiental en el extranjero y justo cuando pensaba resignarse por los altos costos, el Ministerio de Educación de Japón le otorgó una beca en la Universidad de Tsukuba, donde se especializó en biosistemas y bioindustrias y posteriormente realizó un posdoctorado en desertificación, desastres naturales y regulación de hábitats.

Estudios que le permitieron convertirse en catedrático de la universidad y estar a cargo de centros de investigación en África del Norte, Corea del Sur, China, Centro y Suramérica. Hoy ya ha liderado unos 30 proyectos, entre ellos sobresalen la recuperación del humedal El Cascajo en Chancay (Lima) y el trabajo que aún está realizando por descontaminar el Lago Titicaca y La Huacachina.

Una labor que lo llevó a ganarse el reconocimiento como el científico que está dando la pelea por salvar los humedales. “Siempre agrupo la denominación de humedal para referirme a lagos, lagunas, pozas y demás cuerpos de agua, pues este fue el término que fijó la Convención Ramsar –la única entidad internacional que protege la biodiversidad– para evitar una confusión de palabras”.

 Marino Morikawa, investigador peruano - japonés. /Corpboyaca

Su metodología de trabajo para todos es la misma. Está basada en la nanotecnología, para llegar a la zona molecular de la parte contaminante sin el uso de componentes químicos. En el caso de la Laguna de Fúquene, ubicada entre los departamentos de Boyacá y Cundinamarca, el sistema a utilizar es el Micro Nano Burbujeo (MNB). “La principal función de esta técnica no solo es recuperar la calidad del agua del humedal, sino reducir todas las bacterias patógenas que contiene y algunos componentes que sobrepasan el límite; de esta manera, recuperamos también la biodiversidad”.

El proceso consiste en que el dispositivo bombea las nanopartículas y éstas en su camino a la superficie atrapan bacterias, metales y otros contaminantes hasta evaporarlos. Los biofiltros reducen la carga contaminante por su propiedad de adsorción y absorción, formando biopelículas en el humedal.

“Es un trabajo que venimos haciendo con la Corporación Autónoma Regional (CAR) y la Fundación para el Desarrollo Agrícola, Social y Tecnológico (Fundaset). Tuve la oportunidad de visitar el humedal por primera vez a inicios y finales de 2016 y por el momento estamos esperando que la CAR nos diga cuándo podemos empezar. Ya han avanzado en los estudios de geografía hidrológica y con eso nos han ahorrado tiempo”.

Después de haber monitoreado todos los causales contaminantes, conocer en detalle los trabajos que ha adelantado la CAR y la labor que ha realizado Fundaset se decidirá como primer paso retirar las especies invasoras y aquellas que han crecido en las orillas del humedal.

“Con la CAR sólo en la parte de la ejecución de la calidad del agua y los métodos ya mencionados nos hemos puesto un plazo de tres años. Pero dentro de éste Fundaset va a cumplir un rol muy importante que es el trabajo con la sociedad, uno de los pilares importantes para que no llegue una contaminación sobrecargada. Es más que todo una tarea de concientización”.

Para Morikawa, el éxito de estos procesos radica en cumplir con el triángulo de lo no imposible en el que todos los lados son iguales: la ciencia, la política y la sociedad. La primera ayuda a sacar las hipótesis y alternativas de solución para salvar el hábitat natural; la segunda genera las normativas bajo las cuales trabaja la ciencia y la tercera cumple un rol muy importante donde “todos se tienen que mojar la camiseta”.

Mientras tanto, la esperanza en la Laguna de Fúquene sigue intacta tras la afirmación de Morikawa. En una puntuación del uno a 10, el científico la calificó con un dos, teniendo en cuenta que el 10 es prácticamente pérdida total. “Hay tecnología y consciencia y estoy seguro de que dinero también habrá. Tenemos cómo lograrlo”.

 

Por marcela díaz sandoval

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