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La era del deshielo

Según dos estudios, una de las mayores reservas de agua dulce en el planeta pierde aproximadamente 243.000 millones de toneladas métricas al año; suficiente para llenar 110 millones de piscinas olímpicas.

Estefanía Avella Bermúdez
17 de diciembre de 2014 - 02:21 a. m.
La era del deshielo

El 2014, que se considera el año más caliente de la historia, ha sido devastador para los casquetes glaciales. Uno de los más afectados es la isla de Groenlandia: ubicada en la zona nororiental de América del norte, de una extensión cinco veces mayor a la de España y que después de la Antártida es la mayor reserva de agua dulce del planeta.

Los momentos más alarmantes se registraron a mediados de este año. En sólo cuatro días se generó el deshielo más rápido según las imágenes que en el momento fueron capturadas por satélites. El 8 junio se había derretido aproximadamente el 40% de la capa de hielo más superficial y un mes después la cifra subió hasta el 97%. Aunque durante julio siempre disminuye esta capa, estás cantidades no habían sido registradas.

Hasta hace poco, los expertos consideraban que el deshielo de este casquete glacial era pequeño y su impacto en el nivel del mar mínimo. Pero dos recientes investigaciones, que analizan el fenómeno, han prendido las alarmas de la comunidad científica.

Uno de los estudios publicado en la revista científica PNAS que fue realizado por universidades estadounidenses y europeas y que utilizó información de análisis de la NASA, señala que la capa de hielo que Groenlandia pierde anualmente 243.000 millones de toneladas métricas; lo suficiente como para llenar 110 millones de piscinas olímpicas, una cifra difícil de imaginar.

Por su parte, el estudio de la Universidad de Leeds en Reino Unido y publicado en la revista científica Nature Climate Change, es enfático en decir que, si la situación continúa, para el 2060 los lagos supraglaciales, formados por el deshielo, duplicarán la superficie de la isla glacial y migraran tierra adentro.

Según Amber Leeson, miembro del equipo del Centro Polar de Observación y Modelización (CPOM) y directora del estudio inglés, “la ubicación de estos lagos es importante, ya que estarán lo suficientemente tierra adentro para que el agua que se escape de ellos no vaya a drenar en los océanos tan eficazmente como lo hacen los lagos de hoy que están cerca de la costa y conectados a una red de canales de drenaje”. Por lo tanto, se estima que con sólo las pérdidas de hielo en esta isla, se contribuiría al aumento global del nivel del mar en 22 cm para 2100.

Las razones que explican este fenómeno, según la publicación de la revista PNAS, obedecen a dos factores. El primero es la aceleración del movimiento de los glaciares que adelgaza la capa de hielo y que hace que el casquete glacial sea más vulnerable a la acción de la temperatura; hecho que genera el 48% de la pérdida neta de la masa de hielo. El 52% restante, se debe a la reducción de las nevadas y al deshielo ocasionado por el aumento de la temperatura de la tierra.

En total en este gran cubo de hielo se han perdido 277 km3 y quedan otros 2.8 millones más. Sin embargo, el problema, según advierte Beata Csatho, principal autora de esta investigación, es que “el fenómeno del deshielo podría acelerarse y algunos estudios predicen cambios irreversibles en Groenlandia en unos pocos siglos o incluso antes”.

Pero evidentemente la preocupante situación del gran casquete de Groenlandia no es la única. Para el glaciólogo del Ideam Jorge Luis Ceballos, desde 1885 viene un proceso de deshielo que se aceleró hace 40 años, prendió las alarmas en el mundo y hoy acaba con la mayoría de los glaciares, que, para él, son los principales indicadores del cambio climático.

Para este experto, la prueba está en que los glaciares de montaña ubicados en Colombia. Desde hace 20 años, pierden anualmente el 3% de su área y se calcula que en 30 años, los 45 km de que existen en el territorio colombiano podrían estar extintos. “No hay duda de que es un fenómeno global que inició con la extracción de combustibles fósiles cuya utilización acumula gases en la atmósfera que no pueden ser reciclados y que han generado un calentamiento sin precedentes. Los glaciares se están derritiendo más rápido que nunca y la causa es antropogénica”, recalca Ceballos.

 

me.avella@gmail.com

Por Estefanía Avella Bermúdez

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