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Estudiantes crean brillador a partir de aceite vegetal

El grupo de investigación Colsant, del Colegio Santísima Trinidad de la vereda de Urbano (Bucaramanga), quiso disminuir la contaminación de los ríos usando este desecho contaminante para crear una sustancia que brilla madera, metales y pastas de carros.

María Mónica Monsalve S.
31 de diciembre de 2015 - 03:28 a. m.

En los alrededores del Colegio Santísima Trinidad, en la vereda de Urbano (Bucaramanga), los profesores y estudiantes notaron que gran parte de la contaminación que llegaba a los ríos de la región era resultado del vertimiento de aceite vegetal: muchas de las mujeres que cocinaban en sus casas lo botaban al río por costumbre, y en las ventas de empanadas y restaurantes de las calles el aceite iba a parar al mismo lugar a través de los sifones y las alcantarillas. Por eso, para darle un uso eficiente a este desecho orgánico, el semillero de investigación Colsant, conformado por alumnas de primaria y bachillerato de la institución, creó un brillador de superficies a partir de los residuos de aceites vegetales refritos.

“Se dice que por cada litro de aceite que llega a las fuentes hídricas se contaminan alrededor de mil litros de agua”, explica Orlando Burgos Rey, maestro líder de la investigación. “Por esto, siguiendo la filosofía que tiene el colegio de trabajar por el ambiente, nos preguntamos qué podíamos hacer para disminuir esta contaminación. Tratar el agua directamente es muy costoso, entonces pensamos en cómo darle un uso alternativo al aceite vegetal para que la gente no tenga la necesidad de botarlo en los ríos”.

El problema de que el aceite vegetal llegue a las fuentes hídricas es que queda sobrenadando y genera una capa densa que no permite la oxigenación del agua. En el fondo, los peces y plantas acuáticas no pueden realizar el intercambio gaseoso y muchas especies mueren.

“Revisando la literatura nacional e internacional que hablaba de otros usos del aceite vegetal refrito nos dimos cuenta de que hay infinidad de alternativas: jabones, cosméticos, pinturas y biodiésel, que es el más conocido. Pero igualmente queríamos proponer algo nuevo, por eso pensamos en un brillador”, aclara Burgos.

Como no existía una fórmula determinada en la que se supiera cuánto aceite o cuánta agua debían mezclar, Colsant empezó de ceros. Buscó las patentes y recetas de los brilladores comunes y comenzó a jugar con las mezclas. Según explica Burgos, parte del proceso de investigación consistió en que sus estudiantes propusieran nuevas fórmulas a través de las combinaciones que les permitía hacer el programa de Excel. A partir de allí todo fue crearlas para probarlas y conseguir un brillador óptimo que se pudiera usar en maderas, metales y pastas de carros.

Sin embargo, el proceso no es tan sencillo. Primero, se debe decantar el aceite vegetal, que en este caso venía de un negocio de empanadas, para precipitar los sólidos. Después, en la fase aceitosa, se mezcla con un aroma liposoluble (soluble en aceite), algunos preservativos y el emulsificante, una sustancia que hace miscibles dos sustancias que bajo otras circunstancias sería casi imposible mezclar. Luego, el líquido de este primer resultado se pasa a un agitador mecánico para empezar la “fase acuosa”.

En esta segunda etapa la cosa es más simple. Se le va agregando agua a la composición hasta que adquiera una consistencia lechosa y se sigue agitando para que las partículas de aceite se vuelvan más pequeñas. Después se agrega un solidificante para que quede como un gel y se mide el pH para garantizar un mejor uso.

“Estos pasos buscan lograr que las gotas del aceite se conviertan en microgotas dispersas en el agua, para que cuando el brillador se ponga en una superficie queden y el agua se evapore”, explica Burgos. “Los aceites son triglicéridos que tienen la propiedad de brillar, entonces la idea es que sus partículas sean lo suficientemente finas para que no se acumulen y queden parejas”, aclara.

Con su investigación, “Preparación de una ecomulsión brilladora a partir de los residuos de aceites vegetales refritos”, el semillero Colsant participó en la Feria de Muestra Empresarial del Sena en Bucaramanga y logró llegar hasta la versión departamental de estas muestras. Además, en octubre de este año también participó en la Feria de Ciencias Básicas de la Universidad Santo Tomás, de Bucaramanga, de la que se llevó el primer puesto a nivel de colegios.

Debido a que el grupo hace parte del programa Ondas de Colciencias, recibió $600.000 de apoyo económico y la asesoría constante de un profesional del área, que los ha apoyado en la presentación de los trabajos.

“En este momento estamos pensando en una segunda etapa para mejorarlo. El próximo año vamos a hacer una ficha técnica con fórmula y presupuestos, porque algunas empresas, como Grasecol, que recicla aceite vegetal, se han interesado en nuestro tema”, afirma Burgos.

Por María Mónica Monsalve S.

 

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