Misión: descifrar terremotos

El ruido de las olas del mar le permite a un grupo de sismólogos con sede en EE.UU. generar en sus computadores terremotos virtuales para tener una idea de cómo serían los reales.

Lisbeth Fog
20 de febrero de 2014 - 10:03 p. m.
El geofísico caleño Germán Prieto, profesor del Departamento de Ciencias de la Tierra del MIT (EE.UU.).  / Cortesía
El geofísico caleño Germán Prieto, profesor del Departamento de Ciencias de la Tierra del MIT (EE.UU.). / Cortesía

Las olas del mar no golpean en la playa solamente para que juguemos con ellas. Ese ruido, que para muchos es como un arrullo, cuenta historias de terremotos a los sismólogos, no para decir cuándo ocurrirán, sino para predecir cómo será el movimiento, dónde será más fuerte y cuál es el riesgo para las poblaciones que lo vivirán.

“Esto puede ser útil para construir las estructuras ingenieriles sismorresistentes con mucha mayor precisión”, dice el geofísico caleño Germán Prieto, hoy profesor del Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias del Massachusetts Institute of Technology (MIT), en Estados Unidos.

Un grupo de científicos de varias universidades desarrolló el método, puramente empírico, que llamó “terremotos virtuales” y fue publicado recientemente en la revista Science. Es una técnica que combina datos —en este caso, de la Red Sismológica del Sur de California, que los científicos bajan de la red de manera gratuita— y estaciones enterradas a un metro de profundidad a lo largo de la falla de San Andrés y que permanecieron allí por alrededor de tres meses.

Estas estaciones captan la fuerza que liberan las olas del mar en las costas. “Como están golpeando constantemente, esa energía genera una presión en el fondo del océano que se convierte en ondas sísmicas dentro de los continentes”, explica Prieto a El Espectador. “Es un movimiento del terreno extremadamente pequeño, millones de veces más pequeño que el que se espera con un terremoto. Lo que pasa es que la forma como esas ondas tan pequeñas interactúan con la geología, con las estructuras tridimensionales que hay en el subsuelo, es idéntica a la forma como las ondas de un terremoto interactuarían con esas mismas estructuras”.

Así, lo que los científicos están haciendo es utilizar el ruido sísmico que producen las olas del mar para generar un terremoto en sus pantallas de computador y ver cómo serían los movimientos del suelo a la escala de un terremoto real.

Lo curioso es que hace diez años, cuenta Prieto, los científicos escuchaban esa señal con sus instrumentos, pero no le paraban bolas. Hoy en día es como una pequeña caja de sorpresas, con información que en el futuro puede responder más preguntas sobre los terremotos e incluso incidir en las normas de construcción de edificios y puentes, por ejemplo. Porque lo que estudian no es solamente la intensidad del movimiento, sino, además, cómo esa información puede aportar en la toma de decisiones en caso de que ocurra un terremoto real. “En Bogotá, por ejemplo, por estar sobre un antiguo lago, el comportamiento de un terremoto será muy diferente en la montaña que en el aeropuerto, porque están en terrenos completamente distintos”, explica. Por esa razón, los servicios de ayuda en caso de que se presente este fenómeno natural podrán estar concentrados en donde se prevé un movimiento más fuerte.

Prieto acaba de aterrizar en Cambridge, luego de haber formado parte del grupo de científicos que creó en la Universidad de los Andes el programa de geociencias, cuyos primeros egresados recibirán su diploma el año entrante. Geólogo de la Universidad Nacional, con estudios de doctorado en Estados Unidos, este hijo de físicos lleva la ciencia en la sangre. Quizá no por la genética, sino por las historias que le contaba su padre cuando salían a caminar por las montañas. Siempre respondía a sus preguntas y eso será lo mismo que hará con su primer hijo, hoy de tres años.

 

 

 

lisfog@yahoo.com

@lisbethfog

Por Lisbeth Fog

 

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