Motos, el golpe bajo a la sostenibilidad

Uno de cada seis colombianos utiliza este vehículo, que está entre los medios de transporte que más emite partículas contaminantes al ambiente. El uso masivo de algunos de sus diseños va en contravía con el objetivo mundial de convertir urbes en ciudades sostenibles para 2030.

Camila Taborda/ @camilaztabor
10 de agosto de 2017 - 04:12 a. m.
Bogotá es la ciudad más congestionada en América Latina según la Tabla de Tráfico Global de 2017. / iStock
Bogotá es la ciudad más congestionada en América Latina según la Tabla de Tráfico Global de 2017. / iStock

Por ser un vehículo liviano, que permite sobrepasar el tráfico, de bajo costo y barato consumo, las motocicletas se han convertido en un medio de transporte ideal para las grandes ciudades. Sus beneficios la popularizaron en el mercado colombiano, al igual que en Asia y el resto de Latinoamérica. Pero las motos, aunque fueron inventadas a partir de bicicletas con motor, algunos de sus diseños no son un ejemplo de movilidad sostenible, sino lo contrario: una amenaza. (Lea: Motos, las que más producen emisiones de CO2) 

Las motocicletas exceden de 3 a 5 veces las emisiones de material particulado de los buses de TransMilenio, según una investigación de la Universidad Nacional. Este contaminante atmosférico es uno de los más perjudiciales para la salud. La razón es que los diseños más comunes de cuatro tiempos con cilindraje mayor a 150 cc no traen catalizador para controlar la contaminación que produce el combustible al quemarse. Además, su capacidad de transporte es mínima, lo que es una desventaja frente al número de personas que podría transportar un bus o incluso un vehículo particular en términos de sostenibilidad ambiental. . (Lea: Motos: un problema de salud pública) 

En esa medida, afirmó el ministro de Ambiente, Luis Gilberto Murillo, “alrededor de 5.000 muertes son atribuibles a la calidad del aire en Colombia", gracias a contaminantes locales como el material particulado. Además, éste vehículo de dos ruedas aparece entre los principales medios de trasporte emisores de gases efecto invernadero, principal impulsor del cambio climático, seguidas de los taxis a gasolina y a gas natural. El cálculo fue realizado por el mismo estudio de la Nacional, a manos de Yohen Cuéllar, magíster en Ingeniería Ambiental. 

En Colombia, de los doce millones de vehículos que existen, 7’064.316 son motos que circulan por el territorio nacional.  La cifra, dada por el Registro Único Nacional de Tránsito en 2015, se destaca entre las estrategias del país  a fin de cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible 11: Ciudades y comunidades sostenibles, a 2030.

El aprieto de las motocicletas no viene en balde dentro de la discusión por la sostenibilidad, un concepto basado en el crecimiento económico, la protección al medio ambiente y el desarrollo social. Esa no ha jugado bien a lo largo de la historia. La revolución industrial, el aumento de la población y el sobreuso que ésta les ha dado a los combustibles fósiles ha impactado al medio ambiente a través de dañinos procesos que afectan tanto la salud humana como la del ambiente: el material particulado y la emisión de gases de efecto invernadero.

Así que el enfoque de los líderes mundiales ha sido reducir las emisiones en las ciudades a toda costa, ya que, aunque ocupen solo el 3 % del planeta, las urbes son las responsables del 70 % de los gases de efecto invernadero.

Encima, según la ONU, en esas zonas urbanas es donde reside hoy la mitad de la humanidad y donde en 13 años vivirá casi el 60 % de la población mundial bajo polución y fenómenos climáticos.

El “boom” de las dos ruedas

Los embotellamientos son el mayor dolor de cabeza de la movilidad nacional. Cerca del 2 % del PIB se pierde por las vías atascadas, además de los 20 días al año que, calculó el Departamento de Planeación Nacional, desperdicia un colombiano mientras monta en bus.

Una de las opciones para evitar los trancones han sido las motos, con tanta acogida que una de cada seis personas las utiliza para transportarse de manera habitual en el país. De hecho, su crecimiento exponencial en Colombia y otros países de la región llamó la atención del Banco de Desarrollo de América Latina, quienes hace dos años investigaron sobre el uso e impacto de las motos en cinco ciudades del continente, entre ellas, Bogotá.

Con las encuestas hechas en la capital colombiana se dedujo que el boom de las dos ruedas se debe no solo al tráfico, sino a la restricción de circulación para carros particulares, la baja calidad del servicio de transporte público y su política tarifaria. “El costo de utilizar transporte público es mayor al de las motocicletas, incluyendo el costo de uso y adquisición de estas”, concluyó el estudio.

La investigación, además, señaló las dificultades asociadas a este vehículo, priorizando el impacto ambiental que generan las motos. Un problema al que el doctor en Ingeniería Ambiental Luis Carlos Belalcázar le ha seguido la pista por años como docente de maestría en la Universidad Nacional.

“Mientras una moto genera 6,4 microgramos de partículas contaminantes por km y por conductor y pasajero, un auto particular genera 2,8 por km y 5 pasajeros. Pero un Transmilenio, que desplaza en promedio 160 personas, expulsa al ambiente apenas 2 microgramos por km”, aseguró el académico.

Para Belalcázar, la solución no está en prohibirlas, sino en evaluar las tarifas de impuestos, seguros y peajes que tiene el vehículo, al tiempo que se invierte en transporte público. Pero la opción de movilidad que sugiere el ingeniero para neutralizar las emisiones de gases efecto invernadero son los buses de Transmilenio, en el caso de Bogotá, y las bicicletas eléctricas.

La apuesta de Colombia por la sostenibilidad

Después del peatón, las bicicletas y el transporte público encabezan la pirámide de movilidad propuesta por la Financiera de Desarrollo Territorial (Findeter), la entidad nacional con la que el Gobierno se ha propuesto convertir a una decena de ciudades colombianas en urbes sostenibles y competitivas.

El proyecto, basado en la metodología del Banco Interamericano de Desarrollo, comenzó en 2010 con miras a cumplir con la Agenda 2030, en específico con su undécimo objetivo. Para eso, la entidad priorizó 17 ciudades, ni intermedias, ni la capital, que suman 9,5 millones de habitantes, 1,1 millones de desplazados y donde se desembolsaron $4,4 billones como inversión en infraestructura, servicios básicos, salud, educación, energía, innovación y otros.

En la lista se encuentran Barranquilla, Bucaramanga, Manizales, Montería, Pasto, Pereira, Valledupar, Santa Marta y Villavicencio, donde la ejecución del proyecto está terminada. Mientras que en Cartagena, Ibagué, Neiva, Popayán, Riohacha, Sincelejo y Rionegro, los planes se están implementando.

La vicepresidenta de planeación de Findeter, Ana María Palau, asegura que para poner a rodar el programa Ciudades Sostenibles y Competitivas, la entidad debió estudiar por siete años las regiones. Un balance que, en conclusión, les dejó un desafío en común: “fortalecer la voluntad política”.

A la vez, Findeter ha impactado otras 28 ciudades emblemáticas, en mayor grado de vulnerabilidad, y otras 16 urbes intermedias donde el enfoque principal ha sido la movilidad sostenible por medio de modelos como las redes de ciclorrutas y su integración con sistemas de transporte integrado.

Por Camila Taborda/ @camilaztabor

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