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La regulación del mercurio en Colombia es muy laxa

El debate sobre la presencia del metal en un lote de atún Van Camp’s sacó a flote los problemas que está causando este contaminante en el país.

Pablo Correa Torres y María Mónica Monsalve
18 de octubre de 2016 - 08:52 p. m.
Las latas del lote contenían 3,9 mg/kg de mercurio, cuando el máximo permitido es 1,0 mg/kg.  / Van Camp’s
Las latas del lote contenían 3,9 mg/kg de mercurio, cuando el máximo permitido es 1,0 mg/kg. / Van Camp’s

El pasado 13 de octubre, la Secretaría de Salud del Atlántico envió una circular ordenando el retiro de los supermercados de un lote de lomitos de atún Van Camp’s porque sobrepasaba el nivel permitido de mercurio. De acuerdo con el muestreo realizado por el Invima en Boyacá, las latas contenían 3,9 mg/kg de mercurio, cuando el máximo permitido es 1,0 mg/kg para los productos de pesca.

La noticia causó un gran alboroto. El atún enlatado es un producto presente en casi todos los hogares colombianos. Y el mercurio es un metal pesado que al entrar al cuerpo humano se va acumulando hasta llegar a afectar al sistema nervioso central.

El director del Invima, Javier Guzmán, ha intentado tranquilizar a los consumidores. “No hay que crear zozobra. Ni satanizar el atún. Es un producto importante porque tiene alto contenido de proteína y nutrientes esenciales. El lote específico es un lote que ya retiramos del mercado. No pensamos que esté en ningún supermercado”, dijo a través de diversas emisoras.

El mensaje de tranquilidad de Guzmán puede resultar cierto para ese lote específico de latas de Van Camp’s, pero oculta una verdad mucho más turbia: la presencia de atún con altos niveles de mercurio se está convirtiendo en un problema repetitivo y en un asunto de salud pública.

¿Por qué el atún es uno de los más afectados?

Los productos marinos son considerados la fuente primaria de exposición humana al mercurio ambiental. A medida que un pez es más grande, más viejo y se alimenta de otros pescados, es más probable que acumule mercurio. Este metal se deposita en los tejidos y su eliminación es muy lenta. Por ser una especie depredadora y estar en un punto alto de la cadena alimenticia, el atún acumula más mercurio que otros. En términos científicos, “bioamplifica” el nivel de mercurio.

El riesgo en el caso colombiano es que no sólo el atún que se comercializa tiene un alto contenido de mercurio, sino que el consumo entre los colombianos es bastante alto. Se estima que el consumo anual de atún sobrepasa los 100 millones de unidades.

La importancia del mercurio radica en sus efectos adversos en humanos: puede provocar daño en el sistema nervioso central, pérdida de la audición, disminución en la visión, de la conciencia y hasta muerte en casos extremos. El mercurio es especialmente peligroso en mujeres embarazadas y niños. Puede causar daño neurológico a fetos y niños, debido a que su sistema nervioso está aún en desarrollo, incluyendo enfermedades como microcefalia, retardo en el desarrollo, deterioro cognitivo y trastornos neurológicos.

Permisivos con el atún colombiano

El atún que se comercializa en Colombia no podría venderse en otros países. La normatividad colombiana es excesivamente laxa. “El país ha sido sordo a las conclusiones académicas”, explica hoy la profesora Gladys Rozo, de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. De hecho, la regulación es contradictoria e inexacta. Mientras el Icontec dice que la comercialización no debería sobrepasar los 0,5 mg/kilogramo de mercurio total, el Invima permite el doble de eso.

Las agencias europeas y norteamericanas son mucho más estrictas y establecen cifras relacionadas con el peso corporal de cada persona. En el caso del Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios, se plantea 1,6 microgramos de mercurio por kilogramo de peso corporal por semana. La Agencia de Protección Ambiental europea habla de 0,1 microgramos por kilogramo de peso por día. Esto es importante, pues si no se tiene en cuenta el peso corporal, una persona que en Colombia consuma dos latas de atún a la semana ya está excediendo el límite de consumo de mercurio en atún.

Rozo y sus colegas de la Universidad Jorge Tadeo Lozano dicen que tanto la industria como las instituciones de salud colombianas han sido reacias a mirar de frente el problema y modificar las normas.

Colombia, lento en ratificar convenio sobre mercurio

A sólo 1.000 kilómetros de Tokio (Japón), en una región de pescadores conocida como Minamata, más de 3.000 personas sufrieron alteraciones del sistema nervioso como consecuencia de la contaminación por mercurio. Expuestas a las 27 toneladas de este compuesto que vertió la empresa entre 1932 y 1968, la situación de estos pobladores se convirtió en una de las tragedias más representativas, por exponer una de las problemáticas ambientales que más se repiten en el mundo: la intoxicación por mercurio.

Fue tal la preocupación que despertó en la comunidad internacional que más de 160 gobiernos suscribieron el Convenio de Minamata sobre mercurio en el 2013. Un acuerdo que fue radicado apenas hace ocho días como proyecto de ley en el Congreso de Colombia, pero que podría dar pistas para solucionar un problema de fondo que va mucho más allá de si el atún de nuestro plato tiene o no niveles exagerados de mercurio.

A pesar que ya existe una ley en Colombia —la 1658 de 2013—, que impone unos estándares para eliminar y reducir el uso de mercurio, se queda corta frente a una problemática que está atravesada por la ilegalidad. Según un estudio realizado por la Universidad Externado de Colombia, el 60 % de la minería en el país es ilegal y 80 ríos están contaminados con mercurio.

La ley, por sí sola, no deja de ser ambiciosa, pues pone la meta de ir eliminando gradualmente el mercurio en el sector minero para 2018 y en toda la industria para el año 2023. Complementar esta normativa con la ratificación del convenio, por ejemplo, permitiría al Gobierno impedir la importación de mercurio cuando no se cumple con los acuerdos comerciales establecidos, lo que en teoría dificultaría la cadena para la minería ilegal.

Además, una vez Colombia ratifique el convenio, y cuando éste entre en vigencia —hasta la fecha, 32 países son parte de los 50 que se necesitan—, el país podría acceder a recursos financieros internacionales para remediar esta situación. Esto, sumado a que el país, por obligación, tendría que presentar reportes periódicos sobre las acciones realizadas, aliviaría la incertidumbre de los colombianos sobre si el pescado que llega a su mesa está contaminado.

“Colombia es uno de los países que más mercurio per cápita vierten. Por eso es urgente que se ratifique el Convenio de Minamata. Este instrumento internacional nos va a dar más herramientas para controlar la importación de mercurio al país, además de acceder a financiamiento para ejecutar distintas acciones que aporten a la solución del problema”, afirmó Mauricio Cabrera, coordinador de política en temas mineros de WWF Colombia.

Por Pablo Correa Torres y María Mónica Monsalve

 

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