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La ruta de los pelícanos

El Espectador recorrió junto a un grupo de pescadores Las Playitas (Magdalena), zona donde han muerto decenas de aves por circunstancias desconocidas. En una semana se conocerán resultados de laboratorio.

Carlos E. Manrique Bayena
20 de julio de 2014 - 02:00 a. m.
En el recorrido pudimos contar 100 pelícanos muertos, algunos a la orilla del mar, otros sobre árboles y arbustos. / Fotos: Carlos Manrique
En el recorrido pudimos contar 100 pelícanos muertos, algunos a la orilla del mar, otros sobre árboles y arbustos. / Fotos: Carlos Manrique

Cuando Ausberto Márquez llegó al sector de Las Playitas, en Magdalena, la zona era un conjunto de playas vírgenes. La escuela, con un centenar de alumnos, tenía sólo un par de docentes que venían desde Santa Marta y a quienes el joven Ausberto reemplazaba en tiempos de invierno.

Los días transcurrían en medio de la rutina de los pescadores, conocedores de las vicisitudes y ventajas del mar Caribe. Las jornadas comenzaban muy temprano y se vivían épocas de abundancia. Cuenta que muchas veces era tal la cantidad de pescados, camarones y otras especies que tuvieron que vaciar un poco las redes para facilitar el viaje de regreso.

Han pasado más de treinta años y Ausberto relata con precisión milimétrica cada una de las realidades que ofrecía su entorno, ese sobre el que en las últimas semanas han venido pereciendo decenas de pelícanos a la orilla del mar.

Nadie sabe explicar cuántas aves han muerto, aunque los pobladores aceptan que esta misma situación se presentó hace años.

Según comenta el pescador Iván Payares, todo comenzó hace veinte días cuando al salir por la noche para iniciar su faena varias veces debieron rendir el intento por los olores nauseabundos que emanaban de los pelícanos descompuestos. Dice que había más de 500 aves agonizantes que la marea ha ido sepultando.

Hice junto a los pescadores un recorrido por la zona, caminando por la playa un par de kilómetros antes de llegar a la desembocadura del río Córdoba. Conté más de un centenar de pelícanos muertos y algunos otros agonizando.

Vimos un par de aves montadas sobre un tronco en medio del agua, ojos abiertos y cuerpos inamovibles, como contemplando la desgracia. Sandra Corzo, una de las personas que iban con nosotros, me advirtió sin anestesia: “Estos se mueren en un par de horas. Así vimos algunos ayer y hoy están descomponiéndose”.

También cuenta que hace un mes hubo centenares de peces muertos. Se veían lizas, sardinitas y algunas otras especies. Sin embargo, dice, este hecho no fue conocido por las autoridades ni los medios y Corzo cree que puede haber una relación directa entre el suceso y la muerte de los pelícanos, pues las aves llegan al mar, se alimentan y posteriormente empiezan a morir. No sucede igual con las garzas, cuya alimentación depende más de los peces que se han criado en la pajita del río Córdoba.

Desde hace varios años la actividad pesquera se ha visto afectada por los puertos de explotación carbonera que hay en la zona. Así lo afirma Ausberto Márquez, quien denunció la muerte de los pelicanos. Dice que la zona que antes utilizaban para pescar ahora está establecida como zona de explotación carbonífera. Por eso ha decido dedicarse al turismo y a otras actividades comerciales.

Afirma que luego de la llegada de las empresas algunas familias se fueron del sector y la población de niños que quedó en Las Playitas no era suficiente para mantener abierto el colegio, que ahora está en ruinas. Los niños deben ir a estudiar al municipio de Ciénaga, que está aproximadamente a cinco kilómetros desde la carretera y a casi tres kilómetros por un camino emergente y de herradura que en tiempo de lluvia se hace peligroso.

Del recorrido por la playa regresamos en la noche iluminados sólo por la luna. Sentía que pisábamos huesos de pelícanos que yacían tirados en la arena, a donde llegan desde el norte del continente para alimentarse en el mar Caribe.

Es que en Las Playitas muchas de las actividades deben realizarse de día, porque al caer la noche solamente cuentan con una bombilla y suficiente corriente para ver las noticias. Todo eso sucede no gracias a la acción del Estado, sino a una planta que las familias han instalado amparadas en su ingenio para mejorar su calidad de vida, tal como lo hicieron con un pozo artesanal y algunos tubos que les garantizan el agua durante varias horas a través de unas conexiones que son la prueba imperante de la creatividad humana cuando abunda la escasez.

Las autoridades ambientales, como la Corporación Autónoma Regional del Magdalena (Corpamag), han anunciado que la muerte de los pelícanos se debe muy posiblemente a la falta de alimentos en la zona e insisten en que la próxima semana se conocerán los resultados de los estudios del agua y de algunas aves muertas que revelarán más detalles sobre lo sucedido. Para Jesús Garay, subdirector científico del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Invemar), lo ocurrido con estas aves no es nuevo, ya ha pasado en ocasiones anteriores, en las que nunca se logró demostrar la presencia de algún agente tóxico en el mar.

“El fenómeno se presenta todos los años. A veces es fuerte y otras débil. En 2000, 2005, 2008 y este año hemos registrado números mayores”, comentó a El Espectador uno de los biólogos de Corpamag a cargo de la investigación, en la que también se han hecho necropsias y se tomaron muestras que están siendo analizadas.

Hace un par de años una situación similar ocurrió en las costas de Perú, donde, según investigaciones de la Universidad de Trujillo, 4.000 pelícanos murieron debido a la escasez de anchoveta, que es su principal alimento en las aguas peruanas. Los animales padecían depleción linfoide, es decir, se quedaron sin suficientes defensas, lo que no les permitía desplazarse ni alimentarse adecuadamente.

En Colombia, las autoridades ambientales pidieron calma a la población y paciencia hasta que se tengan los resultados de las pruebas realizadas. En cuanto a la hipótesis de que las muertes estarían relacionadas con los puertos carboníferos, aclararon que existen registros históricos de mortandad de pelícanos en la zona anteriores a la construcción de los puertos. Corpamag espera haber aclarado el asunto antes de las próximas Fiestas del Mar, que se celebrarán en Santa Marta entre el 7 y el 10 de agosto.

Por Carlos E. Manrique Bayena

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