"Sin planeta no hay economía que valga"

El exvicepresidente Al Gore hizo un llamado de atención al Gobierno Nacional y rechazó la explotación minera en los páramos de Colombia.

Pastor Virviescas Gómez, Bucaramanga / Especial para El Espectador
28 de abril de 2014 - 01:00 p. m.
Al Gore, exvicepresidente de Estados Unidos, participó en la Cumbre Internacional del Medio Ambiente, en Bucaramanga. / Pastor Virviescas
Al Gore, exvicepresidente de Estados Unidos, participó en la Cumbre Internacional del Medio Ambiente, en Bucaramanga. / Pastor Virviescas

Aunque fue una más de las charlas que ha dado en los cinco continentes a cambio de miles de dólares para su bolsillo, el exvicepresidente de Estados Unidos y ganador del Premio Nobel de Paz, Al Gore, hizo sonar de nuevo las alarmas frente a fenómenos como la superpoblación del planeta, el calentamiento global y la pasividad humana ante los principales retos ambientales, durante una conferencia llevada a cabo el pasado 25 de abril en el marco de la Cumbre Internacional del Medio Ambiente Cima Kids 2014, celebrada en Bucaramanga.

Gore llamó la atención de gobernantes, empresarios y ciudadanos sobre el aumento del calor y el agravamiento de las sequías, el consecuente aumento de los precios de los alimentos y la muerte acelerada de especies animales, fenómenos que afectan especialmente a los países pobres.

El nobel insistió en que la actividad industrial es la principal responsable de la emisión desmedida de dióxido de carbono a la atmósfera y, por tanto, del cambio climático.

“No podemos seguir tratando la atmósfera como si fuera una cañería abierta. Hay que ponerle precio a la contaminación de CO2. Sin planeta no hay economía que valga”, señaló.

A propósito de la emergencia provocada por la falta de agua en el departamento del Casanare y en otras regiones de Colombia, Gore subrayó que los países andinos dependen en gran parte del suministro del líquido proveniente de los glaciares y páramos, por ello se mostró en desacuerdo con la explotación minera en lugares como el páramo de Santurbán, de donde ciudades como Cúcuta y Bucaramanga obtienen el recurso hídrico.

“Colombia tendrá que elegir entre el oro de los páramos, junto con las ganancias para unas pocas personas, o el agua potable que abastece a todos los ciudadanos”, acotó.

En su opinión, existen dos grandes factores que alertan sobre la necesidad de poner en marcha una política ambiental de carácter mundial capaz de responder a los principales retos ambientales de nuestra época. Primero, dijo, “nos encontramos en un momento en el que los eventos climáticos extremos son cien veces más comunes de lo que eran hace treinta años”. El segundo factor tiene que ver con la reducción del precio de la energía solar, eólica y de otras fuentes renovables. “Hoy hay 79 países en los que el costo de la electricidad de fotoceldas es igual o más barato que el costo de la electricidad de otras fuentes”, dijo. Dentro de seis años el 80% de la población mundial podrá acceder a la energía solar a un costo igual o menor que el de la electricidad producida por fuentes como el carbón o el petróleo. Esto supone un gran avance”, subrayó.

“¡Pero necesitamos liderazgo!”, reclamó Gore. En su concepto, para poder enfrentar los veloces cambios que están en camino se requieren más decisiones y acciones. “Tenemos suficientes motivos para ser optimistas. Del valor que hoy le otorguemos a la vida y de la calidad de los planes que tracemos para asumir realidades tan desafiantes como la del cambio climático, depende el futuro de la humanidad a largo plazo”, señaló el nobel, y anotó: “¿Podrán las nuevas generaciones habitar un mundo en el que el oro recibe más importancia que el agua?”.

Para Gore, la sostenibilidad de los negocios, las políticas de desarrollo, la arquitectura y, en general, de cada una de las actividades humanas, debe ser la máxima prioridad.

“Las nuevas generaciones merecen vivir en el mundo de las energías renovables, del reciclaje, de las formas de agricultura sostenibles, de ciudades planeadas con inteligencia, con la esperanza de que sus propios hijos vivan mejor”, reflexionó el exvicepresidente estadounidense.

“Si seguimos esperando con los brazos cruzados a que todo se resuelva solo, vamos a llegar al día en el que estaremos forzados a hacer cosas desesperadas, que podrían haberse hecho con calma y sin prisa en el momento oportuno”, manifestó.

 

Por Pastor Virviescas Gómez, Bucaramanga / Especial para El Espectador

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