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Un consenso por la biodiversidad mundial

Hace una semana, 80 investigadores internacionales se dieron cita en Bogotá para participar en la primera Evaluación Regional para las Américas de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Ipbes). El primer documento mundial será presentado en el 2019.

María Paulina Baena Jaramillo
30 de julio de 2015 - 03:48 a. m.

La biodiversidad es un asunto político. Eso quedó claro después de la primera reunión que se realizó en Bogotá entre 80 expertos internacionales que se sentaron en la misma mesa durante la primera Evaluación Regional para las Américas de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Ipbes).

Un tema político, porque la biodiversidad dejó de ser una discusión de científicos para científicos y pasó a la esfera de la toma de decisiones. “La toma de decisiones sobre biodiversidad es un tema político, pero necesita mejorar la calidad sobre la cual se hace. Ya están publicadas las cifras desde la biología, ahora queremos entender qué significan”, aseguró Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt y miembro del Panel Multidisciplinario de Expertos (MEP, por sus siglas en inglés).

¿Qué es Ipbes?

La Ipbes es un organismo multilateral encargado de presentar en 2019 una evaluación global sobre biodiversidad, con insumos provenientes de los estudios regionales de América, Asia, África y Europa. Por lo pronto, la evaluación que terminó la semana pasada se concentró en examinar la biodiversidad y los servicios ecosistémicos desde Canadá hasta la Patagonia: un primer vistazo de la diversidad biológica de América.

Para esto el continente se dividió en cuatro zonas de estudio: Norteamérica, Mesoamérica, el Caribe y Suramérica. Durante los cuatro años siguientes los expertos buscarán construir un informe estructurado en seis capítulos: 1) una introducción; 2) un reconocimiento de cómo la biodiversidad contribuye en el bienestar de la gente; 3) un diagnóstico de qué tan importante es la biodiversidad en la economía, la cultura, la nutrición y la medicina, entre otros; 4) una evaluación del cambio ambiental y sus afectados; 5) una valoración de qué se está perdiendo de biodiversidad y cuáles son las razones de su pérdida, y finalmente 6) una reflexión sobre los escenarios futuros.

Acuerdos políticos con base científica

Con esto en mente, los científicos tendrán pruebas para poner a actuar a los gobiernos. “Ahí es donde se ve más factible que los incrédulos lo incorporen en sus políticas. Tendremos las herramientas para tomar decisiones con base en esa información técnica, científica y estadística”, comentó Pablo Vieira, viceministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

Para Vieira, la mayor dificultad del sector ambiental es venderles esa información a los sectores productivos por falta de información y certezas. Pero con este informe mundial se demostrará que “la ciencia sobrevive a los ciclos políticos, que son más cortos que los científicos”, remató.

La idea de la evaluación es llegar a un consenso sobre el estado mundial de la biodiversidad. Suena paradójico porque no hay una talla única que la mida por igual en todos los países. No obstante, de acuerdo con Baptiste “la tarea de hacer una evaluación de la biodiversidad a escala continental y global es muy importante, porque entre los expertos y países nos ponemos de acuerdo sobre su estado real, las fuerzas que la están amenazando y las oportunidades de hacer un manejo con principios comunes, técnicos, financieros y políticos para protegerla”.

Aunque existe material para tomar decisiones por separado, no hay un método consensuado que haya sido adoptado por todas las naciones. Por ejemplo, la presión a los bosques varía en Colombia y en Venezuela, Chile responderá a sus conflictos marinocosteros con mayor urgencia que Estados Unidos o México, quienes tendrán los ojos puestos sobre los procesos de desertificación, y los cambios de La Pampa argentina no serán iguales a la transformación de la selva amazónica en Brasil.

Entonces, ¿para qué un consenso? “Lo que se está buscando es que los mensajes generales se aterricen a la realidad local”, sostuvo Vieira. Y Baptiste aseguró que el gran problema es que “no ha habido un cuestionamiento de fondo sobre temas económicos, sociales y políticos en el tema de la biodiversidad. Los países son reacios a poner en riesgo sus decisiones soberanas sobre el manejo del territorio. Ya no podemos seguir haciéndolo. Debemos entregar parte de esa soberanía al mundo globalizado en la medida en que el planeta entero está acercándose al colapso”.

Parecido a negociar el cambio climático

Alcanzar un consenso sobre la biodiversidad es un proceso similar a las negociaciones de cambio climático, que se generan con los informes del IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático), y que se espera que este año, en París, se concreten en un acuerdo de los países para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y evitar que el planeta se caliente dos grados más.

Los informes del IPCC pusieron a actuar a los gobiernos. Por más de 30 años este organismo logró demostrar que el calentamiento de la Tierra fue causado por los humanos y en sus informes evidenció los escenarios de credibilidad que obligaron a los políticos de los países a tomar decisiones unilaterales.

Las consecuencias que traería un calentamiento de sólo dos grados serían fatales: el nivel del mar subiría, haciendo desaparecer a islas enteras, miles de especies se esfumarían, la seguridad alimentaria estaría en riesgo por la pérdida de cultivos... y la lista continúa.

El problema es que estos instrumentos multilaterales no tienen dientes, es decir, no legislan. El Ipbes, entonces, está sujeto a la voluntad política de las naciones y por eso tiene todas las de ganar y todas las de perder. Lo cierto es que “ Si logran generar masa crítica para cambiar la trayectoria e inercia de hacia dónde vamos, es un logro. La mejor manera de lograrlo es con información y no con conjeturas”, dijo Pablo Vieira, viceministro de Ambiente.

“Todo este esfuerzo, si bien no va a ser inmediato, sí muestra que hay pequeñas señales de que a los científicos nos empiezan a escuchar. Lentamente vamos ganando pequeñas batallas”, complementó María Elena Zaccagnini, líder para la evaluación regional de América y el Caribe de la Ipbes.

Salirse de la cáscara científica

Este documento no es solamente científico. “En esta evaluación, a diferencia de otras, no estamos poniendo por delante la biodiversidad, sino al mismo nivel de la relación que se establece entre la sociedad y la naturaleza”, comentó Zaccagnini, líder de la Ipbes. “Quisimos cambiar el paradigma: el tema ambiental pasó de ser un tema de biólogos a un tema multidisciplinario”, remató la experta.

Zaccagnini resaltó que los científicos trabajan enredados con otros temas, pues se dieron cuenta de que los biólogos no podían resolver problemas de índole social. La diversidad biológica no existe aislada, se relaciona también con la biodiversidad social, cultural, lingüística. De ahí que los expertos que desarrollan el estudio sean, aparte de biólogos, antropólogos, politólogos, psicólogos: un abanico de especialistas que se salen de la cáscara científica.

Lo que viene

En dos años se tendrán los informes regionales de los demás continentes, como África, Europa, Asia y Oceanía. Y para 2019 se aprobará el documento mundial con el que los 124 países firmantes trazarán la nueva hoja de ruta de sus políticas ambientales.

Para la brasileña Cristiana Simao Seixas, miembro de la Ipbes, el objetivo del trabajo que sigue es “partir con lo que está disponible, no buscamos hacer nuevas investigaciones. Sí habrá una oportunidad para traer a los poseedores del conocimiento local e indígena para discutir con nosotros los datos y conclusiones preliminares. Esa es una dimensión cultural y espiritual que permite hacer conexiones que nosotros no podemos hacer”.

Así que esta plataforma no habla sólo de lo biótico, sino de problemas sociales, económicos y culturales. Entonces, queda claro que la biodiversidad es un tema político que no tiene distinciones de color pues, como concluyó Brigitte Baptiste, “la metodología pretende dar información, fresca, imparcial y constructiva que le sirva a todo el mundo, desde la extrema izquierda, hasta la extrema derecha. A partir de allí, que puedan interpretarla y proponer sus respuestas. A medida que las señales del colapso crezcan, la sociedad va a exigir agendas más coherentes de los partidos y líderes políticos. La clase política no le quedará de otra que comprometerse con los temas ambientales”.

Por María Paulina Baena Jaramillo

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