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Un inglés obsesionado con las aves

El escritor británico Mark Cocker, colaborador de ‘The Guardian’, visitará Medellín el 30 de enero para hablar de la estrecha relación que existe entre aves y humanos.

Angélica María Cuevas Guarnizo
23 de enero de 2014 - 06:55 a. m.
El escritor Mark Cocker, colaborador del diario The Guardian
El escritor Mark Cocker, colaborador del diario The Guardian

Las utilizamos para abrigarnos, para adornar el cuerpo, como centro de rituales espirituales, también como alimento. Las aves, estampadas en banderas y símbolos de guerra, han representado para el hombre la fuerza, la audacia, la libertad.

Durante siete años el escritor británico Mark Cocker investigó la íntima relación que existe entre estos animales y los humanos, y compiló sus resultados en el libro Birds and People (Random House), una enciclopedia que recorre todos los continentes reseñando fotografías, prácticas, historias y referentes culturales que reafirman los lazos entre ambas especies.

“Me pregunto si nuestra preocupación por las aves se debe a la gran variedad de aplicaciones funcionales que hemos ejercido sobre las diferentes partes de su cuerpo. Casi todo lo que estas criaturas pueden producir, desde su pecho, sus alas, sus patas o sus pieles fibrosas y gruesas (como las de los pingüinos, que terminan siendo guantes de golf), se ha explotado en un momento u otro”, escribió hace poco en su blog en The Guardian el investigador que visitará Colombia por primera vez para participar en la programación del Hay Festival en Medellín, el Hay Verde.

El jueves 30 de enero, en el Parque Explora, Cocker hablará de esos años de trabajo junto al reconocido fotógrafo David Tipling, quien visitó 39 países para capturar impresionantes imágenes de rituales de caza, ceremonias, plazas de mercado y culturas ancestrales donde las aves siempre son el centro.

La obsesión de Cocker con los pájaros venía desde niño y fue potencializada por la arraigada costumbre inglesa de practicar el avistamiento de aves. En Londres, la Sociedad Real para la Protección de las Aves tiene más miembros que todos los partidos políticos del Reino Unido, sumando 1,3 millones de seguidores.

“Aunque hay muchos libros sobre aves que hablan de sus comportamientos e incluyen preciosas fotografías, pocos resuelven la pregunta de por qué son importantes los pájaros en un mundo donde la biodiversidad está siendo amenazada por las acciones humanas. Tenemos una estrecha relación con ellos; al igual que nosotros, viven durante el día, tienen dos patas y también vocalizan. Además reflejan uno de nuestros grandes deseos: las aves pueden volar”.

¿Pero cree que los humanos ya perdimos esa relación mística con las aves?, le pregunto por teléfono, a cinco horas de diferencia.

“Vivimos en una sociedad industrial desde hace siete u ocho generaciones, en la que la gente está perdiendo ese vínculo. La gente ya no buscan comida en los bosques sino que la compran en supermercados y sólo ven la naturaleza como otro lugar de recreación”, responde.

La investigación le permitió a Cocker desarrollar una especial fascinación por los cuervos y dimensionar cuán grave es el problema del tráfico de aves en Inglaterra: “El caso de las guacamayas es terrible. Ustedes venden los pájaros, nosotros los compramos. Es una práctica destructiva. Siguen viendo a las aves como parte de una experiencia humana y no como seres que habitan un ecosistema. Los pájaros tienen derecho a vivir en su propio hábitat y no entre barrotes”.

Aunque David Tipling visitó Ecuador, Panamá y Argentina para capturar parte de la biodiversidad suramericana, el proyecto no tocó suelo colombiano. El temor infundado por nuestro conflicto armado terminó sacando al país de los planes de los investigadores.

“Es una lástima no haber llegado a Colombia siendo uno de los países más ricos en aves del mundo, pero en Inglaterra seguimos recibiendo noticias de la guerra civil en la que se encuentran, de los secuestros y el terrorismo; pero de la misma manera escucho a todos los que describen su país como un lugar fantástico. Ahora espero ansioso mi visita”.

acuevas@elespectador.com

@angelicamcuevas

Por Angélica María Cuevas Guarnizo

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