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Envigado quiere volver por los pasos de su grandeza

Uno de los retos del Área Metropolitana del Valle de Aburrá es que Envigado haga parte de esta entidad y se sume a los proyectos metropolitanos. Raúl Cardona, alcalde local, está de acuerdo. Las cartas están jugadas y el 10 de julio los envidadeños decidirán.

Guillermo Zuluaga Ceballos
22 de junio de 2016 - 09:12 p. m.
Medellín se ha convertido en una ciudad líder en el emprendimiento tecnológico y científico. / Oscar Pérez - El Espectador
Medellín se ha convertido en una ciudad líder en el emprendimiento tecnológico y científico. / Oscar Pérez - El Espectador

-¡Pa´ ya!. ¡Cuánto antes!
 
Eso contesta don Víctor Hugo Tuberquia, cuando se le pregunta sobre la posibilidad de que Envigado ingrese al Área Metropolitana (AM) del Valle de Aburrá.
 
-Hombre, claro que sí. Yo sé que el Área nos ayudará con el cuidado de las aguas, de las fuentes y del aire. 
 
Don Víctor es un hombre amable que en su rostro sonrosado aún conserva rasgos campesinos que trajo hace unas cuatro décadas desde las montañas de Antioquia.
 
Es uno de los cientos de envigadeños –raizales o de corazón- que disfrutan La Fiesta por el Sí, organizada por el Área Metropolitana y que tiene como fin motivar a la comunidad a votar afirmativamente por la pertenencia de Envigado a esta entidad de carácter metropolitano el próximo 10 de julio. 
 
Es jubilado de una textilera que dice que se amaña tanto en Envigado. Y hoy camina tranquilo entre carpas institucionales donde le dan más razones para querer al AM y de una tarima con potentes amplificadores donde se reafirman los mensajes. “Sí, sí, sí, nos conviene”.  A veces se detiene a mirar más allacito algunas palomas que esquivan a los niños que van por la plaza en bicicletas de madera. Y desde debajo de su sombrero negro de fieltro su mirada se topa con Débora Arango, Marceliano Vélez y Manuel Uribe Ángel, quienes en la esquina noroccidental del parque, con su presencia de bronce, son testigos de una jornada que puede variar el rumbo de esta tierra. 
 
Son estos tres ilustres, testigo y testimonio. Y de estar vivos, seguro que también disfrutarían esta jornada.   
 
Una historia grande
 
La historia de este pueblo está embigada de grandes personajes y momentos. Como tantos, sus tierras estuvieron pobladas desde tiempos inmemoriales por comunidades indígenas hasta que los españoles estuvieron de paso a principios del siglo XVI. Un siglo después se asentarían en el Valle de Aburrá y para 1776 comienza a escribirse su “historia oficial”.  Lo que se conoció como Envigado era una extensión de fértiles tierras que iban desde el borde sur de la Villa de Aburrá y se trepaba hasta la quebrada de Zenufaná. Envigado no es pues, esta zona urbana, con casas altivas que fueron levantándose al compás de los años y  que hoy ya escasean, sino que era una vasta y boscosa geografía rural surcada de fuentes diáfanas que desfilaban desde las laderas surorientales del Valle.  
 
Pero el tema de lo “urbano” y lo “rural” es algo más que un punto cardinal. A diferencia de muchos pueblos lo que hizo grande a este fueron sus años de ruralidad. Así lo destaca el escritor y gestor cultural Vedher Sánchez Bustamante para quien “durante unos 150 años, ese Envigado rural –que arranca en 1620- fue muy potente en lo económico, políticamente influyente, e intelectualmente distinguido”. Prueba de ello, explica, es que los habitantes de aquel Envigado rural fundaron pueblos, en el suroeste y sus lazos alcanzaron a llegar hasta las playas del  Urabá. 
 
“Mientras que Antioquia era de comercio, contrabando y analfabeta, Envigado fue agrícola y culto. La educación de Antioquia e incluso la República fue jalonada por envigadeños; y como si fuera poco, el Acta de Independencia fue firmada por un natural de Envigado,  don José Manuel Restrepo” 
En 1776, podría ubicarse el arranque del Envigado Urbano, con la fundación de la Parroquia de Santa Gertrudis; pero el crecimiento fue muy lento. Tanto que al cabo de siglo y medio cuando se creó la “Escuela Modelo”, construida por Agustín Gobaerts en 1920, se decía que estaba en “las afueras del pueblo”. (La edificación se distingue hoy, a tres cuadras del parque). 
 
Precisamente los inicios de esta institución académica coinciden con el fenómeno de la migración empujada por los rescoldos de la Guerra de los Mil días. Tanta gente salió de los campos y Envigado ofrecía empleos en las nacientes industrias de chocolates, de bocadillos, y en especial en la empresa de textiles Rosellón. Ésta animaría el crecimiento urbanístico pues nacieron los primeros barrios obreros. A decir de Sánchez, “con la llegada de industrias los jóvenes prefirieron ser obreros a estudiantes”. Vino entonces una debacle de la élite intelectual, lo cual cuestionaría  el maestro Fernando González en sus escritos y Débora Arango en sus lienzos. 
 
El barrio Obrero es testimonio de aquellos asentamientos para trabajadores. En los años cincuentas y sesentas del siglo XX, la violencia partidista en el campo colombiano vuelve a impulsar el crecimiento. A principios de los años sesentas el Instituto de Crédito  Territorial construye el barrio El Dorado;  detrás de este muchos barrios para tanta gente que era atraída por este pueblo que además de posibilidades de vivienda ofrecía empleo, un clima benigno. 
 
Una cuarta ola de crecimiento se da desde los años ochentas con el incremento de urbanizaciones cerradas y torres de apartamentos. Lo cual produce “un Envigado superpoblado –el actual- donde solo el 34% de los habitantes somos nativos”, explica Sánchez.
 
Envigado sigue siendo un pueblo muy atractivo. Su nivel de vida es ejemplo nacional; sus finanzas son boyantes; sus necesidades básicas satisfechas. Quizá por ello, Don Víctor Tuberquia sale todos los días a caminarlo y dice que se amaña tanto. Otros observadores más rigurosos, como Vedher Sánchez, sintetizan sin embargo que ese gran Envigado ya no existe. “Hay mucho desorden: La movilidad, la seguridad son complejas. Pero también se acabaron los referentes arquitectónicos, visuales. Se ha perdido la identidad. Y entonces la gente se va inquietando, se vuelve agresiva”. Como dice alguien durante esta Feria por el Sí: “Envigado y todo el Valle se salió de madre”. “Hay que pensar en los nietos.”
 
¿Cómo así, es que Envigado no es del Área Metropolitana? Se pregunta la gente que se acerca a los stands donde se muestran los proyectos del AM.
Hay quienes no entienden que Envigado tan desarrollado y conurbado con Medellín, Sabaneta e Itagui no haga parte de esta entidad. El asunto está situado en los años ochentas cuando decisiones todopoderosas y quizá chauvinistas no dejaron que esta municipalidad perteneciera al AM. Eran los tiempos en que se anhelaba “Una Antioquia Federal” y circulaba tanto dinero. 
 
Pero ahora hay voces que  comentan que Envigado no puede solo. Que no es una isla.  Eso dice Doris Gaviria,  joven comerciante, mientras cuida a Matías Posada, de dos años, y a Melani, de seis, quienes juegan en las bicis de madera  que tajo el AM este mediodía.  Y tiene tan claro porque  le gustaría que Envigado perteneciera al AM: “necesitamos más obras, aquí ya hay mucha congestión”. 
 
-Ya no está el que quería que fuéramos Antioquia Federal y que no nos integráramos al AM -dice tan seguro don Víctor Hugo. 
Según él, “estamos sin vías” y anhela “un tranvía y un metropluss” para su pueblo. 
 
Dicen algunos que la cultura ciudadana y la movilidad son los temas prioritarios. Y una mirada al parque con el estridente sonido de neumáticos frenando o arrancando en el costado sur ayuda a entender a los molestos. 
 
Envigado tan pionero de la educación, semilla de la Independencia, forjadora de identidad; Envigado con sus intelectuales y sus políticos; Envigado con su irreverencia; Envigado con su prosapia. Envigado, tierra del carriel, Envigado, con sus veredas Vallano, Perico, Pantanillo, Santa Catalina, Las Palmas y Escobero… Envigado el del Chorro Campanas, Envigado con su  reserva del Carriquí. Envigado. “Embigado”. Envigado con su presente tranquilo; Envigado que se proyecta al horizonte: Envigado el que quieren sus habitantes y el que lo sueñan:  “Soy un convencido irremediable de que para Envigado lo mejor es entrar al AM”, resume el estudioso Vedher.  Y en el parque, don Víctor Hugo, tan pragmático, también lo dice: 
-Hombre, he vivido bien, y me amaño aquí. Y me gustaría que estuviera en el Área porque ya hay que pensar es en los nietos.
 
 

Por Guillermo Zuluaga Ceballos

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