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Planadas tiene el mejor café del mundo

La cara oculta del municipio tolimense en donde nacieron las Farc. La olvidada región apenas es conocida en Colombia por su condición de víctima del conflicto armado.

Olga Lucia Garzón/ Especial para El Espectador
04 de junio de 2008 - 10:13 p. m.

Planadas es un apartado municipio del sur del Tolima en el que las historias de terror aún no terminan de ser contadas. El estigma de que las Farc hubiesen proclamado allí su nacimiento como guerrilla, le ha valido años de sufrimiento. Incluso ahora, cuando las Fuerzas Militares intensifican su persecución contra ‘Alfonso Cano’, el nuevo jefe de ese grupo armado, de quien se supone que salió de Marquetalia, en Planadas, hacia el Cañón de Las Hermosas.

La presencia de esa población en los informes de prensa del país da cuenta de que es un auténtico laboratorio en el que confluyen todas las manifestaciones del conflicto armado colombiano: desplazamiento, miseria, amapola y centenares de muertos por la violencia. Sin embargo, en medio de tantas necesidades y dolores, en el municipio se teje también una historia de orgullo para el país: Planadas tiene el mejor café del mundo y por eso acaba de ganar el prestigioso ‘Roasters Guiad Cofee of the Year’, en Minneapolis, Estados Unidos.

El grano sembrado por los campesinos planadunos de la comercializadora C.I. Racafé y Cia S.C.A. se impuso entre 120 empresas participantes. Algunos de los derrotados fueron pesos pesados como Hacienda La Esmeralda, de Panamá. Aroma, sabor y cuerpo fueron los aspectos que hicieron que los 30 jurados, expertos de la Asociación de cafés Especiales de América, SCAA, lo eligieran como el mejor.

Es la primera vez que un producto colombiano gana este concurso, pero el café Planadas ya había demostrado su calidad en otros escenarios. En 2006, fue tercero en la Cup Of Excellence, Taza de la Excelencia, promovida en Colombia por la Federación Nacional de Cafeteros. En esa ocasión participaron 771 lotes de varios departamentos del país. El juzgamiento lo hicieron 12 catadores nacionales e internacionales, y la ganadora fue Edith Encizo, de la vereda Corazón en el corregimiento de Gaitania (Planadas). Ella y seis campesinos más del lugar llevaron su café a una subasta internacional, donde lograron vender su producto muy por encima del precio normal.

Los beneficios del café fino son bastantes. “Mientras por el corriente nos pagan una carga a 150 mil o 200 mil pesos, por el especial nos pueden dar hasta un millón de pesos.

En medio de la guerra

Este tipo de reconocimientos son una especie de compensación para la comunidad, que desde 1964 empezó a sufrir los rigores de la guerra cuando las Farc se proclamaron como grupo revolucionario en Marquetalia, jurisdicción de Planadas. Desde entonces, los campesinos tuvieron que someterse al mando de esta organización, pagar vacunas y entregar sus hijos a las filas revolucionarias, lo que con el tiempo desembocó en pobreza, miles de muertes y castigos atroces por parte de paramilitares.


Y fue precisamente esa pobreza extrema la que llevó a que en 1996 los labradores dejaran sus cultivos de café, plátano y otros, para sembrar amapola. El 90 por ciento de familias se dedicó a plantar la flor que al principio trajo cantidades inimaginables de dinero, pero que años después se convirtió en la maldición y la ruina del campo.

Por más de cinco años, Planadas fue reconocida como uno de los sitios con mayor producción nacional de látex. El narcotráfico, la violencia, la prostitución, la drogadicción y miles de hectáreas de tierras arruinadas por la deforestación y las fumigaciones con glifosato fueron las terribles consecuencias.

Acosados por la conciencia, la lucha antidrogas y los bajos precios a que les estaban comprando el látex, los labriegos decidieron dejar las plantaciones de la flor y volver a ser cultivadores de café. Los primeros tres años les pagaban mil pesos por gramo, pero el precio se fue bajando hasta que llegaron a darles solamente 200 pesos.

“Fue muy rara la persona que aprovechó el auge para ahorrar. El resto nos gastamos la plata en mujeres y trago. Hubo mucha miseria, a muchos nos tocó aguantar hambre”, dice el agricultor.

A pesar del mal estado de las vías –planadas queda a 10 horas por carretera de Ibagué-, las caídas del precio, los altos costos de los insumos y las deudas, los campesinos decidieron jugarle en serio una vez más al café y ahora comienzan a tener su recompensa.

Gildardo Monroy Guerrero, director ejecutivo del Comité de Cafeteros del Tolima, dice que el galardón que se llevaron los planadunos no es fortuito. La población cuenta con 10 mil hectáreas de café, donde se ubican cuatro mil 700 fincas cafeteras, óptimas para el cultivo del grano, y hoy en día aporta el 11 por ciento del Producto Interno Bruto del departamento.

Pero no todo son buenas noticias. Mientras eran notificados sobre su trofeo mundial por la calidad del café planaduno, los lugareños resultaron afectados por el invierno que azota al país. El riesgo afecta al 50 por ciento de la cosecha, que comenzó el 20 de abril.

“El año pasado recogí 90 cargas. Este año a duras penas mi familia va a tener 25” dice con la voz entrecortada César Julio Muñoz, lider de la comunidad y quien fue víctima de la violencia . Recuerda que el 16 de julio del año pasado, día de la Virgen del Carmen, se levantó, le prendió una vela y salió de su humilde casa , pero unos pasos más allá se vio tirado en el piso, lleno de sangre y con la mitad de su pierna izquierda colgándole. Había pisado una mina quiebrapatas.

Don Julio hoy está recuperándose con la ayuda del Centro Integral de Rehabilitación de Colombia, Cirec, que le proporcionó la oportunidad de mejorar su calidad de vida. “Quiero volver a caminar, y ayudarles a mis hijos a sembrar café”.

A pesar de las dificultades que enfrenta a diario la comunidad y en especial, la lucha contra el miedo, el renacer de Planadas cuenta con el apoyo de los lugareños. No importa que para muchos el pueblo siga siendo reconocido como la zona mítica de las Farc y señalado por las autoridades como santuario de esta guerrilla.

“Llegar es una travesía”

Para las comunidades de Planadas y Gaitania, las vías son la prioridad para la comercialización sus productos. “Otros compradores internacionales han estado interesados en comprar pero no se atreven a venir, porque desde Ibagué se gastan, según como esté la trocha, hasta 18 horas por tierra”. También hay mucho interés en recuperar la pista de aterrizaje donde por varios años llegaron las avionetas. Esta dejó de funcionar hace un año porque a sus alrededores está ubicado un colegio, manifiesta Virgelina Suárez, de la Asociación de Café Especial Diferenciado, Acedga.

Por Olga Lucia Garzón/ Especial para El Espectador

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