Violencia en Medellín revela fallas en política de seguridad

Los altos índices de homicidio revelan que los barrios pobres de la capital antioqueña una vez más están en guerra.

Reuters
20 de octubre de 2009 - 12:23 p. m.

Después de una fuerte caída de la delincuencia en los últimos años que despertó esperanza de paz en una ciudad que fue sede del cartel de la cocaína más grande del mundo, los barrios pobres de Medellín una vez más están en guerra.

La tasa de homicidios local se ha más que duplicado desde el 2008 después de la extradición del jefe del crimen de la ciudad, Diego Fernando Murillo, más conocido como 'Don Berna', que dejó un vacío de poder en el bajo mundo del narcotráfico y de las extorsiones.

"Con el patrón nosotros teníamos apoyo, no sólo económico sino también de tin tin (...) de armitas", dijo a Reuters un pistolero de nivel medio bajo la condición del anonimato.

"La única diferencia ahora es esa, que no hay patrocinio, entonces el patrocinio lo tiene que buscar uno mismo, ¨cómo? delinquiendo hermano. Todo cambio genera pérdidas (muertes)", comentó.

La lucha por el control de las estrechas calles de los barrios construidos sobre empinadas colinas la disputan decenas de nuevas bandas dirigidas por antiguos combatientes de grupos paramilitares de ultraderecha que se desmovilizaron y entregaron las armas en un acuerdo de paz con el Gobierno.

La situación pone de manifiesto deficiencias en la estrategia de seguridad del presidente Alvaro Uribe, quien le coquetea a un tercer mandato y sustenta su alta popularidad en la ofensiva contra la guerrilla izquierdista y otros grupos armados que ha permitido reducir la violencia.

La euforia inicial sobre el proceso de paz con los escuadrones paramilitares no ha durado en Medellín, la ciudad natal de Uribe, en donde la oficina forense local ha registrado más de 1.500 asesinatos en los que va del año, más del doble que en el mismo período del 2008.

Las escenas de crimen parecen el guión de una película policial, sobre todo en los barrios pobres ubicados a una distancia de las zonas ricas que aún atrae las inversiones de los constructores y no han sido tocadas por el caos.

Cientos de miembros de pandillas han sido arrestados, pero la pobreza y la tentación del dinero fácil logran conformar un ejército de nuevos reclutas.

Como las rutas de contrabando internacional son vigiladas por medidas más estrictas de interdicción, el jefe de la banda, que habló de forma anónima, dijo que los traficantes cada vez más venden drogas a consumidores locales.

"Claro no hay para donde mandarla (la droga), entonces consumámosla. Todo está muy cerrado, no hay por donde, a vos te cogen (arrestan) allí en la esquina y ya, o antes de llegar al terminal cogieron a un fulano con tantos kilos, entonces no hermano, empecemos con lo de nosotros, hagamos de la plaza la plaza", explicó con su particular vocabulario.

Pago en especie remplaza el efectivo

Algunas bandas pagan a sus pistoleros con cocaína en lugar de efectivo, aumentando la adición en zonas pobres de Medellín ya golpeadas por el desempleo y la recesión económica de la que trata de recuperarse el país como consecuencia de la crisis financiera internacional.

La situación contrasta con la de comienzos de los años de 1990 cuando el jefe del Cartel de Medellín, Pablo Escobar, puso precio a las cabezas de policías y desató una ola de crímenes selectivos de pistoleros que cobraban en efectivo al rey de la cocaína.

"Este era un barrio tranquilo, hasta ahora", dijo el dueño de un bar de Bello, un suburbio de Medellín, en donde un hombre fue asesinado recientemente a tiros pos sicarios. El mismo día, pero una hora más tarde y a varias cuadras de distancia, alguien lanzó una granada contra un grupo de pandilleros sentados por sus motocicletas en un parque, matando a uno e hiriendo a dos más.

Uribe, el principal aliado de Estados Unidos en momentos en que líderes de izquierda ganan protagonismo en América Latina, comenzó a negociar la desmovilización de los paramilitares después de su primera elección, en el 2002.

Miles de "paras" fueron vistos en las ceremonias transmitidas por televisión entregando sus armas con lágrimas en los ojos a funcionarios del Gobierno.

El proceso buscaba terminar con la violencia de las milicias paramilitares, conocidas por matar a cualquier sospechoso de colaborar con los rebeldes izquierdistas que han enfrentan al Estado desde la década de 1960 y aún controlan algunas áreas montañosas y selváticas que utilizan para producir cocaína.

Sin embargo, algunos jefes paramilitares, incluyendo a Don Berna en Medellín, continuaron dirigiendo sus organizaciones criminales desde la cárcel mientras avanzaba la negociación de paz con el Gobierno. 'Don Berna' y otros líderes fueron extraditados en el 2008 a Estados Unidos bajo cargos de narcotráfico.

"Todos los principales grupos del narcotráfico en Medellín tienen grupos satélites dedicados a asesinar, a la extorsión de las empresas locales y el suministro de drogas para el mercado local", dijo el colombiano Armando Borrero, analista de seguridad. "Don Berna fue el centro de gravedad en este sistema solar "Sin él, las guerras territoriales han vuelto salvajes", aseguró el experto.

A pesar de los retos a su política de seguridad, Uribe sigue siendo popular entre la clase media de Colombia. El mandatario dice que no quiere aferrarse al poder, pero insiste en que sus políticas deben continuar en el lugar después de que concluya su actual mandato, en agosto del próximo año.

La Corte Constitucional comenzó la revisión jurídica de un referendo que busca habilitar a Uribe para buscar su segunda reelección consecutiva después de que el Congreso lo aprobó en medio de críticas y denuncias de la oposición por supuestas prácticas de corrupción del Gobierno.

Por Reuters

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