Publicidad

Atentado contra patrimonio cultural en parque Piedras de Chivo Negro

Las más de 50 piedras con arte rupestre que se encuentran en el municipio de Bojacá, al occidente de Bogotá, están en riesgo.

Susana Noguera Montoya
30 de julio de 2015 - 04:06 p. m.

Ahora que empieza agosto, el mes de los vientos, muchos cundinamarqueses buscan un buen lugar para elevar cometas, hacer un delicioso asado y disfrutar una tarde en familia. El parque arqueológico Piedras de Chivo Negro, en Bojacá (Cundinamarca), es uno de los destinos preferidos para esta actividad. Lo que muchos desconocen es que bajo el hollín de las fogatas, los grafitis de los enamorados y la basura que dejan los visitantes, está uno de los más grandes tesoros arqueológicos del departamento: murales de arte rupestre, con miles de años de antigüedad.

Al menos 16 piedras, cada una con decenas de figuras de arte muisca, se encuentran dentro del parque y otras 40 en terrenos privados del municipio. Todas fueron declaradas como Bien de Interés Cultural (BIC), por la ley 1185 de 2008. Según esta norma, cuando un lugar u objeto es declarado BIC se vuelve sujeto de un régimen especial de salvaguarda y la obligación del Estado es vigilar y velar por su conservación. Sin embargo, lo que se aprecia actualmente es que este parque aún parece estar lejos de la supervisión estatal y municipal.

La gobernación de Cundinamarca y la alcaldía de Bojacá contrataron a principios de año a Diego Martínez Celis, investigador sobre arte rupestre, para hacer un inventario de las pinturas del lugar. Para la sorpresa del experto, cada vez que llegaba al parque para documentar, tanto el patrimonio histórico como su deterioro, encontraba una nueva fogata o nuevos grafitis sobre las rocas. “A la vista de todos, se están cometiendo todos los atentados posibles contra el patrimonio histórico de Bojacá. Incluso, hace unos años se encontraron huesos humanos, ya que unos grupos satánicos hacían ritos allá”, indicó el investigador.

Armando Capiz lleva seis años viviendo en el parque con su familia. El municipio les autorizó vivir allí, a cambio de que ayudaran a cuidarlo. Sin embargo, afirma que no ha podido cumplir bien su labor, ya que se sienten amenazados cuando llegan pandillas de jóvenes, con drogas y armas blancas. Hoy, el panorama muestra un parque lleno de grafitis , marcas de disparos sobre los murales muiscas, basura regada por el suelo y más de 20 perros abandonados. “Una vez me metí en problema con un grupo de muchachos que llegaron a meter vicio y se desnudaron en el parque. Llamamos a la policía, pero llegó al día siguiente”, dijo Capiz.

Ana Eliana García, alcaldesa de Bojacá, afirma que no hay suficientes recursos para hacerle mantenimiento al parque arqueológico. Dice que la inversión de $80 millones para el inventario fue un gran esfuerzo del municipio. “Recibimos el parque en peores condiciones y hemos querido mejorarlo poniendo, por ejemplo, una puerta, pero hemos tenido dificultades presupuestales”, dice la mandataria.

Por su parte, el gestor cultural y exconcejal del municipio, Salomón Fique, piensa que el problema no es de presupuestos ni de dinero sino de una voluntad fuerte para cuidar el parque. “No sería necesaria la gran obra, es más importante la voluntad. La mayoría de la gente que hace grafiti sobre la roca no sabe que están dañando arte rupestre de miles de años de antigüedad. Hacen faltas iniciativas de pedagogía sobre la riqueza cultural que hay aquí”, afirma.

Ahora que el Instituto Distrital de Turismo (IDT) desarrolla un proyecto para incentivar el turismo en sabana de occidente, el parque arqueológico está en la publicidad del municipio como una de los lugares de interés. “En nuestras intervenciones públicas hacemos referencia al parque. Nuestra página de internet y la publicidad nacional lo mencionan”, dice la alcaldesa.

Según los investigadores, la importancia del parque no radica solo en la antigüedad de las pinturas, sino en el reconocimiento de la comunidad hacia ese pasado indígena. Sin embargo, el miedo que tiene Diego Martínez, investigador y coescritor de “Inventario de sitios con arte rupestre en Bojacá”, es que cuando lleguen los interesados en la arqueología del departamento no puedan distinguir entre el arte rupestre y el arte urbano en las piedras. “Arqueológico es solo el nombre. A mí me da pena publicitarlo como Parque Arqueológico Piedras de Chivo Negro y traerlos a esto. ¡Qué vergüenza!”, dice Martínez.

Olga Patricia Cárdenas, directora de recreación cultura y deporte del municipio, afirma que la alcaldía ha buscado financiación para mejorar el parque. “Dentro del Plan de Desarrollo Turístico del municipio hay lineamientos para mejorarlo, con la construcción de parqueadero, poner baños e instalar servicios básicos como electricidad. Algunos de los ítems que tomamos del plan municipal de turismo tiene unos costos altísimos, que un municipio de sexta categoría no tiene”, afirma Cárdenas.

Excepto por las rocas con marcas de balas y las que han sido talladas por amateurs con objetos corto punzantes, el parque todavía tiene esperanzas de recuperación si se toman medidas pronto. “Si no hacemos algo ya, es posible que en el intento de recuperarlo lo perdemos completamente”, concluyó Martínez.

Por Susana Noguera Montoya

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar