Maribel está vestida de negrita puloy, sonríe a pesar de que le faltan varios dientes. La ‘bazuquita’, como es conocida popularmente en las calles de Barranquilla debido a su adicción a las drogas, baila por primera vez en un carnaval. (Lea aquí: La Gran Parada, el desfile que cumplió 50 años de tradición)
Sus piernas están dobladas a causa de un accidente que por poco la deja paralítica: un automóvil la atropelló y a falta de un pronto tratamiento estuvo cerca de quedarse sin caminar de por vida. Hoy, de la mano del hogar de paso para habitantes de la calle de la Alcaldía, recibe tratamiento para su discapacidad y para su adicción a las drogas. (Lea aquí: “Bololó” y “Espantajopo”, un diccionario para sobrevivir al Carnaval de Barranquilla)
Ella, como el del jorobado de Notre Dame causa impacto al instante. Mide no más de un metro treinta centímetros y tiene una pequeña montaña en la espalda producto de su accidente. Sin embargo, Maribel danza libre y campante por las calles. Salsas, champetas y música de carnaval, no hay distinción entre sus ritmos preferidos. (Las mejores fotos de la Gran Parada que vivió Barranquilla)
La comparsa Pa’ la Calle, a cargo de la coordinadora del programa Habitante de Calle, Luisa Mora, y que está en estrecho vínculo con la primera dama Katia Nule, desfila como una representación de un Salón Burrero: viejos espacios donde los barranquilleros solían reunirse a carnavalear y debían por obligación ir disfrazados.
Treinta personas entre jóvenes y viejos ríen y bailan frente al público que los observa emocionado, así hace un par de meses o años los viera con desdén.
“El habitante de la calle genera un estigma de inseguridad”, dice Mora. “Pero es eso lo que estamos intentando cambiar”. La líder del programa asegura que estos hombres y mujeres han pasado por diferentes situaciones que los llevaron a la indigencia y que hoy merecen respeto de todos los ciudadanos.
“Es por eso que me da alegría saber que van a ser congos, marimondas y negritas puloy. Más cuando me dicen: yo dormía en la calle, tirado en una carretilla y ahora estoy aquí, bailando el carnaval”, añade Mora con la voz entrecortada
Maria Villalobos tiene diecinueve años, lleva una pollera amarilla y su vestido hace alusión al torito de carnaval. Llegó de Venezuela hace cinco meses, se escapó por amor y terminó en la indigencia.
‘Mari’, como la conocen todos en el hogar de paso, se vino del país vecino con su novio, no tanto en busca de mejores oportunidades sino escapando a un lugar donde su familia no fuese impedimento para poder consumar su amor. Al llegar a Colombia terminó por quedarse sin recursos y deambuló por los andenes del centro de La Arenosa.
“Yo no sabía nada de carnaval antes de llegar aquí”. Hoy todos la cuidan como una hija en el hogar de paso. Mari no sonríe mucho y tampoco consume alcohol ni drogas. Ahora quiere estudiar enfermería para “ayudar a las personas abandonadas. He conocido gente que me ha ayudado mucho, quiero quedarme en Barranquilla y estudiar aquí”, afirma Mari.
Gracias a diversos programas de la Secretaría de Cultura y Patrimonio y sus casas de Cultura Distritales, Mari sabe hacer artesanías de carnaval. Su disfraz preferido es el de negrita puloy porque ama sus rizos. Pero Mari no tiene el cabello rizado, es delgado y lacio y su descendencia es wayúu.
La comparsa de la calle, que fue una de las más aplaudidas del recorrido que se toma desde el Parque Olaya hasta la carrera 21 con calle 47, deslumbró entre los 142 grupos folclóricos presentes en el evento.
Más de 400 disfraces entre cumbiamberos, monocucos y marimondas bailaron a través de la conocida carrera veintiuna de la ciudad, en un desfile que se propone recuperar los tradicionales ‘puestas en escena’ y que cumple 18 años de realización ininterrumpida.
“Saldremos otra vez con la comparsa”, asegura Luisa Mora, líder de la comparsa. “Apenas vamos a hacer una puesta en escena aquí. Y tal vez el próximo año estemos en la Batalla de Flores”.
La ciudad viene trabajando con ahínco en políticas públicas para combatir la indigencia, sostiene la funcionaria. Se está construyendo un centro de atención que atenderá a más de 300 personas. Tiene un albergue temporal con servicios en salud, alimentación y apoyo psicológico. Así mismo, programas como el de Habitante de Calle, ayudan a que la población vulnerada reciba atención primaria en salud, habitación y, en algunos casos. educación.
“La comparsa no es lo primero que hacemos con habitantes de la calle; el año pasado organizamos un campeonato de futbol. Se trata de resocializar a muchos que antes dormían en parques y que hoy están con nosotros en el hogar. En Barranquilla vamos por más”, asegura Mora.
*Estudiante de la Universidad del Norte, de Barranquilla