Ángela Iranzo llegó al departamento del Atlántico en su adolescencia huyendo del catolicismo español. Salió por Holanda, pasó por La Habana y, finalmente, entró a Puerto Colombia (Atlántico) quedándose en el barrio San Roque, en Barranquilla.
Allí conoció al que se convertiría en el amor de su vida: Víctor Herrera. Ella se asomaba por la ventana y veía pasar a este joven, quien le hablaba y con poemas de amor logró enamorarla.
Se casaron el 17 de mayo de 1944, tuvieron 8 hijos, 34 nietos, 41 bisnietos y un tataranieto. Luego de ver a sus hijos crecer y formar sus respectivos hogares, la pareja se mudó al barrio Los Andes, ubicado en la ciudad de Barranquilla, donde pasarían sus últimos años. Con el pasar del tiempo, Iranzo y Herrera empezaron a tener los quebrantos de salud normales para su edad.
Los 73 años juntos no fueron suficientes para la pareja. El viernes de la semana pasada Herrera murió y con tan solo seis horas de diferencia su amada partió a su encuentro. “Más que una honra fúnebre yo veía una honra nupcial, a un par de novios que se preparaban y se tomaban de la mano para coger el camino celestial”, contó José Joao Herrera, hijo de la pareja y alcalde de Soledad, Atlántico.