La persecución de leones y osos marinos ha alterado el ecosistema del Atlántico

Gracias a un análisis de estas dos especies perseguidas durante 6.000 años, investigadores han revelado los efectos ecológicos de la explotación de recursos marinos en la costa sudamericana, a través de los siglos.

EFE Verde
19 de enero de 2017 - 11:54 p. m.
Pixabay.
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La captura de estas especies a manos de los europeos comenzó en el siglo XVIII en las costas atlánticas, y duró hasta la segunda mitad del XX en Argentina y Uruguay. Este fenómeno ha cambiado las pautas de alimentación de los mamíferos carnívoros y la estructura de la red trófica costera. Así lo revela una investigación codirigida por Lluís Cardona, del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona (UB), y Enrique Crespo, investigador del Centro Nacional Patagónico y de la Universidad Nacional de la Patagonia (Argentina).

Los resultados de esta investigación aparecen publicados en dos artículos en las revistas científicas “Oecología” y “Paleobiology”. En ellos, según Lluís Cardona, la caza y pesca generan una reducción en la abundancia de las especies de mayor tamaño, por lo que la megafauna es uno de los componentes más amenazados de la biodiversidad.

Efectos ecológicos

Los científicos han revelado los efectos ecológicos de la explotación de recursos marinos en la costa sudamericana durante los últimos 6.000 años, estudiando dos especies perseguidas tanto por los cazadores recolectores aborígenes como por los colonizadores europeos: el león marino sudamericano (Otaria flavescens) y el oso marino sudamericano (Arctocephalus australis).

El león marino sudamericano es un mamífero de constitución robusta, con un hocico corto y aplastado, que abunda en las costas desde Perú hasta el cabo de Hornos, y hasta las costas de Brasil. Con una distribución geográfica similar, el oso marino sudamericano es la mitad de grande, tiene un hocico más alargado, se alimenta principalmente de peces pelágicos y ocupa una posición inferior en la pirámide alimenticia del ecosistema marino.

Hace unos 6.000 años, las poblaciones de cazadores recolectores de la Tierra del Fuego comenzaron a explotar las dos especies, una actividad que se extendió hasta el norte de la Patagonia. “Son los mamíferos marinos más abundantes en la región actualmente”, ha explicado Cardona. Aplicando técnicas de análisis de isótopos de carbono y nitrógeno a los restos óseos de leones y osos marinos, procedentes de yacimientos tanto de la Patagonia como de Tierra del Fuego, los expertos han reconstruido sus dietas en diferentes periodos de la segunda mitad del Holoceno y las han comparado con las actuales.

“Todo indica que la explotación aborigen no afectó las dietas ni la estructura de la red trófica de estas especies, aunque era habitual consumir tanto leones y osos marinos como algunos peces y aves marinas”, ha apuntado Cardona. Agregando además que “durante milenios, la red trófica no varió de manera relevante a pesar de los cambios en la productividad primaria del océano, y los leones y osos marinos ocupaban un nivel trófico inferior al actual, similar al que ocupa la merluza hoy”.

Llegada de los europeos

Con la llegada de los europeos a partir del siglo XVI y durante la explotación masiva de los recursos marinos que se inicia a finales del siglo XVIII, la dieta de leones y osos marinos cambió. La presión humana diezmó las dos especies, lo que alteró la pirámide alimentaria y el papel ecológico de los grandes vertebrados marinos en el continente sudamericano, según los autores.

“Leones y osos marinos ocupan hoy un nivel trófico superior al que tenían antes de llegar los europeos: ahora son depredadores apicales, es decir, superdepredadores”, detalla Cardona. “Este resultado sorprendente se explica porque la población de leones marinos ahora es menor y por tanto hay más alimento disponible para cada ejemplar, a pesar del desarrollo de la actividad pesquera”, ha añadido.

En el caso del león marino, que tiene una boca más pequeña, el cambio de dieta no ha sido tan espectacular, porque tiene una limitación física para capturar grandes peces. “En cambio, el oso marino ha pasado de comer anchoas a consumir merluzas y pulpos”, ha concretado el investigador.

Por EFE Verde

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