Los libros que Santos les prometió a niños ciegos en Cartagena nunca llegaron

La Institución Educativa Olga González Arraut, una de las 18 que atiende niños con necesidades especiales en Cartagena, asegura que está agonizando y no cuenta con los recursos suficientes para atender a 107 menores que tienen condiciones distintas a los otros 820 estudiantes. El colegio, ubicado en el barrio Alto Bosque y que ha sido reconocido por el Ministerio de Educación por ser incluyente, junto con los mismos padres de los alumnos le ha pedido a esa cartera y a la Secretaría de Educación distrital soluciones para seguir prestando el servicio que desde hace 63 años ofrece a la comunidad.

La rectora de este centro educativo, uno de los 104 públicos de la ciudad, Olga Acosta Amel, explica que los 56 menores con déficit cognitivo, 17 con ceguera, 2 en silla de ruedas, 4 con limitaciones físicas y 14 con problemas de habla antes contaban con un equipo especializado que hacía posible que estos estudiantes recibieran clases en las mismas aulas que los alumnos regulares, ya que adecuaban las temáticas a sus necesidades y brindaban acompañamiento.

En una carta enviada directamente a la ministra de Educación, Gina Parody, Acosta afirma que varios de sus maestros se han ido y la entidad territorial no hace nada para remplazarlos. “Pareciera que el tema de la inclusión educativa fuera invisible, y las escuelas que prestan este servicio no son tenidas en cuenta para ser dotadas, reestructuradas, adecuadas y para jornada única”.

“No contamos con las herramientas para seguir impulsando nuestro proyecto y tampoco nos han cumplido unas promesas sencillas”, le dijo Acosta a El Espectador. Según ella, el presidente Santos prometió dotar a la institución de los libros de la colección semilla (conformada por 270 libros de poesía, teatro, novela, cuentos, entre muchos otros géneros) con el sistema braille para que los niños ciegos pudieran usarlas.

“Cuando el presidente nos invitó a contar nuestra experiencia en Bogotá, nosotros palpamos los libros con nuestras manos, pero nunca llegaron. Tampoco han llegado los computadores y las tabletas con el sistema Jaws, que se puede bajar gratuito, pero sin los aparatos no hay forma de instalarlo. Se colocó un Punto Vive Digital con una impresora braille en una institución educativa que no tiene niños ciegos, y allí seguramente se está deteriorando sin uso y nosotros sin poder adaptar los materiales pedagógicos para estos niños”, dice Acosta.

Con un agravante más. Varios maestros, que hacían parte del grupo capacitado para enseñar a los niños con necesidades especiales, se han ido pensionando sin ser reemplazados. De acuerdo con la rectora, “el profesor ciego, que dictaba matemáticas y que ganó un premio Compartir por su trabajo con esa población, se jubiló y nunca más lo remplazaron. A nadie le importó que los chicos ciegos se quedaran sin saber sumar y restar. En enero de este año se jubiló la docente del aula de apoyo para niños con déficit cognitivo y su remplazo tampoco llegará. Por su parte, la maestra de braille cumplió 65 años y en la Secretaría de Educación responden que tampoco la remplazará”.

Por otra parte, Gloria y Enmanuel, los dos niños que usan silla de ruedas, están constantemente expuestos a una accidente, ya que la infraestructura no cuenta con ramplas para que los menores pueden desplazarse libremente.

“Hemos tocado muchas puertas, hoy quiero tocar esta, no sé si se abra, pero seguimos tocando. Ojalá la próxima sea una bella cumbia para que todos, como en el sueño de la celebración del Bicentenario de la Independencia, podamos al fin bailar todos en un mismo salón”, concluye la misiva dirigida a la ministra.