¿Qué pasó con la perrita que adoptó a un mono en Cartagena?

Policía Nacional

El pasado fin de semana la imagen de una perrita criolla cargando en su lomo a un mono capuchino enterneció a los colombianos.

“Luna”, como la llamaron los vecinos del barrio Olaya Herrera de Cartagena, adoptó a “Beto” cuando tan solo era una cría, como si hiciera parte de su propia camada de cachorros, que recientemente había parido. Lo amamantó y cuidó de él, después de haber sido abandonado por quienes lo sacaron de su hábitat natural. 

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Ambos animales formaron un vínculo que hoy los hace inseparables. Tanto que, cuando las personas se acercan a la perra, el mono capuchino no duda en atacarlos para defenderla.

Este inusual amor interespecie se llama impronta, y una vez se produce, es irreversible. “Ellos forman en su cerebro el reconocimiento de quién es su mamá, el reconocimiento de su especie, esto es un mecanismo de aprendizaje regulado genéticamente que no se puede revertir una vez creado”, afirmó Enrique Zerda, etólogo de la Universidad Nacional, en entrevista con Caracol Radio.

El experto aseguró que separarlos no es la solución, pues esto podría causar problemas de comportamiento en ambas especies, similares a los que ocurren en un ser humano que es abandonado y aislado.

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Sin embargo, la Policía Ambiental y Ecológica procuraron alejarlos para hacerles sus respectivas revisiones. “Este mono no se baja de la perra, se pasa todo el día montado. Hemos intentamos bajarlo. Cuando lo conseguimos, corre y se monta al lomo de la canina”, relató el agente Anderson Blanquiceth.

Por esta razón, finalmente, decidieron trasladarlos a la reserva natural de la Corporación Autónoma Regional del Canal Del Dique donde ambos estarán a salvo y, lo más importante, juntos.