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Traslado de Bazurto se dilata

Aunque en 2010 el Tribunal Administrativo de Bolívar dio plazo hasta este mes para reubicar ese popular mercado cartagenero, la falta de una central de abastos impide que se cumpla la orden.

Marcela Madrid, Cartagena
18 de febrero de 2016 - 04:32 a. m.

Del mercado de Bazurto se dice que es el corazón de Cartagena. De ser así, el órgano más vital de la ciudad sufre desde hace tiempo un largo infarto, y para nadie es un secreto que después de 38 años es insostenible mantenerlo donde está. Las consecuencias de insalubridad, inseguridad, hacinamiento y contaminación para los sectores que lo rodean son evidentes.

Por eso el Tribunal Administrativo de Bolívar decidió en 2010 ordenar su traslado, como respuesta a una acción popular presentada por los habitantes de Martínez Martelo, el barrio que el mercado se ha tragado poco a poco.

Cuenta Isabel Romero, presidenta de la Junta de Acción Comunal del barrio, que las incomodidades empezaron con la llegada de grandes camiones que provocaban trancones cuando iban a entregar la mercancía en cualquier esquina. Después vino la compra de viviendas dentro del barrio por parte de comerciantes, y con ello los basureros satélites. Finalmente, las alcantarillas se rebosaron, pues no resistieron la carga de aceite de los restaurantes y carnicerías.

Aunque es frecuente ver en primera plana de la prensa local el despeje del espacio público y las vías aledañas al mercado, hoy la movilidad sigue siendo difícil.

En ocasiones, esos operativos sólo logran que el problema se traslade. En uno de los separadores del interior del barrio se pueden ver vendedores en cambuches con paredes de madera y techo de lata, quienes, según Romero, se instalan ahí cuando los sacan de la avenida principal.

Pero el vecino más afectado por Bazurto es la ciénaga de Las Quintas, que los comerciantes han convertido en basurero, los proveedores en muelle ilegal y los indigentes en baño público. A pesar de que en 2012 la Alcaldía avanzó en su protección y la cerró con una malla, hoy la orilla de este cuerpo de agua permanece rodeada de basura y pequeñas lanchas que descargan desde ñame hasta hielo.

Nadie está conforme

La solución a todos estos problemas debería llegar, en teoría, el 22 de febrero, día límite que fijó el Tribunal para el traslado de Bazurto. Sin embargo, a cinco años de la sentencia, el avance no llega al 30%, según la defensora regional del Pueblo, Irina Junieles. Para ella, “si seguimos al ritmo en que vamos, ese traslado no va a darse en menos de ocho años”.

La alternativa que reemplazaría a Bazurto es una gran central de abastos cerca de la terminal de transportes, en el oriente de la ciudad, además de otros mercados sectoriales.

¿Qué hay hoy? Por un lado, existe el terreno donde se construiría la nueva central, y se creó una sociedad de economía mixta que debe gestionar la obra. Ahí confluirían mayoristas privados y minoristas.

Aunque no se ha puesto la primera piedra ya hay inconformes. Por un lado, quienes aseguran haber quedado por fuera del censo de 821 comerciantes que maneja la Gerencia de Espacio Público. También protestan los dueños de locales privados por “falta de garantías”. Uno de ellos es Oswaldo Giraldo, un paisa que llegó hace 20 años a buscar suerte en Bazurto y hoy es dueño de un espacio de 80 metros cuadrados, donde vende desde carne hasta productos de aseo.

Giraldo se niega a aceptar la oferta que le hizo el Distrito como compensación por el traslado: 10 metros cuadrados y exenciones de impuesto predial e industria y comercio hasta por diez años. Pero lo que más le disgusta es que “a los que estaban invadiendo la vía les dieron $8 millones para que se fueran. Con eso enseñan que invadir da plata”.

¿Solución fallida?

La otra alternativa parcial para cumplir con la sentencia es el nuevo mercado sectorial de Santa Rita, donde planean reubicar a 200 comerciantes de Bazurto, que compartirían la plaza con los vendedores originales del lugar.

Este edificio, ubicado en un barrio residencial, fue reconstruido e inaugurado —con placa incluida— por el hoy exalcalde Dionisio Vélez, el pasado 31 de diciembre. Sin embargo, no está listo y no ha podido entrar en funcionamiento pues, según la Secretaría de Infraestructura, faltan obras que no se han contratado, como la planta eléctrica, la instalación de gas y el sistema contra incendios.

Pero ¿quieren los de Bazurto irse a Santa Rita? Pedro Causado, quien vende frutas en un pequeño puesto de madera, lo resume mientras pela un melón: “Yo no me voy. Aquí uno tiene sus clientes y no toca andar detrás de nadie, pero allá toca empezar de cero”. Por eso, tras una convocatoria pública, sólo 50 comerciantes de Bazurto aceptaron trasladarse voluntariamente al mercado sectorial.

Mientras tanto, los comerciantes originales de Santa Rita, los que trabajaron durante décadas en un edificio en ruinas, tienen otra pelea, pues excluyeron del censo a 11 de los 91 vendedores. No entienden por qué si los de Bazurto no quieren trabajar allá, a ellos les niegan sus locales.

Mary Giraldo, secretaria de Acodesar (Asociación de Comerciantes del Mercado Santa Rita), es una de ellas: “Tenemos cómo demostrar que existíamos. Incluso yo era secretaria de la junta del mercado y aparezco en Cámara de Comercio. Por un período me tuve que retirar por un cáncer, pero seguí pagando los servicios”.

A pesar de todos los tropiezos y demoras, esta es la oportunidad para hacer las cosas bien con el mercado y aprender de los errores del pasado. Más allá del fallo judicial, trasladar Bazurto es una necesidad de la ciudad que no da más espera.

Por Marcela Madrid, Cartagena

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