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Carcajadas que sanan

Un total de 200 payasos de Colombia y América Latina se congregaron el fin de semana en Cali para compartir experiencias sobre el poder curativo del humor.

Fabio Posada Rivera
04 de noviembre de 2014 - 02:00 a. m.
CaliClown, un colectivo de payasos de hospital en la capital del Valle, está integrado por 20 artistas. / Fotos: Cortesía CaliClown
CaliClown, un colectivo de payasos de hospital en la capital del Valle, está integrado por 20 artistas. / Fotos: Cortesía CaliClown

Por los anchos pasillos del Hospital Universitario del Valle unas huellas de color rojo pegadas al suelo, que simulan un camino y llevan a los visitantes desde la puerta de entrada hasta el salón Carlos Manzano en el segundo piso, se convierten en abrebocas y la mejor manera de anunciar que una inusual reunión tiene lugar en el centro asistencial más importante del suroccidente del país.

Un congreso de payasos, el segundo para ser exactos. Y aunque según el personal de seguridad del hospital los asistentes al evento, unos 200 entre expositores, invitados e inscritos, trataron de no interferir en la rutina de la comunidad médica y de los pacientes, ni de los cientos de personas que a diario visitan el centro de salud, lo cierto es que no pudieron pasar inadvertidos durante los cincos días.

Entre otras cosas porque a diferencia de cualquier otro encuentro académico, donde reinan el silencio, los semblantes adustos y un clima parco, este evento se distingue por la alegría, la espontaneidad y el permanente intercambio de carcajadas entre sus participantes.

Finalmente de eso se trata, la mayoría de quienes se inscriben son personas que creen en el poder curativo que tiene la risa y vienen con el ánimo de compartir con sus pares las experiencias que han acumulado al trabajar con enfermos en diferentes hospitales.

* ¿Qué hace un payaso aquí?

Los payasos hospitalarios o terapéuticos han vivido un auge durante la última década en todo el mundo, en especial en las áreas pediátricas. Por eso hoy en día ver payasos caminando por los pasillos de una clínica, aunque parezca algo fuera de lugar, es cada vez más común.

Éstos, que se definen a sí mismos como portadores de la risa, utilizan juegos y artilugios de magia o rutinas teatrales sencillas para proporcionar a los enfermos otra alternativa de expresión de sus emociones durante el tiempo que permanecen en hospitalización.

Su objetivo principal, según explicó la organizadora del evento, Ilana Levy, a El Espectador, “es minimizar el estrés en los pacientes y sus familias durante el tratamiento, así como apoyar a la comunidad médica y asistencial porque sus labores también generan cargas emocionales”.

Levy es la fundadora junto a Connie Gallo de CaliClown, un colectivo de payasos de hospital que dio su primera visita en marzo de 2012. Estas gestoras han logrado en dos años que la organización tenga 20 miembros, y fueron las encargadas de que ese ejército de ‘clowns’ de Colombia y Latinoamérica se congregara por segunda ocasión en Cali para compartir y analizar temas como la bioseguridad en sus actividades y el manejo de los estados de tensión, o investigaciones que se han realizado durante diez años en asuntos como la relación de los payasos y los adultos mayores.

Fue hasta la década de 1970 que comenzó un movimiento de artistas interesados en involucrar su trabajo con el ámbito hospitalario. La compañía estadounidense Big Apple Circus y su fundador, Michael Christensen, fueron los primeros que empezaron oficialmente como payasos de hospital en 1986.

Mucha gente cree de manera equivocada que fue Pacth Adams quien se inventó este movimiento, eso ocurre por la masiva difusión que tuvo la película basada en su vida y protagonizada magistralmente por Robin Williams, actor recientemente fallecido.

* Rutina benéfica

A veces los efectos que logran los payasos de hospital no son sólo visibles en la mejoría de los enfermos. “A nivel emocional, cuando entras a un hospital, sientes una energía pesada y el hecho de que haya un payaso implica la transformación de este espacio. Desde el portero, que por lo general es un tipo recio, cambia de actitud al ver a los payasos. Nosotros interactuamos también con el personal de salud que muchas veces necesita sacar esa carga que acumula por los largos turnos de trabajo y los dramas que a diario testimonian; también ayudamos a mejorar el clima entre esa comunidad y los pacientes”, recalca Levy.

Dos de los aspectos más difíciles de manejar para los payasos de hospital tienen que ver con la depresión y la tristeza, así como con la tensión que encuentran en su trabajo con pacientes terminales o desahuciados.

“Parte de la técnica del payaso de hospital tiene que ver con que el disfraz nos protege de las fuertes cargas emocionales que recibimos a diario. En mi caso, siempre digo que al quitarme la nariz dejo esas emociones allí y no me las llevo para la casa. Cada uno tiene que encontrar el mecanismo para protegerse. Obviamente hay momentos en que los dramas nos tocan y para eso tenemos apoyo grupal y un psicólogo que ayuda a hacer catarsis”, complementa Levy.

Durante el congreso otra caleña, Talya Weinberg, quien dictó la conferencia sobre “Cómo manejar los estados de tensión”, señaló que “asumimos la inocencia de los niños, por eso los payasos no juzgamos, no criticamos, no interpretamos, de alguna manera no vemos la enfermedad, ni lo bueno o lo malo, buscamos conectar con el lado saludable del paciente”.

Disfrazada de payaso, Weinberg debió improvisar parte de su charla, la cuarta de la jornada académica, porque el video de apoyo a su presentación no funcionó a tiempo. Tomando personas del público explicó cómo surge el estrés. Uno de los convocados al escenario hizo las veces de la razón o el cerebro y otro actuó de corazón o sentimiento. Una puesta en escena para enseñar a sanar a carcajadas.

Por Fabio Posada Rivera

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