Colombianos buscan antídoto contra veneno de serpientes coral

El médico zoólogo Jairo Maldonado y el científico Juan Silva Haad llevan más de 25 años buscando un suero contra el veneno de las serpientes coral, uno de los más letales.

Olga Lucia Garzón
26 de marzo de 2017 - 09:00 p. m.
Jairo Maldonado ha sido mordido más de 100 veces por serpientes. / Cortesía
Jairo Maldonado ha sido mordido más de 100 veces por serpientes. / Cortesía

El veneno de la serpiente de coral es uno de los más letales. Su mordedura no es dolorosa, ni causa hinchazón en la zona en la que se produce y los efectos sólo se empiezan a sentir doce horas después. De no aplicarse un antídoto, las consecuencias pueden ser mortales, desde la perturbación de las neuronas del cerebro hasta paros respiratorios y cardíacos. Pero este no es el único problema: conseguir en el país el suero contra este veneno es en muchas ocasiones toda una odisea.

“Aunque sus ataques no son tan frecuentes, en comparación con otros crótalos, este es uno de los más peligrosos para los seres humanos. En un 90 %, la mordedura es mortal”, afirma el zoólogo Jairo Maldonado.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud (INS), en Colombia se presentan cerca de 3.000 mordeduras de serpiente al año, de las cuales 30 corresponden a la especie Micrurus, más conocida como coral o rabo de ají, que produce una neurotoxina capaz de ocasionar parálisis del sistema nervioso e incluso la muerte cuando la víctima no tiene atención oportuna.

Hasta ahora el antídoto es traído al país desde Brasil, Costa Rica o México, lo que en muchas ocasiones resulta inútil debido a que la producción de veneno es particular en cada serpiente y esto varía dependiendo de las condiciones de la región, asegura Maldonado. En el caso de Colombia, existen 30 especies de coral.

Por ejemplo, si se presentara una mordedura de una serpiente Micrurus dumerilli, o coral verdadera, el mejor antídoto sería el de Costa Rica, pero si fuera por una Micrurus mipartitus, o rabo de ají, el antídoto apropiado sería el de Brasil, por eso en su laboratorio Serpentox, en Melgar, Maldonado también verifica la eficacia de los sueros que ya existen e indica a los centros hospitalarios cuál aplicar dependiendo de cada caso.

Lo más recomendable para atender mordeduras de corales en Colombia sería utilizar antídotos producidos con venenos de serpientes propias del país, ya que los antitóxicos que se traen de afuera suelen ser del mismo género pero de diferente especie, lo que no garantiza el 100 % de eficiencia al aplicarlos.

En su serpentario, ubicado en la vereda Alto de la Palma, Maldonado, quien ha sido mordido más de 100 veces por serpientes, produce antídotos experimentales contra la mordedura de coral, lo cual ya está en conocimiento del Instituto Nacional de Salud. El zoólogo trabaja de la mano con el científico Juan Silva, quien ha establecido protocolos para implementar nuevos métodos de investigación.

Maldonado comenta que el antídoto se experimentó originalmente en burros y que ahora repiten estas pruebas en caballos, ya que los equinos proporcionan más sangre para la producción del suero antiofídico.

Debido a que no cuentan con la infraestructura para hacer el proceso de purificación, esperan ofrecer el antídoto a los laboratorios que tienen el permiso para producirlo, con el fin de que utilicen el suero crudo como materia prima, lo procesen y se certifique para uso humano.

Maldonado dice que hay inconvenientes técnicos para elaborar suficiente contraveneno. “Se necesitan serpientes en grandes cantidades para poder hacer todo el procedimiento, y éstas escasean”, señala.

Las principales razones de la carencia de serpientes son la destrucción de su hábitat y su muerte por parte de pobladores, incluyendo turistas y campesinos, que por temor a ser atacados, las lastiman y matan al encontrarlas en su camino.

Al laboratorio del zoólogo llegan semanalmente culebras en mal estado y heridas por golpes y machetazos. El pánico que produce la presencia de este animal provoca reacciones semejantes. Sin embargo, algunas personas un poco más conscientes deciden llevarlas hasta el laboratorio, donde se hace lo posible por salvarlas.

Otra dificultad tiene que ver con el método para inyectarles veneno a los caballos, ya que esta toxina es muy letal y produce poca reacción inmunológica, aunque recientemente el médico Juan Silva Haad ha experimentado con una nueva forma (bajando la cantidad de veneno) que ha permitido tener una mejor reacción inmunológica.

Sumado a esto, Maldonado asegura que para el estudio y la investigación no hay apoyo del Gobierno ni de las entidades ambientales, que carecen de una legislación sobre el manejo de estas especies y, para completar, a veces se malinterpreta, pues “lo que no entienden lo obstruyen”, puntualiza.

Maldonado continúa trabajando para preservar a las serpientes, porque ayudan a mantener el equilibrio ecológico, ya que se alimentan de roedores dañinos para las cosechas y portadores de enfermedades transmisibles al ser humano.

Su laboratorio se proyecta además como lugar para la capacitación de las futuras generaciones de médicos interesados en aprender sobre el manejo clínico de accidentes ofídicos.

Por Olga Lucia Garzón

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