La conquista champetera

Después de décadas de exclusión social, este género musical es aceptado. Letras con contenido social y fusiones con el rap y dance hall impulsaron su éxito.

Pilar Cuartas Rodríguez*
24 de agosto de 2013 - 09:00 p. m.
Hace cinco años se celebró por primera vez el Festival Afrocolombiano de Música Champeta en Cartagena. / Luis Ángel - El Espectador
Hace cinco años se celebró por primera vez el Festival Afrocolombiano de Música Champeta en Cartagena. / Luis Ángel - El Espectador

En las zonas periféricas de Cartagena un género musical se empezó a inventar hace más de cuatro décadas, gracias a los barcos que atracaban en el puerto y a los dueños de picós, quienes recorrían el mundo en busca de nuevos temas musicales. En los años 70, cuando los marineros cartageneros arribaban al Corralito de Piedra traían consigo maletas cargadas de discos, sobre todo de origen africano. La curiosidad por escuchar esos ritmos desconocidos, como el soukous, highlife, mbaqanga, ju ju y soweto, atraía a los habitantes de barrios marginados, como Olaya Herrera, quienes se reunían a bailar alrededor de los picós.

Estos discos, de notas caribeñas pero de letras inentendibles para los cartageneros, se convirtieron en pistas musicales sobre las cuales los compositores grababan en español sus propios estribillos para cantarlos en las rumbas picoteras. Los trabajadores del mercado público, ubicado en ese entonces en el centro de la ciudad, eran los espectadores. Los carniceros salían de trabajar y llevaban consigo a las fiestas un cuchillo champeta en la pretina de sus pantalones. De ahí, el nombre de este género y el erróneo estigma social, que lo relacionaba con la delincuencia.

Mientras las clases populares inventaban su música, la élite cartagenera y los medios de comunicación se retorcían de vergüenza sólo con escuchar la palabra “champeta”, para ese entonces, sinónimo de agresividad y vulgaridad, por los movimientos sexuales en el baile. Un imaginario que empezó a cambiar hace diez años cuando los intérpretes se preocuparon por contar la cotidianidad de los barrios y cuando Europa y reconocidas disqueras pusieron sus ojos en los champeteros.

Manuel Reyes Bolaños, investigador e impulsor de este género musical, recuerda cuando en 2002 recibió la llamada del organizador del festival La Mar de Músicas de Cartagena (Murcia), quien estaba en busca de talentos champeteros. El empresario había escuchado por primera vez esta música en una discoteca en Madrid, donde el dj era cartagenero. Así fue como Champeta All Star, agremiación que dirige Reyes Bolaños, viajó a Europa para el festival y prendió la primera rumba champetuda en ese continente.

La lucha por el reconocimiento y aceptación que se libraba en el exterior también se daba al interior del país. Para la misma época, se llevó a cabo el evento “La champeta despeluco a Bogotá” en el teatro Jorge Eliécer Gaitán con el fin de promocionar a estos artistas. Luego, disqueras como Discos Fuentes y Sony Music convocaron a interpretes champeteros. El Afinaito, famoso por el tema Busco alguien que me quiera se dio a conocer gracias a este boom discográfico. Vivian Torres y Justo Valdés, de San Basilio de Palenque, fueron los pioneros en la expansión del género con canciones como Los pasteles, La cama y La Vuelta.

Más adelante, Louis Towers, autor de El liso de Olaya y El mal hijo, se interesó por componer canciones con alto contenido social, lo que generó mayor aceptación. A Towers, le siguieron el Sayayín, famoso por canciones como La suegra voladora y Paola, El Afinaito, Mr. Black y El Oveja.

Hoy, la nueva generación de champeteros, considerada la nueva ola de este género y liderada por el cantante Kevin Flórez, habla de champeta urbana, por su fusión con el rap y el dance hall. Esta innovadora fórmula es la responsable de que ya se escuche champeta en todos los estratos sociales y en las principales discotecas del país según Reyes Bolaños.

La discoteca Awa Coco, por ejemplo, ubicada en el sector de Getsemaní en Cartagena, atiende hasta 600 personas en un solo fin de semana. Extranjeros y cartageneros disfrutan en este sitio de la cultura champetera, reflejada en sus paredes cubiertas de afiches picoteros. En este mismo lugar, se grabaron las audiciones del reality Champeta Star transmitido por un canal local. Toda una transformación social que hizo que este género del Atlántico colombiano conquistara el mercado mundial y nacional.

Por Pilar Cuartas Rodríguez*

 

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