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"Darle valor a su sacrificio está en nuestras manos"

"¿De qué sirvió el sacrificio de un ser querido?"

Jaime Ramírez Méndez / Especial para El Espectador
01 de diciembre de 2013 - 12:53 p. m.

“Es una pregunta compleja, pues en general a veces sientes que esa sangre cayó sobre un suelo estéril, que es lo que quieren quienes hacen daño a las personas que levantan su voz en contra del mal. Pero con satisfacción existen casos de personas que dan un norte a su vida con el ejemplo de otros, como mi padre. Su actuar y entereza son un símbolo para policías y personas del común; 27 años después de su muerte es recordado en su institución, en especial en las unidades antinarcóticos de Colombia y Estados Unidos.

A los pocos días de asesinado mi padre cayó la extradición, que se había logrado después del sacrificio del ministro Lara Bonilla. La solicitud que hizo la Dirección de la Policía de ascenso póstumo fue negada por el Ministerio de Defensa, como si hubiera fallecido de una gripa y no por su trabajo. Y lo que rebosó el vaso: nunca se hizo justicia, el caso saltó de juzgado en juzgado, perdiéndose entre los millones de folios que cobijan la impunidad. Bastante indignados nos preguntamos en muchas ocasiones si vale la pena luchar por la libertad de nuestra patria… Pero nosotros, su familia, el estandarte de su legado, no claudicamos y mi madre con tenacidad logró su ascenso póstumo, sobreponiéndose a los enemigos del bien y la justicia que persiguieron a mi padre por años, incluso estando ya fallecido.

Mi padre, en sus más de 20 años de carrera policial, sembró la conciencia de muchos jóvenes y lo ha replicado a las generaciones siguientes. Lastimosamente el poder corruptor del dinero fácil está en todo y ha desbordado los poderes de nuestro país. Pero estoy seguro de que los buenos son más, aunque su lucha para proteger la institucionalidad no sea fácil.

A las pocas horas de asesinado mi padre nos reunimos los que quedamos de su familia: mi madre, mi hermano y yo, todavía con las heridas frescas en el cuerpo y el alma. Más que pensar en venganza pusimos como objetivo de nuestras vidas sobreponernos a esta gran pérdida, hacer homenaje a su imagen con nuestro actuar. No mostrarnos vencidos sino con el orgullo de ser parte de la herencia de un hombre que sacrificó todo por su convicción, fiel a su juramento como ciudadano y como policía.

Después de muchos años no creo que su sacrificio haya sido en vano, pues la cantidad de sangre entregada por mi familia a la patria fue mucha y sería muy triste que esta sangre y la de miles de colombianos sacrificados se hayan desperdiciado. El darle valor está en nuestras manos”.

 

*Hijo del coronel Jaime Ramírez

Por Jaime Ramírez Méndez / Especial para El Espectador

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