¨Dios es testigo de que nosotros no fuimos”, se leía en la pancarta de la manifestación de familiares y amigos de los niños asesinados con granadas en Chilví, cerca de Tumaco.
Una nueva versión, avalada por la Diócesis de Tumaco, afirma que los niños Luis Sebastián Preciado Valencia, de 13 años, y Pierrie Ángelo Cabezas Montaño, de 14, asesinados en Chilví, situado a 20 minutos del casco urbano de Tumaco, estaban jugando fútbol con los miembros de la Policía que también murieron en la cancha pública del pueblo, cuando fueron atacados con granadas.
El testimonio fue dado por la maestra de los jóvenes asesinados al obispo de Tumaco, y descartó que uno de los niños estos hubiera portado en su mochila o lanzado los artefactos explosivos.
La docente sostiene que la versiones acerca de que estos fueron utilizados por las Farc fueron irresponsablemente difundidas por la Policía y que revictimizaron a los niños muertos y a sus familias.
El alcalde de la ciudad, Víctor Gallo, también había sostenido en diálogo con Blu radio la versión de que las Farc habían utilizado a uno de los menores para atacar a los uniformados.
Quienes presenciaron el hecho, en el que también resultaron heridos ocho policías, dijeron a la Diócesis qué "personas adultas lanzaron las granadas contra los niños y los policías, no fueron los niños. Un niño cargaba un bolsito donde guardaba sus guayos de fútbol, pero no llevaba granadas y menos aún las lanzó".
Familiares y amigos de los niños realizaron este sábado una manifestación para rechazar las versiones oficiales sobre este siniestros episodio. Ahora, las autoridades deberán esclarecer qué fue lo que sucedió esa tarde en Chilví, población a pocos kilómetros de Tumaco por la vía Panamericana en dirección a Pasto.