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El barco de la fe

Casi como una expedición es la labor que hace Diego Posso en el barco hospital San Raffaele, embarcación que ha atendido a más de 37 mil pobladores de la costa pacífica que carecen de atención hospitalaria.

El Espectador
16 de noviembre de 2015 - 03:48 a. m.

''Un buen día quizás un barquero se lanzó tras el mar del recuerdo. Era un barco pequeño en el tiempo, pero había fe, pero había un raro esplendor en sus ojos, pero había un místico afán de por qué, pero había fe”. Con esta canción de Silvio Rodríguez se podría resumir la vida de Diego Posso. Luego de vivir 18 años en Italia, de trabajar como paramédico en el hospital San Raffaele en Milán, de tener una vida cómoda, zarpó a su próximo destino: la costa pacífica colombiana.

Anclando sus sueños en una de las costas más abandonadas por el Estado, una de las costas que, por ser blanco de los ataques de la guerrilla y los paramilitares, es la más abandonada, un lugar donde la crisis hospitalaria se asentó, Diego se la jugó por la salud de los pobladores de Chocó, Nariño, Cauca y Valle del Cauca. “Al ver esa problemática pensé: por qué no hacer un hospital flotante, o sea, llevar un hospital a la casa de cada paciente”, así define Diego el propósito que lo trajo de nuevo a Colombia y que hoy lo tiene como uno de los 30 finalistas de Titanes Caracol en la categoría Salud y Bienestar.

La situación parece no mejorar. Las camillas y las sillas de ruedas están oxidadas, los tanques de oxígeno que facilitan la respiración asistida ya no cuentan con aire. Jesús Díaz, líder comunitario de la zona, describe el estado de los hospitales de la zona: “Nos encontramos prácticamente abandonados debido a que hay dos centros de salud medianamente bien y únicamente tienen insumos como vacunas y pastas. Si pasa algo más grave no tenemos cómo atenderlos”.

Esta labor, que viene haciendo el barco hospital San Raffaele, ha contado con la participación de médicos voluntarios, especializados en ginecología, pediatría, bacteriología, odontología, y cirujanos que están listos para atender situaciones críticas.

Cada misión mensual asciende a los $120 millones, por eso se hace necesario que Diego acuda a ayudas que provienen del exterior. “El barco hospital se ha sostenido de la ayuda del pueblo italiano; entre ellos Silvio Berlusconi. A través de un mensaje de texto donan dos euros para el proyecto. Otra persona que nos ha ayudado muchísimo es Iván Ramiro Córdoba”.

Los resultados se han visto reflejados en las más de 37.000 personas que han sido atendidas en el barco, de las cuales han sido operadas casi 3.500. Y así como unas son de cal y otras de arena, hay momentos en que el soplo de vida arriba y hace más significativa esta misión. “Lo más bonito fue la experiencia de un nacimiento, una cesárea en el barco hospital San Raffaele. El bebecito nació con una malformación y se operó en el barco. Es la satisfacción de haber podido ayudar a una mamá que había perdido dos hijos”. Como esta anécdota, que cuenta con nostalgia María Isabel Lozano, una de las pediatras que hicieron parte de esta historia, hay muchas más, que dan cuenta de las pequeñas hazañas de Diego y su tripulación.

Para Diego, esta expedición continúa. “Sueño con tener cuatro barcos que puedan cubrir todo el Pacífico colombiano y tener el hospital San Raffaele de baja marea, donde podamos dar continuidad a esos pacientes que necesitan una atención más especializada”.

Por El Espectador

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