El día que Zipaquirá se quedó esperando a Juan Pablo II

La expectativa creada en torno a la eventual presencia del Sumo Pontífice en este municipio -versión que comenzó a propagarse en la tarde de este miércoles-, fácilmente se fue diluyendo entre sus habitantes en medio del pesar y la frustración por no poder observar de cerca al máximo jerarca de la Iglesia.

Heberto J. Masmela / El Espectador*
24 de agosto de 2017 - 05:53 p. m.
Referencia / Archivo El Espectador
Referencia / Archivo El Espectador

En Zipaquirá todos querían ver al Papa, pero el deseo no se cumplió.

Pero igualmente comprendieron que no estaba en los planes del Santo Padre, al menos oficialmente, visitar esta maravilla de la naturaleza que es la Catedral de Sal.

“Hubiéramos querido que nos visitara, pero sabemos que su venida aquí no figuraba dentro del programa oficial”, fueron las consoladoras expresiones de los zipaquereños tras la infructuosa y prolongada espera.

El rumor sobre la posible y corta visita que el Sumo Pontífice haría a la Ciudad de la Sal se desprendió, posiblemente, luego de que sus pobladores se enteraran del cumplimiento del viaje papal a Chiquinquirá.

“Esperábamos que nos visitara durante el trayecto haca Chiquinquirá, o bien de regreso a esa ciudad”, manifestaron con resignación los feligreses zipaquereños que desde tempranas horas se fueron aglomerando paulatinamente frente a la Catedral de Sal, sitio desde donde presuntamente Su Santidad saludaría y bendeciría el pueblo.
 

La noticia

Aunque el itinerario del Papa Juan Pablo II no contemplaba una visita a la Catedral de Sal durante el tercer día de su estadía en Colombia, en la noche del miércoles comenzó a propagarse la noticia en el sentido de que el Sumo Pontífice podría hacer un paréntesis en su estricto protocolo para observar esa obra natural localizada al occidente del departamento, en uno de los extremos del municipio cundinamarqués.

Fue así como ayer la ciudad amaneció abanderada, con los colores patrios y pontifioics y sus habitantes, desde temprano, luciendo las mejores prendas para ir bien presentados a la gran recepción, se desplazaron en grupos familiares y de amigos hasta el lugar donde se levanta la imponente catedral, a la espera del ilustre visitante.

Muchos turistas, nacionales y extranjeros, que también supieron de la posible visita del Papa al Santuario, llegaron allí con la esperanza de poder observar más de cerca al hombre que hoy mueve multitudes en su empeño evangelizador por los caminos de Colombia.

“i. Lo esperamos y no llegó”, expresó una anciana vendedora de figuras con motivos religiosos a la entrada del templo.

Alegría y frustración

Aunque la gran mayoría se mostró frustrada porque el Papa no los visitó, muchos de los que lo querían ver se beneficiaron, especialmente los propietarios de negocios como restaurantes y ventas de artículos artesanales.
Luis Sánchez, dueño del restaurante Begoña, localizado a unas cuantas cuadras de la Catedral, se mostró muy complacido “porque, aunque no vino el Papa, nos fue muy bien en el negocio durante el día. Esto se nos llevó”, dijo.

El hombre que tiene a su cargo la vigilancia del paso de vehículos hacia el templo de sal y quien no se identificó “porque me tienen prohibido”, también había escuchado el rumor de la eventual presencia del Santo Padre en Zipaquirá e inclusive lo esperaba desde el miércoles. “Yo oí decir que venía ayer miércoles u hoy (jueves) pero por lo que veo ya no viene.  Yo sí quería verlo”.
 

Confusión

Entre las autoridades tanto civiles como eclesiásticas de Zipaquirá reinaba total confusión sobre la comentada llegada del Papa a esa localidad.

La Policía tenía “ciertos rumores” y por eso se organizó desde temprano para atender el eventual compromiso relacionado con la seguridad del Santo Padre.
El alcalde también estaba enterado de la especie y se hallaba consultando por radioteléfono con los coordinadores de la gira papal para tomar las medidas del caso.

El párroco, padre Germán Morales, se mostró reacio a creer que Juan Pablo II visitara ese municipio, pero sin embargo expresó que “esperemos a ver. Todo está dentro de lo posible”. Agregó que “de todas formas si el Santo Padre llega a venir, aunque no estamos preparados, acudiremos a recibirlo merecidamente”. 

* Este artículo fue escrito por Heberto J. Masmela y publicado el 4 de julio como registro de la visita de Juan Pablo II a Colombia. 

Por Heberto J. Masmela / El Espectador*

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