Publicidad

"El duelo nos persigue"

Juan Carlos Escobar tenía 28 años cuando Pablo Escobar ordenó explotar el avión en el que él viajaba. La reparación sigue en vilo.

Patricia Escobar *
30 de noviembre de 2013 - 09:00 p. m.
El 27 de noviembre se conmemoraron en Soacha 24 años del atentado al avión de Avianca en el que murieron 107 pasajeros. Patricia Escobar hizo presencia en el lugar. / Andrés Torres - El Espectador
El 27 de noviembre se conmemoraron en Soacha 24 años del atentado al avión de Avianca en el que murieron 107 pasajeros. Patricia Escobar hizo presencia en el lugar. / Andrés Torres - El Espectador

“Fue en septiembre de 1989. Estaba sola en mi cuarto cuando explotó una bomba en la calle 116 (mi apartamento quedaba en el barrio Los Andes). Justo en ese momento mi hermano abrió la puerta. Cuando me vio, intentó tranquilizarme: “Tranquila chinita, no nos pasó a nosotros y ojalá nunca nos pase”. En ese momento mi hermano era todo para mí: mis padres vivían en el exterior, mi otro hermano estaba en Holanda y hacía tres años estaba sola viviendo con él. Era el primo, el hermano, el sobrino, el amigo, el hombre.

Juan Carlos: el muchacho de 28 años que estaba haciendo planes de matrimonio, que por esa época iba en son de viaje y que me ayudó a dar los primeros pasos cuando salí del colegio. Por motivos que sólo sabe Dios empezó a cambiar sus rutinas de viaje. Tenía uno para Cali en diciembre, pero lo adelantó para regresar rápido y acompañarme en una fecha muy especial: decidió viajar el 27 de noviembre de ese año. Lo vi cuando salió de la casa, subiéndose al taxi con las maletas. Volví a oír su nombre en la radio, cuando un periodista hablaba sobre un avión de Avianca que había explotado en Soacha. Después me llamaron a preguntarme por él. Sí, era él, y estaba en ese vuelo.

Mi familia buscaba a Juan Carlos entre personas irreconocibles, quemadas. Tuvimos que ir a buscar el cuerpo en Medicina Legal y yo no entendía que había perdido a un ser querido de un momento a otro. Uno a veces dice: si es una persona que está en un proceso de enfermedad, que ha pasado mucho tiempo, que Dios se apiade. Pero no. Era la juventud; él representaba la vida. Empecé a pensar en que en cualquier momento se me podía acabar la vida.

La herida nunca ha sanado. Noviembre es terrible: yo asimilé la enseñanza, pero mi mamá siempre empieza a llorar. No digo que para mí haya sido fácil: mi profesión la terminé gracias a él porque pese a que era un muchacho de 28 años dejó en su oficina un porcentaje de su dinero para que yo terminara mi carrera. En un momento muy fuerte supe que tenía que escoger: sentarme a llorar, sufrir, meterme en vicios, perderme y dejar de estudiar o seguir adelante y no dejarme derrotar. Decidí salir adelante, pero esto nunca se supera.

En parte no se supera por la injusticia. La justicia no es la muerte de Pablo Escobar; es la claridad sobre los hechos; entender por qué sacrificaron a 107 personas. Hay una culpabilidad de omisión por la forma en que se presentó el caso. Una vez se habló sobre una indemnización de Avianca, otra sobre una del Gobierno. ¿Qué dijeron? “Ustedes ya recibieron algo de Avianca”. ¡Como si la reparación fuera la plata!

Y después tuve que lidiar con el apellido. En ese tiempo tenía un Renault 12 con placas de Medellín; era visitadora médica. Hubo un momento en que me cansé… me preguntaban que si mi tío era Pablo Escobar; que si vendía droga. A veces me ignoraban, no me atendían. En los aeropuertos me revisaban hasta los huesos por mi apellido, sin saber que Pablo Escobar estaba detrás de la muerte de otro Escobar.

Mi mamá dejó todo tirado buscando una oportunidad para nosotros en el exterior. Me fui del país con ella, pero internamente ella seguía viviendo la muerte de Juan Carlos; tiene depresiones muy fuertes. Lo bonito de lo que pasó es que nos unió mucho, pero lo más difícil son las consecuencias emocionales para mi madre; verla año tras año retorciéndose con el 27 de noviembre; mirando el álbum de fotos que tiene de él; revisando todos los años los datos que encontramos en el DAS; repitiendo que la bomba iba en el asiento 17 F y que mi hermano iba en el 21 F; despertándose rodeada por los árboles que nos entregaron los amigos de la familia cuando él murió. Es echarme a la pena o salir adelante, pero el duelo nos persigue sin importar en dónde estemos”.

 

 

 

 

* Hermana de Juan Carlos Escobar, víctima del atentado.

Por Patricia Escobar *

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar