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El hombre detrás del político

Su lucha contra los carteles del narcotráfico fue su sentencia de muerte. En 1989 era uno de los hombres más amenazados del país, en la noche del 18 de agosto fue asesinado en la plaza de Soacha, Cundinamarca.

Catalina González Navarro
18 de agosto de 2014 - 02:00 a. m.
El hombre detrás del político

La política siempre ha estado en la familia Galán Pachón, por no decir que ha sido su vida misma. Luis Carlos Galán desde pequeño dijo que quería ser presidente, pero las balas de las mafias no lo dejaron, así que sus tres hijos siguieron sus pasos. El mayor Juan Manuel comenzó su segundo periodo legislativo en el Congreso; Claudio (el más parecido físicamente a su padre) vive en Austria donde trabaja como diplomático de la Embajada colombiana; y el menor, Carlos Fernando, llegó a la Cámara de Representantes hace menos de un mes, sin embargo, ninguno de ellos es tan político como su papá y mucho menos como su mamá.

Juan Manuel dice que lo primero que hace su madre cada mañana al abrir los ojos es pensar en política y lo último que hace antes de cerrarlos cada noche es seguir hablando del mismo tema. Gloria Pachón de Galán tiene 78 años, vive en las afueras de Bogotá en una casa grande y en la que en cada rincón reposa algún recuerdo de su único esposo, el mismo del que no fue novia. Sí, aunque parezca extraño, su relación no fue normal. Se conocieron en la sala de redacción del periódico El Tiempo, ella cubría las páginas sociales. Allá llegó con tan solo 17 años, luego de que su padre, Álvaro Pachón de la Torre, muriera en un accidente de tránsito en Bogotá, después de la fiesta de despedida de soltero de Guillermo Cano. Para ese entonces Gloria vivía en Canadá, había terminado el colegio y se preparaba para entrar a la universidad, pero como ella misma lo dice su vida cambió. Huérfana de padre, aprendió a vivir en los afanes de una sala de redacción y como en aquel entonces los cierres eran más temprano de lo normal ella -desde Cartagena-, cada año debía pronosticar quién sería la próxima reina nacional de la belleza. Siempre fue cumplida con las entregas y le atinaba a la más hermosa del país.

Por su parte, Luis Carlos hacía parte de los redactores que entregaba tarde. Siempre ‘se colgaba’. A pesar de ser una persona ordenada y hasta obsesiva, en una ocasión hizo dos entrevistas casi que al tiempo. “El entonces presidente, Carlos Lleras Restrepo habló con Roberto García Peña, director de El Tiempo, y le dijo que estaba interesado en que Galán le hiciera la entrevista de despedida del Gobierno y cuando estaba preparando las preguntas, Misael Pastrana también llamó a decir que quería que Luis Carlos le hiciera la entrevista de entrada, así que las hizo al tiempo. La conversación de Carlos Lleras se borró y Luis Carlos se dio cuenta cuando faltaba poco para el cierre, su salvación fue uno de los militares de Palacio que había presenciado el encuentro y le dio datos para poder sacar una buena nota”, eso recuerda Gloria entre risas.

Ese era el Luis Carlos Galán que ella conocía, con el que ya había compartido un par de temas y el mismo que en la primera vez que salieron estrelló su carro contra un poste, y el que el 20 de julio de 1969, luego de que el hombre pisara por primera vez la luna le pidió matrimonio. Así fue como comenzó esta relación hace 45 años. Todo lo organizaron rápidamente. A la ceremonia invitaron sólo a la familia y los amigos más cercanos, el presidente Pastrana y su esposa fueron los padrinos. “Nos casamos en una iglesita cerca a la casa de los papás, y la luna de miel fue en una finca que tenía la familia, se llamaba San Pedro. No tenía ni siquiera electricidad, apenas comenzaba a ser finca”, dice Gloria.

Así comenzó esa relación, que se fue cultivando entre reuniones políticas, charlas de actualidad, debates en el Congreso de la República, campañas, recorridos por el país y que llegaron hasta la creación de un nuevo partido, el Nuevo Liberalismo.

Detrás de ese político y hombre de ideas que recorrió el país a pie, en caballo, bicicleta y que hasta en lancha hizo campaña por el río Amazonas, hay un personaje que 25 años después de su muerte su familia recuerda como un hombre valiente, lleno de valores, coherente y honesto.

Nació el 29 de septiembre de 1943 en Bucaramanga, Santander. Fue el tercero de los 12 hijos de Mario Galán y Cecilia Sarmiento. Creció en Santander y en 1949 su familia se traslada a Bogotá luego de la persecución de la que fue víctima su padre, un reconocido político de la región que desempeñó cargos públicos como: Contralor del departamento, Secretario de Educación, cofundador de la UIS (Universidad Industrial de Santander) y presidente de Ecopetrol durante 12 años. Cuando la familia Galán llegó a Bogotá Luis Carlos ingresó al colegio Antonio Nariño y en 1961 ingresó a la Universidad Javeriana a estudiar Derecho y Economía, siendo estudiante fundó la revista Universitaria Vértice, sin saber que sería su primer paso para ingresar a El Tiempo, casa periodística a la que llegó con tan solo 22 años.

Fue allí donde estableció su gran amistad con Daniel Samper Pizano, Enrique Santos y Fernando Garavito. Con el primero se conoció en la Facultad de Derecho de la Universidad Javeriana. Los dos escribían en Vértice y también unieron sus voces en un grupo que Samper Pizano denomina ‘de agitación liberal’. “Lo cual tenía cierto mérito en una universidad con fama de conservadora. Luis Carlos era el eje de ambos: de la revista, que él dirigía, y de la “célula” liberal”, recuerda. Para ese entonces, los dos veían la necesidad de una democracia más amplia y sólida, pero sobre todo con más contenido social.

En esa casa editorial no solo es recordado por sus habilidades periodísticas. Uno de sus grandes amigos de la vida Daniel Samper dice que era mejor con la pluma que con la pelota. “Jugábamos en el salón de la biblioteca, con una caneca acostada en cada esquina y una pelota de caucho macizo del tamaño de un limón. Eran grandes clásicos de uno contra uno en traje de paño en los que participábamos, que yo recuerde, Galán, Santos Calderón, Enrique Santos Molano, Camilo Andrade y el gran campeón de los torneos, que mi modestia me impide mencionar por su nombre”.

Pero el fútbol no era su única afición, le gustaba ver las peleas de boxeo, no había juegos olímpicos que se perdiera, es más en su casa estrenaron televisor cada vez que llegaba uno de estos encuentros. A eso se sumaba su simpatía con el ciclismo. Sus tres hijos coinciden en decir que gritaba y celebraba los triunfos de Fabio Parra y Lucho Herrera. Con este último tenía una amistad tan leal que le regaló una bicicleta que había usado en el Tour de Francia, con esa salía a dar vueltas en el parque cercano a la casa. Poco a poco se fue convirtiendo en uno de los elementos más preciados de la casa, hasta que un buen día desapareció y nunca volvió, y fue solo hasta después de su asesinato que los tres hijos de la pareja supieron el paradero de aquel caballito de acero. Luis Carlos Galán se la regaló a su primogénito, Luis Alfonso, un hijo que tuvo antes de casarse y quien heredó su pasión por el deporte.

El político

“Separar su vida personal de la política es imposible”, afirma Gloria Pachón. Ella durante 18 años fue su escudera, su acompañante, su consejera y hasta quien le ayudaba a preparar sus discursos durante su carrera pública, en la que ocupó diferentes cargos como: miembro de la delegación colombiana a la Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo, (UNCTAD) en Nueva Delhi. Ministro de Educación, embajador de Colombia en Italia, Senador de la República, cofundador del Nuevo Liberalismo y candidato Presidencial. Por eso siempre le temía a la falta de tiempo que pudiera dedicarle a sus hijos. Claudio, el segundo de la familia Galán Pachón, le contó a El Espectador que su padre siempre se preocupó mucho por no tener suficiente tiempo para poder compartir en familia, y por eso aprovechaba al máximo los momentos que tuvo. Tenía esa espinita clavada de que no tenía el suficiente tiempo.

Entre semana compartían siempre en el desayuno. Cuando los tres niños ya estaban listos para salir al colegio, Luis Carlos bajaba siempre vistiendo su bata, se sentaba en la mesa, leía el periódico, les preguntaba por sus tareas y explicaba las noticias. Quizás eso era lo único que le sacaba el mal genio. Ver artículos en los que no entendían su mensaje, y malinterpretaban sus proyecciones políticas. En las tardes, cuando llegaba temprano o pasaba por la casa a ver sus hijos, hacían campeonatos de Pac- Man, el video juego que le gustaba. Entre risas, Carlos Fernando recuerda que nunca pudieron ganarle. De ahí salía a debates en el Congreso, en los que la lucha era distinta. Desde allí lideró grandes debates como: la modernización administrativa y fiscal de los municipios; hizo los primeros pasos para lo que después sería la Asamblea Nacional Constituyente y la reforma electoral que implantó el tarjetón en Colombia; y el debate al contrato Minero Cerrejón, y por supuesto mantuvo su lucha contra el narcotráfico.

El 4 de agosto de 1989 dictaría una conferencia en la Universidad de Antioquia. La orden era matarlo, pero el coronel Waldemar Franklin Quintero logró salvarlo, y así llegó a ser parte de la larga lista de objetivos de Pablo Escobar. Catorce días después la mafia logró su objetivo, al medio día asesinaron al oficial y en la noche, cuando Luis Carlos Galán subía a la tarima para dar el discurso a la población de Soacha, empezó la ráfaga de disparos. Sus escoltas lo transportaron rápidamente en la camioneta hasta el Hospital de Kennedy, donde falleció.

Otra vez la mafia ganaban y el país lloraba a quien sería el próximo Presidente de la República. Gloria y sus tres hijos tuvieron que marcharse a Europa, comenzar una nueva vida y recordar a su padre desde la distancia.

cgonzalez@elespectador.com

Por Catalina González Navarro

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