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El legado de Escobar

Después de 20 años de la muerte de Pablo Escobar, Colombia sigue la lucha contra el tráfico de drogas.

María Alejandra Moreno Tinjacá
02 de diciembre de 2013 - 09:52 p. m.
El legado de Escobar

Colombia ha sido víctima de diferentes actos violentos que han marcado la historia del país, entre ellos la consolidación del narcotráfico. La lucha para erradicarla desembocó en una guerra entre el Estado y el cartel de Medellín dirigido por Pablo Escobar, uno de los capos más importantes de los años 80. En este tiempo, Colombia tomó una mayor importancia como país productor y exportador de cocaína. Su posición geoestratégica facilitó el transporte de drogas a otros países, principalmente Estados Unidos.

Una actividad que sin duda dejó a su paso centenares de muertos e impunidad en la justicia. Como si fuera poco, a finales de los años 80, el cartel de Medellín y el cartel de Cali emprendieron una guerra a muerte por el aumento de las riquezas del narcotráfico y el monopolio de las rutas del transporte de drogas. Esta confrontación llevó a un largo ciclo de ajustes de cuentas, asesinatos selectivos y multiplicación de nuevas mafias dedicadas al negocio del narcotráfico.

Una violencia sin límites contra la sociedad y el Estado, y entre las mismas mafias, en la que cayeron policías, jueces, magistrados, periodistas o ciudadanos del común. Aunque por estos días se recuerdan los estragos causados por el cartel de Medellín y su líder Pablo Escobar, quien según la revista Forbes alcanzó a estar en la lista de los diez hombres más ricos del mundo, los demás carteles también dejaron una secuela de víctimas que la memoria colombiana no ha recordado en todas sus dimensiones.

Hoy al cumplirse 20 años de la muerte del capo de capos, Colombia sigue luchando contra el narcotráfico. Cuando Pablo Escobar fue abatido por la Policía el 2 de diciembre de 1993, se creía que la violencia del narcotráfico llegaba a su fin, pero en el fondo lo que sucedió, como lo advierte el analista internacional Jairo Libreros, fue que "la muerte de Pablo Escobar hizo parte de una estrategia publicitaria política pública para trasmitirle a la sociedad que el Estado era capaz de vencer a sus enemigos”.

En el fondo, la muerte de Escobar solo fue el final de un cruento capítulo en la historia del narcotráfico. A partir de entonces, esta actividad ilícita persistió en la compra de conciencias y la corrupción, precisamente porque desde los tiempos de Escobar fue claro que "no era suficiente tener dinero. Era necesario el poder y las relaciones de confianza que le permitieron ser el primero". Así como Escobar permeó la política, el deporte o los entes oficiales para facilitar su accionar delictivo, sus sucesores hicieron lo mismo.

El legado de Pablo Escobar fue una cultura mafiosa que todavía no ha declinado. Fue la herencia del camino corto para salir adelante a través del narcotráfico. "Al morir Pablo Escobar, su organización quedó fracturada, pero los sucesores se dedicaron a cuidar y manejar el negocio", agregó Jairo Libreros. Por eso cobraron importancia otros carteles. Sin los lujos o extravagancias de Escobar, pero igual carteles. Con perfil bajo, lejos de la política electoral, "entendieron que lo necesario era manejar buenos contactos.

El tiempo demostró que Pablo Escobar no fue solo él, hubo muchos a su lado que pasaron de agache en el negocio del tráfico de drogas. En cuanto a las autoridades, les demostró que tenían la capacidad de reinventarse y luchar contra la delincuencia organizada. Que con jueces honestos, periodistas valientes y profesionales honrados, fue posible pasar la página de Escobar y seguir adelante para enfrentar nuevos capos, nuevos retos. Un dilema que desafortunadamente no cesa del todo.

Colombia sigue en guerra contra el narcotráfico y hoy exporta su experiencia a Uruguay, Argentina, México o Bolivia. Aunque subsisten varios ejes territoriales, Pacifico, Putumayo, Caquetá, Vichada, Nordeste, Sur de Bolívar Catatumbo y Arauca, entre otros, las autoridades no bajan la guardia. Hace 20 años cayó el capo de capos. Después han venido apareciendo y desapareciendo otros cuantos mafiosos. Pero por primera vez se advierte que el Estado tiene ventaja sobre sus enemigos. El legado de Escobar subsiste, pero la forma de combatirlo también ha evolucionado positivamente.

Por María Alejandra Moreno Tinjacá

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