'El paro no es una partida de póquer'

Los cafeteros marcharán por todo el país para protestar por la caída en los precios de la carga. Gobierno busca salida negociada.

Juan Miguel Álvarez
24 de febrero de 2013 - 04:00 p. m.
'El paro no es una partida de póquer'

UNO. En toda la entrada a Apía hay una pancarta que dice: “Apianos: todos somos hijos del café. Paro nacional cafetero, 25 de febrero. Participemos”. Este municipio está ubicado a hora y media de Pereira, en el centro-occidente de Risaralda. Con 17.000 habitantes, tiene unos 1.200 caficultores, una decena de asociaciones agropecuarias, un puñado de cooperativas de transportadores y unos cien establecimientos de comercio. La meta de los líderes del Paro Cívico Nacional Cafetero es que unos 5.000 habitantes de todos los sectores bajen con ellos al plantón.

En la plaza central, bajo la sombra de una carpa, una joven campesina y un caficultor se encargan de recolectar las listas de quienes se sumarán. Hay música a todo volumen que cada tanto es interrumpida para informar los requisitos de participación y agitar la protesta: “¡El lunes 25 de febrero es el momento definitivo: nuestro futuro o nuestra desgracia!”, exclama Francisco Herrera, uno de los líderes. “Le vamos a decir al presidente Santos que esto no es una partida de póquer. Esto es una cuestión de hambre, de ruina, una pobreza que no habíamos sentido nunca... Por todas nuestras familias y nuestros hijos, por nuestros abuelos, por nuestros padres, que trabajaron el café y le dieron plata a este país durante 150 años, le preguntamos al Gobierno y a esa burocracia cafetera: ¿Dónde está esa plata? Y seguro no podrán responder”.

DOS. Esta oleada de paros nació a comienzos de 2012 en Pereira, tras una reunión de caficultores de los departamentos de Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío y Valle del Cauca. Allí concluyeron que la actual crisis cafetera era resultado de la caída de la producción —en 1993 Colombia exportó más de 17 millones de sacos; en 2012, menos de 8 millones e importó casi todo el café para el consumo interno—, más la caída del precio del café —en diciembre de 2011 la carga valía $1’100.000 y en febrero de 2012 ya costaba menos de $650.000; hoy está en $511.500—, más la caída del dólar en relación con el peso, lo que redujo utilidades de exportaciones generando pérdidas por más de $1,5 billones, únicamente, dentro del gremio cafetero.

Motivados por las diferentes marchas que otras organizaciones civiles han realizado en los dos últimos años a lo largo del país —entre otras, por la reforma a la educación superior—, los caficultores crearon el Movimiento Nacional por la Defensa y la Dignidad Cafetera y le colgaron un pliego de nueve peticiones: precio remunerativo y estable, promoción de la siembra de café para evitar su importación, no al aumento del impuesto por contribución cafetera, control a los precios y a la calidad de los insumos, informe del presupuesto y los activos de la Federación Nacional de Cafeteros (Fedecafé) y que el Gobierno determine quién deberá asistir técnicamente la producción de ahora en adelante; subsidios para el control de las plagas, atención a las deudas de los caficultores, no al TLC, especialmente con EE.UU., y no a la explotación de la gran minería en territorio cafetero.

Meses más tarde, en junio, unos mil líderes caficultores se reunieron en Riosucio y en agosto celebraron la primera gran marcha en la ciudad de Manizales. Unos 10.000 participantes —entre caficultores y habitantes de esta región— colmaron la Plaza de Bolívar y arengaron sus reclamos.

En Chinchiná, a comienzos de febrero de este año, el presidente Santos llevó un paquete de medidas para calmar el descontento. Ofreció seguir comprando dólares para detener su caída, una adición de $150 mil millones al programa de Apoyo al Ingreso del Caficultor (AIC), flexibilización y reestructuración de créditos, acceso a insumos a través de Finagro, y anunció la creación de la Comisión Asesora para la Estrategia Cafetera. La silbatina, sin embargo, lo calló. El reclamo principal fue acerca del precio de sustentación: los caficultores pedían que subieran el precio de $500.000 a $750.000 por carga, pues el costo de producción es de $700.000. El gobierno ofreció un subsidio de $60.000 cuando la carga baje de $650.000.

Sin sentirse respaldados, los caficultores emprendieron la organización del paro del 25 de febrero.

TRES. El Movimiento por la Dignidad Cafetera espera que el paro reúna al menos 200.000 caficultores de todo el país en los 21 puntos de concentración. En el Eje Cafetero los plantones más numerosos serán en Calarcá, en la entrada de la vía La Línea; en El Jazmín, sector de la doble vía Santa Rosa de Cabal-Chinchiná; en Remolinos, sector a la entrada del municipio de Belén de Umbría. Por su parte, los productores del norte del Valle se encontrarán en la glorieta que comunica Ansermanuevo con Cartago. Los más de diez municipios cafeteros del suroeste antioqueño se agolparán en el municipio de La Pintada, a orillas del río Cauca.

Durante la semana, los líderes del paro en Apía comenzaron a recibir el apoyo de los habitantes del municipio: los comerciantes aportaron dinero en efectivo, los transportadores pusieron a disposición sus jeeps, algunas familias donaron cerdos; otras, novillos, y los campesinos más pobres llevaron de su parcela repollos, tomates, cebollas, plátanos, frutas. “Tenemos comida y bebida para dos días de paro”, dice Francisco Herrera. “Si llegamos al tercer día, la policía no tendrá que sacarnos a bolillazos y gases lacrimógenos; la falta de comida y de bebida nos hará levantar”.

En Twitter: @cronista77

 

Por Juan Miguel Álvarez

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