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“Desde el primer momento se quiso ocultar todo”: víctima del Palacio de Justicia

El hijo del magistrado Carlos Medellín Forero, quien murió hace 30 años, reflexiona sobre la vida de su padre, su maestro.

Catalina González Navarro
07 de noviembre de 2015 - 12:21 a. m.

El abogado Carlos Medellín Becerra es el segundo de los cuatro hijos del magistrado Carlos Medellín Forero.

¿Cómo define a su padre?

Era un juez importante, una buena persona, un maestro, poeta. Fue mi profesor. Le aprendí muchas cosas.

¿Cuándo fue la última vez que hablaron?

La última vez que hablamos fue un día antes de la Toma del Palacio. Yo no estaba en Colombia, estaba estudiando afuera. Eso fue en el siglo pasado. Todo era más difícil porque no había internet, ni nada de esas cosas, fue por teléfono.

¿Dónde estaba?

Estaba estudiando en Europa, en París.

¿Cómo recibió la noticia?

Por la diferencia de horarios ya era de noche cuando todo comenzó. Estaba por fuera de mi casa y llamaron desde Colombia, dijeron que el M – 19 se había tomado la Corte Suprema, que los tenían de rehenes, que estaban rodeados y no se sabía nada más.

¿Qué decía su familia?

Llegamos rápidamente a la conclusión que debíamos estar muy tranquilos porque era imposible que el Ejército fuera entrar a la Corte y los fueran a matar a todos, que fue lo que finalmente sucedió.

¿Qué pasó por su cabeza?

Al comienzo mucha angustia, porque mi papá empezó a comunicarse por teléfono con la casa. Luego se perdió la comunicación.

Había mucha confusión.

A la hora o dos horas comenzó el temor, angustia. Porque los magistrados con los que hablábamos nos decían con insistencia que no dejaban de disparar, que todo el mundo estaba disparando y que disparaban desde afuera y que habían llegado tanques a la Plaza de Bolívar. Todos decían: “si no paran de disparar esto va a ser una tragedia porque nos van a matar a todos”, que fue lo que finalmente sucedió.

¿Qué impresión le han dejado estos 30 años?

Digamos que en el país, y es algo muy nuestro, tratan de esconder y maquillar. Desde el primer momento se quiso ocultar todo, ocultando las pruebas, quemando el Palacio. No hubo investigaciones.

¿Cuál es el significado histórico?

El gobierno quiso hacer una paz un poco a las malas, una paz a las carreras. Se hicieron las amnistías, los indultos, justicia transicional, salió la gente de la cárcel y el país no estaba de acuerdo con eso y empezaron los problemas que terminaron tomándose la Corte Suprema de Justicia, los guerrilleros amnistiados. A los que la Corte les había dado incluso la amnistía, porque la Corte había revisado esa ley y la había bendecido.

¿Cree que de alguna manera el actual proceso de paz puede ayudar a aclarar las piezas inconclusas del Palacio?

Depronto por el tema de los militares. Porque Justicia transicional hubo para la guerrilla, amnistía, indulto, perdón sin verdad y sin reparación. Es decir a nosotros las víctimas del Palacio de Justicia, a los hijos, familiares, nunca nos preguntaron si nos parecía bien, regular, o mal, nada. Simplemente el país tomó la decisión de hacer el proceso de paz, de traer la justicia transicional en ese momento y la gente vio que el M-19 se reinsertó a la vida civil.

Frente a los delitos que se cometieron por parte del Gobierno no hubo justicia transicional y por eso es que hoy hay oficiales del Ejército con sentencias de 30 años y los del M -19 gozan de libertad e impunidad.

¿Qué pensaría su papá de los acuerdos en La Habana?

A mí me ha tocado convivir con la justicia transicional del M -19. Yo me encuentro frecuentemente con los miembros del M -19, por razones de mi profesión. Por ejemplo, cuando fui ministro, con mis responsabilidad públicas, como abogado. Pero uno aprende a perdonar, uno no puede vivir con la sensación de venganza y de odio. Debó confesar que ese sentimiento es muy fuerte y durante muchos años lo tuvimos: odio y venganza, es algo muy natural pero la vida no puede ser así y uno no puede construir un futuro así, ni crear hijos así.

¿Ha logrado perdonar?

Uno aprende a perdonar pero a olvidar no, es distinto. No ha pasado un día en estos 30 años que no piense en mi papá, en los magistrados y la tragedia del palacio de justicia. Pero no vivo alimentando el odio, ni la sed de venganza.

¿Cómo acabó con ese odio?

El tiempo y los hijos. No parece justo transmitirles eso a los hijos. Yo ya tengo hijos. Mis hijos tiene a sus dos abuelos asesinados en esta guerra y yo he querido que ellos tengan una ilusión de la vida diferente, con alegría, con esperanza y sin odio

¿En qué momento decidió volver a Colombia?

Recibí una llamada de mi casa y de mis amigos diciendo: “Corra, esto es un tragedia, está fuera de control, los tanques están disparando, ha comenzado un incendio”.

¿Cuándo llegó?

Llegué el 7 por la noche sin saber qué había pasado y en el aeropuerto nos estaban esperando los profesores de la universidad, los amigos y la familia. Me bajé del avión y pregunté qué pasó y me dijeron: “los mataron a todos”.

¿Qué pensó en ese momento?

Todo cambió. La vida cambió para siempre. Cuando uno cree que las cosas las tiene más o menos organizadas y definidas. Uno a veces tiene muchas cosas planeadas y la misma vida dice despacio. Tocó volver a comenzar todo y poner las ideas en orden.

¿Cómo fueron los días siguientes?

Primero buscar a mi papá, porque había 100 muertos. Ir a la Corte, después de que el incendio había terminado. Pero, los bomberos, por orden el Ejército empezaron a lavarlo, empezaron a borrar todas las evidencias y pruebas. Quizás uno de los hechos más funestos en la historia de la investigación criminal de Colombia y del mundo. Entonces los cadáveres caían del cuarto al tercero, del tercero al segundo y del segundo al primero. Y ahí empezó a borrarse toda la evidencia de lo que había sucedido.

¿Cuándo encontraron a su papá?

Duramos tres días buscándolo, primero en la Corte, luego en Medicina Legal. A mi papá no lo enterramos al mismo tiempo con los otros magistrados porque no aparecía.

¿Qué hicieron ante eso?

Lo primero que dijimos fue que hubo un exceso en el operativo militar y el Estado era el responsable por haber quitado la seguridad del Palacio de Justicia. A lo cual se nos dijo: no. El presidente Betancur creó un tribunal especial, diseñado por él para tapar todo

Y después..

Durante los siguientes 20 años no pasó nada. Amnistías, indultos, absoluciones, prescripciones, quizás lo único importante fue la condena al Estado por parte del Contencioso administrativo, Tribunal de Cundinamarca y Consejo de Estado, que condenó al Estado por el exceso en el operativo militar. De resto fue una impunidad total, una negación total, nadie quería hablar del tema, los únicos que hablábamos era nosotros. (Lea: Santos reconoce responsabilidad del Estado y pide perdón por desaparecidos y ejecuciones en Palacio de Justicia)

¿Qué hizo usted como abogado y víctima?

Cuando se cumplieron 20 años, hace 10, se creó la Comisión de la verdad en la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía inició las investigaciones por los desaparecidos y empezaron a saberse cosas, el país ya estaba preparado para oír lo que ahora está oyendo.

¿Cómo han sido estos últimos 10 años?

Hay una actitud distinta. La Fiscalía empezó una investigación muy seria, la Corte también. La gente está más preparada para escuchar algo que es terrible y es que en Colombia hubieran asesinado la Corte Suprema de Justicia y hubieran matado a once magistrados de la Corte Suprema de Justicia y que no hubiera pasado nada.

O sea un país al que le pasa eso, es un país que no tiene futuro. Pero ha venido cambiando.

¿Algún día se va a saber la verdad?

Nosotros hemos sabido desde el comienzo qué pasó. Todo. Porque lo vimos y lo vimos en vivo y en directo y mucha gente lo vio también, pero el país no quería saber nada del tema y por eso la oscuridad durante tantos años.

 

Por Catalina González Navarro

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